Música que transforma fue un concierto al aire libre en la plaza Casavalle. El martes 8, unos 1.500 niños cantaron un amplio repertorio y tocaron diferentes instrumentos, acompañados por maestros, vecinos y padres. Participaron escuelas de Casavalle, Manga y Piedras Blancas, quienes realizaron un convenio con la Fundación Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles del Uruguay (SOIJU), mediante el Fondo de Iniciativas Barriales, que posibilitó la enseñanza musical en las instituciones de la zona; también estuvieron presentes el Coro Nacional de Niños, el Coro Juvenil del SODRE y el Ensamble Latino dirigido por el maestro Alberto Vergara; en suma, fue un trabajo de siete meses en el que se coordinaron varios proyectos musicales. Todas las iniciativas están enmarcadas en el programa Un Niño, Un Instrumento, del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), que tiene alcance nacional. Participaron en el evento representantes y autoridades de los municipios B y D, del Ministerio de Educación y Cultura, del CEIP, de la ANEP y del SODRE.
Música para transformar
Ariel Britos, director sinfónico uruguayo y creador del SOIJU, sostuvo que el arte “puede transformar al ser humano”, valoró que “sin necesidad de palabras se pueden transmitir un montón de cosas: es a través del arte y del canto coral, en esta oportunidad, que los niños, de manera genuina e inocente, pueden mostrarse a sí mismos y compartirlo con otros”. “Parece una manera muy contundente de llegar al alma, donde se esconde realmente la esencia del ser humano”, dijo, notoriamente emocionado por el resultado de la experiencia. El director explicó que no existe una articulación con las escuelas de arte, ya que “Primaria es un ente gigantesco”, pero “es un deseo poder generar más colaboración y mantenernos en contacto para, en un futuro, poder articular acciones que potencien estos emprendimientos”.
Sobre la dinámica de trabajo contó que el SODRE constituyó un laboratorio “desde donde se establecen las políticas y los objetivos de mediano y largo alcance”. “Planificamos, formamos a los docentes y, a través de todo eso, se lleva adelante la tarea de campo que, en este programa, se ha hecho junto a Primaria”, comentó.
Por su parte, Pablo Caggiani, consejero del CEIP, expresó antes de la actividad: “Los que somos más viejos recordamos que antes, cuando nosotros íbamos a la escuela, eran la maestra y el grupo: no había música, no había educación física, no había segunda lengua”. A su entender, “es importante que los niños puedan acceder al lenguaje musical, porque se trata de un código diferente. Este tipo de programas implica que ser niño hoy en la sociedad uruguaya es mejor que ser niño hace 30 años; la sociedad del futuro va a ser un poco más digna”.
Los protagonistas
La fiesta estaba pensada para la semana pasada, pero la lluvia obligó a posponerla. Emiliano es un pequeño percusionista, toca la tumbadora y el timbal, su favorito: “Yo siento felicidad cuando toco mi instrumento, porque me gusta, desde chico lo hago”, dijo a la diaria. Junto a él estaba Noelia, que también toca el timbal, pero además aprendió a hacer sonar el bongo. Ella señaló que no le parece difícil aprender a tocar y que disfruta mucho lo que hace.
Un poco más lejos estaba Juan Ignacio, que gracias al programa aprendió a tocar el órgano. Aseguró que le genera “muchísima emoción” tocar y que aprendió muy rápido, “en dos o tres clases”. Su madre, Mariana, expresó que lo apoya para que pueda realizar sus sueños, “porque le gusta y tiene un don: en un par de clases ya aprendió muchísimo, ya sabe tocar, y toda la familia quisiera que siga haciendo lo que le gusta”. Franco, por su parte, dijo que en la escuela aprendió a tocar los tambores y el bongo: “Me siento muy bien con la música y también me siento orgulloso de saber tocar un instrumento; además, si tocamos mal, los profesores nos ayudan”. También comentó que sintió nervios y un poco de vergüenza en la presentación, pero que “estuvo de más”.