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En marzo comenzará elaboración del Plan Nacional de Educación, que trascenderá y articulará planes quinquenales de entes autónomos

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Si bien el tercer Congreso Nacional de Educación (CNE) se cerró a fines del año pasado, en su declaración final se abren varias líneas de trabajo que se desarrollarán durante 2018. La más clara será la elaboración de un Plan Nacional de Educación. Según dijo a la diaria la subsecretaria del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), Edith Moraes, el último CNE dejó establecidas algunas bases para su elaboración, que comenzará en marzo. En concreto, la mesa del plenario del congreso será la encargada de la redacción del documento. Originalmente, la mesa estaba integrada por Moraes en representación del MEC, Álvaro Rico por la Universidad de la República (Udelar), Graciela do Mato por la Universidad Tecnológica (Utec) y Laura Motta por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Sin embargo, el plenario decidió que se sumaran tres representantes de ese órgano, que también participarán en la elaboración del plan. En una reunión de la mesa sobre fin de año, se definió que en 2018 se volverían a reunir, una vez iniciado el año lectivo de la educación, para elaborar un cronograma de actividades con el foco puesto en la elaboración del primer Plan Nacional de Educación.

Moraes señaló que el CNE pidió que el plan tenga “un vínculo permanente con la ciudadanía” y “que se informe a medida que se va avanzando, con apertura a modificaciones si se creen necesarias”. Para la jerarca, ese mandato implicará “afinar bastante el mecanismo de trabajo”. “Nadie se opone a que sea un proceso participativo, pero no satisface que no se logre una participación profunda, para que no sea sólo en forma de consulta”, añadió. Según Moraes, una de las primeras tareas será ponerse de acuerdo sobre “qué se entiende por ‘plan nacional de educación’ cuando no tenemos un antecedente cercano”. Para la jerarca, se podrá obtener un significado compartido sobre el alcance del documento a partir del diálogo que pueda generarse para su elaboración.

El documento se está pensando como “un marco muy amplio para que, usándolo como encuadre, cada uno de los entes autónomos que conforman el Sistema Nacional de Educación Pública (SNEP) pueda elaborar su plan de gestión, que suele ser quinquenal”, detalló. Justamente, se aspira a que el Plan Nacional de Educación tenga una temporalidad que sea “mucho más extensa” que la de un quinquenio y, por lo tanto, “vaya más allá de la temporalidad con la que suelen manejarse los distintos sistemas”, resumió la subsecretaria. En suma, dijo que “el plan actuaría como un documento que unifica, articula y coordina las actividades y los objetivos presentados por cada uno de los entes autónomos de la educación”, y de esa forma se apunta a cumplir el objetivo de que “cualquier ciudadano pueda transitar por los distintos sistemas y que su trayecto sea coherente”.

Entre algunos ejemplos de ejes temáticos que deberá incluir el plan para que la educación cumpla con una “formación ciudadana nacional y global”, Moraes nombró el caso de la educación ambiental y de la educación en Derechos Humanos (DDHH). Sobre este último caso, recordó que el MEC ya elaboró un plan nacional, cuyos contenidos seguramente serán incorporados al documento.

Tiempos

Si bien se aspira a generar un proceso participativo en su elaboración, desde el MEC están preocupados por que la discusión no se dilate en el tiempo y que “tenga forma de plan ya al finalizar 2018”. “En el CNE dijimos que en un congreso no se hace un plan, sino que se recogen insumos para su elaboración. El plan requiere la mirada de la ciudadanía, que es la que demanda y exige que la educación sea de determinada forma, y la mirada de los especialistas en la elaboración de planes”, señaló la jerarca. Justamente, en esta etapa de elaboración se dará entrada a técnicos que no participaron en el congreso y se harán consultas a otras dependencias estatales, como la Oficina de Planeamiento y Presupuesto.

Consultada acerca de cómo lograr que el plan siga en vigencia ante cambios de gobierno y autoridades, Moraes respondió que, a lo largo de la historia del Estado uruguayo, “la educación siempre ha sido un tema priorizado”. “Con orgullo podemos decir que tuvimos educación pública muy tempranamente; cuando el Estado estaba naciendo, esa preocupación ya estuvo presente. Ese fuerte cimiento nos llevó siempre a sostener que la educación no puede ser un tema de gobierno, sino que debe ser de Estado. ¿Cómo se hace para que sea una cuestión de Estado? Mediante las leyes. La ley es la que le da la continuidad, más allá de los períodos de gobierno”, dijo. Y continuó: “Esa es la Ley General de Educación vigente, que le da la competencia al MEC de articular y coordinar la educación. El Plan Nacional de Educación es el cumplimiento del cometido de la ley, más allá de quién esté en el gobierno”.

