Con alumbre de potasio, sulfato de cobre o azúcar de mesa, los escolares de la escuela 65 de Treinta y Tres trabajaron en equipo y lograron hacer crecer cristales con tanta habilidad que ganaron medallas de plata y bronce en el último concurso internacional de crecimiento de cristales organizado por la Unión Internacional de Cristalografía, que reveló en febrero sus nuevos ganadores. Es la segunda vez que la escuela obtiene reconocimientos por su trabajo con cristales: en 2015 otros dos grupos alcanzaron los mismos puestos en el podio, tras ser reconocidos también en el concurso nacional. Para Guzmán Peinado, uno de los organizadores del certamen local, “estos premios son muy importantes porque implican que en primaria se puede hacer lo mismo en Uruguay que en cualquier otra parte del mundo”, según comentó en diálogo con la diaria.
Desde 2014 la Facultad de Química (FQ) de la Universidad de la República (Udelar) organiza el Concurso Nacional de Crecimiento de Cristales (CNCC): “Los objetivos de la actividad son tratar de acercar a quienes participen al fascinante mundo de las ciencias experimentales, tratar de incentivar un poco el interés por la ciencia investigación y formar un poco más en el método científico. Se proponen actividades que son de rigurosidad y compromiso”, detalló Peinado. El certamen ha sido un éxito en sus cuatro ediciones, se generó “una repercusión muy buena, la motivación y los comentarios de estudiantes y docentes es muy grata”. “En estos años han participado 3.300 estudiantes de 140 instituciones públicas y privadas, de todos los departamentos del país. El programa es muy rico y permite que no se pierda la motivación de la ciencia”, agregó el docente de la FQ.
Para hacer crecer cristales los estudiantes “tienen que preparar una solución sobresaturada, es decir, una solución con una sustancia en particular que cristalice en determinadas condiciones. La sustancia se disuelve en agua caliente y cuando enfría la solución, el sólido cristaliza. Si se sumerge un alambre en la solución puede cristalizar arriba, mientras que si se la vierte sobre una superficie cristaliza según sus perturbaciones. Eso implica que según la inventiva de los estudiantes pueden hacer crecer cristales en distintos objetos: lo han hecho en cáscaras de huevo, en espuma plast o en tanzas”, explicó Peinado. Para llegar al cristal se les sugiere trabajar con sulfato de cobre, un sólido que se puede conseguir fácilmente en una droguería, aunque se aceptan trabajos hechos con cualquier sustancia.
A los estudiantes de enseñanza media se les propone que hagan crecer un monocristal, es decir, “un cristal bastante definido, de gran tamaño, que deben cuidar bastante y que requiere un montón de dedicación”, subrayó el docente. Destacó que “para el nivel de secundaria quizá sea mucho más fácil seguir el método científico, llevar un registro, ver las cantidades a agregar”, por eso se pide un trabajo más exigente. A los estudiantes de primaria “se les propone un trabajo más relacionado con la creatividad, como cristalizar azúcar o cualquier otra sustancia con colores”. “El objetivo es generar una especie de jardín, que puede ser algo similar a un bosque o cualquier cosa que se les ocurra”, agregó.
De hecho, los estudiantes de Treinta y Tres fueron más allá de la idea de jardín. El grupo de sexto año, que trajo la medalla de plata a Uruguay, creó un conjunto de joyas. Por su parte, la clase de cuarto año, ganadora del bronce, ideó una geoda con cristales.
En todas las categorías es fundamental que los participantes dejen en claro los procedimientos; por eso son juzgados en base a los cristales que obtuvieron y al registro audiovisual o escrito del camino recorrido. Esos videos, que no deben durar más de tres minutos, son el material que muchos equipos mandan a la competencia internacional. Desde la FQ se alienta a los jóvenes a inscribirse y competir con los estudiantes de otros países, porque los uruguayos tienen un muy buen rendimiento.
Quinquenio
2018 será el quinto año consecutivo en que la Facultad de Química lanza el concurso a nivel nacional. El 2 de abril abren las inscripciones para escuelas, liceos y escuelas técnicas que tengan interés en participar. Peinado aseguró que para esta edición están trabajando en nuevos desafíos que apunten, sobre todo a nivel de secundaria, a lo interdisciplinario. Además, el 19 de abril se realizará el lanzamiento del concurso y participarán los ganadores de las ediciones anteriores, con el objetivo de mostrarles a los futuros interesados la cantidad de cosas que se pueden hacer con cristales.
Aunque la cristalografía en sí misma no es un tema curricular en primaria ni en secundaria, los organizadores del evento la encuentran muy útil y motivadora para trabajar en torno a otros aspectos relacionados. Peinado sostuvo que hacer crecer un cristal es “bastante parecido a crecer un brote, como crecer pasto, se relaciona a tener el cuidado de algo, o generarlo desde el principio”. “Quizá no esté en el programa, pero es útil desde el punto de vista didáctico y los gurises se cuelgan bastante, la motivación que les genera es increíble”, destacó. En secundaria comienzan a manejar alguna noción del tema en Química, “por eso es más probable que se presente gente de los bachilleratos científicos, que están por entrar a facultad, pero también han participado estudiantes de otras orientaciones y les ha gustado”, comentó.
Para la categoría de secundaria el premio del concurso nacional es una jornada que se llama “Químico por un día”, en la que los estudiantes visitan la facultad y recorren los laboratorios, mientras que los más pequeños reciben un kit de herramientas de laboratorio. Más allá de cuáles sean los trabajos premiados, Peinado aseguró que lo importante es participar: “Por suerte, los liceos y escuelas se están animando. A veces vemos que algunos grupos no llegan a presentar los cristales, pero los alentamos a que participen, porque a veces aunque el cristal no sea perfecto, el video es impecable y se nota que aprendieron un montón de cosas. Eso es lo importante”.