La declaración final del CNE también se refiere a algunos marcos conceptuales generales que el plan deberá tener en cuenta. Por ejemplo, define a la educación como un derecho humano fundamental, plantea que por ese motivo debe ser inclusiva, y que el Estado debe hacerse responsable de la oferta educativa en todos los niveles. Además, se vuelve a insistir en la autonomía del sistema educativo y en la necesidad de avanzar hacia el cogobierno. Moraes sostuvo que es fundamental “mostrarle a la ciudadanía el SNEP”, que ya está integrado por la ANEP, la Utec, la Udelar, y es coordinado por el MEC, que es el vínculo con el Poder Ejecutivo. “La autonomía del SNEP ya existe; el plenario del congreso la reafirma e insiste en que se quiere más participación y que esta sea realmente efectiva”, valoró.

De todas formas, Moraes reconoció: “La participación es algo a lo que nadie se opone, pero nos muestra permanentemente que todavía tenemos bastante que aprender”, principalmente en cuanto a prácticas que la propicien. “Como principio la participación es una cosa, pero como práctica presenta desafíos distintos. Teóricamente estamos todos de acuerdo con ella, pero encontramos obstáculos para cambiar las rutinas diarias, incluir responsabilidades cuando no las había, porque ser parte en la toma de decisiones conlleva un aumento en la responsabilidad. La participación hace que la decisión tenga que escuchar a más voces, conciliar más posiciones y unificar decisiones. Requiere disciplina, como costumbre pero también para acatar; se discute, pero después hay que respetar a la mayoría, aunque no haya salido lo que yo propuse. Eso también cuesta, pero si no practicamos la participación, nunca se va a instalar”.

Del dicho al hecho

Respecto de la concreción de más políticas de inclusión, la subsecretaria entendió que, “más que nunca, se debe fomentar la participación”, ya que “la educación no se impone por la fuerza, y tiene un marco de principios y concepciones desde el que realiza una oferta”. Para la jerarca, se debe escuchar al destinatario de la educación y a su familia, y si se habla de formación profesional también hay que escuchar a los sectores productivos y las empresas. “Es algo de ida y vuelta, por eso la participación es fundamental, resumió.

Con respecto a la educación como derecho, Moraes señaló que si bien esa idea es aceptada por todos, “a medida que avanzamos nos encontramos con que hay sectores que no tienen este derecho satisfecho, aunque sean cada vez menos”. Agregó que para garantizar el derecho a la educación se debe diversificar la oferta educativa, ya que no todos los jóvenes son iguales y se debe dar respuesta a las características de distintos grupos poblacionales. Para la subsecretaria, es importante que esta idea aparezca reflejada en el Plan Nacional de Educación.

En la declaración final, el CNE también planteó que “es imprescindible avanzar hacia una educación politécnica integral”, en referencia a la necesidad de superar la falsa dicotomía entre la educación técnica y la de perfil académico. Sobre este tema, Moraes dijo que en el CNE se discutió mucho acerca de cuáles eran las mejores palabras para expresar dicha voluntad, y que se apunta a “romper un prejuicio”, que además es “discriminatorio”. “Parecería que mucha gente no tiene capacidad para determinadas cosas pero sí para lo manual, como si lo intelectual y lo manual fueran separados. La mano sin la cabeza no funciona. Además, la tecnología hoy ocupa un lugar central y va de la mano de la ciencia. Hay muchos jóvenes que quieren carreras tecnológicas pero no es porque no les dé la cabeza o porque su cociente intelectual no les permita hacer otras. Es fundamental que ese planteo esté reflejado muy claramente y con fuerza en el plan”, opinó.

Hablando en plata | El actual gobierno prometió que en el actual quinquenio se avanzaría hacia lograr un gasto educativo equivalente a 6% del Producto Interno Bruto (PIB). Según informó el semanario Búsqueda, en 2017 dicho gasto se ubicó en 4,7% del PIB. 2018 será un año de Rendición de Cuentas, y Moraes aseguró que el Poder Ejecutivo está comprometido en “seguir avanzando en dirección al 6%”. “O sea, no estancarse, no decimos que ya no se puede más, sino que se seguirá avanzando”, aunque señaló que todavía no existe certeza de a qué cifra se va a llegar. Al mismo tiempo, dijo que al gobierno también le importa “empezar a generar actividades de gestión bajo el principio de la calidad del gasto”. Si bien admitió que es un término “muy de los economistas”, sostuvo que quienes están en educación saben “que a veces poner mucha plata en un lugar no es lo que garantiza la solución del problema”. Por el contrario, indicó que “hay que poner la plata sabiendo en qué lugar se pone y cómo se distribuye”. “No se está actuando mal en ese sentido, pero ese tiene que ser uno de los principios guía. Estoy convencida de que haber destinado mucho dinero a los edificios escolares fue bueno y ahí hubo calidad del gasto. Tenemos que afinar la punta al lápiz para la calidad del gasto y también para las propuestas pedagógicas. Acompañar el avance en el 6% con calidad en el gasto nos daría más seguridad de que vamos por el camino más acertado”, concluyó.

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