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Bruno Ramos.

Foto: Federico Gutiérrez

Bruno Ramos es de Libertad, cursa primer año de Ingeniería y desarrolló una aplicación de matemática para liceales

8 minutos de lectura
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El estudiante lo hizo como un proyecto personal y “por amor al arte”, ya que considera que para no padecer la matemática es necesario aprender “la base”

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Con 18 años y reciente estudiante universitario, Bruno Ramos ha participado en varios proyectos educativos y a partir de su interés personal desarrolló dos aplicaciones pensadas para sus pares. La última de ellas es MatemáticaUno, diseñada para liceales de tercero y cuarto de liceo, teniendo en cuenta que en esos años empiezan a complejizarse los temas abordados en la educación obligatoria. Ramos entiende que el celular es un medio ampliamente utilizado por adolescentes y que, si bien muchas veces es considerado un elemento de distracción para el estudio, también puede ser un aliado. Se trata de una aplicación gratuita y sin publicidad que está basada en los programas de Matemática de esos grados de secundaria, y que sólo requiere un registro previo para ser usada.

Con la suspensión de las clases presenciales, la llegada de la virtualidad a la educación y las distintas medidas para reducir la circulación, Bruno Ramos notó que su tiempo libre se había incrementado. Eso hizo que su inquietud por el desarrollo de aplicaciones se ampliara, y aunque no tenía demasiados conocimientos, comenzó a indagar. Según contó a la diaria, siempre estuvo interesado en “las computadoras y la programación”, pero “no tanto en los juegos sino en la parte de atrás”, es decir, en ser quien los elabora.

Al principio comenzó a ver videos en Youtube, pero “sin mucho rumbo”. En 2020, cuando estaba en quinto de liceo, se enteró de que su profesor de Matemática diseñaba aplicaciones y vio que su anhelo era más cercano. En aquel momento pensó: “¿Por qué no preguntarle y ver qué me dice?”. “Un día estábamos en el Zoom y me explicó y me contó lo que usaba; era un lenguaje que se llama Basic4android. Me pasó un montón de libros y empecé a aprender”, relató. Sin embargo, volvió a perderse en las más de 700 páginas de texto a las que pudo acceder: “No entendí nada, porque no tenía ningún tipo de base”, señaló.

A pesar de esa frustración inicial, no se dio por vencido. “No podía ser que eso fuera lo único para hacer aplicaciones. Seguí buscando y encontré un lenguaje que se llama Kotlin, que era sólo para Android. Entré a Youtube, me puse a buscar y a leer, aprendí las bases, me pareció que era interesante”, contó. Ramos señaló que si bien el lenguaje que su profesor había intentado transmitirle era más sencillo, había mucha más gente que programaba en Kotlin y, por lo tanto, había muchos más videos e información. “Por ese lado, fue mucho más fácil aprenderlo”, recordó. Siguió investigando y encontró un curso pago de Kotlin en la plataforma Udemi: “Esperé la oferta, esas que siempre salen 13 o 10 dólares, y me lo compré”.

Aplicación educativa

En paralelo, Ramos asistía a clases virtuales en el liceo de Libertad. En una clase de Filosofía, la profesora mandó deberes, como es habitual. Sin embargo, algo le llamó la atención: tanto él como sus compañeros se habían olvidado de hacer la tarea, pese a que con la virtualidad tenían tiempo disponible para hacerla. De este modo, encontró un problema de la vida real para intentar solucionarlo mediante la programación. Así fue como diseñó una aplicación para que los liceales pudieran agendar tareas domiciliarias, que pudo presentar en la Feria de Clubes de Ciencia. Ya había participado en la actividad en años anteriores y siempre quedaba en segundo lugar, por lo que la aplicación fue un desafío para obtener un primer premio. Así nació highOrganizado, la primera aplicación que desarrolló Ramos y que lo llevó a obtener varios reconocimientos a nivel local y nacional.

Por ejemplo, la articulación con los clubes de ciencia le posibilitó exponer la app en el pabellón de la Embajada de Estados Unidos en la Expo Prado y por ello recibió el ofrecimiento de una beca para estudiar Ingeniería en la Universidad de Montevideo (UM). Para recibir la beca debió rendir una prueba de ingreso que lo hizo darse cuenta de que no tenía frescos todos los temas de Matemática que debía preparar. Por lo tanto, tuvo que acudir a clases particulares que complementaba con videos de Youtube, además de materiales escritos.

“Me dije que eso no puede ser así”, recordó, en referencia a que un joven que iba a estudiar Matemática debe tener presente “la base, porque después no entiende los temas”. Por lo tanto, se propuso hacer una enciclopedia de matemática que pudiera ser de referencia para estudiantes de la educación media. Si bien en un principio se había propuesto incluir todos los temas que se abordan en el liceo, comenzó por un escenario más realista y se centró en el tercer y cuarto año. “Decidí hacerlo para esos grados porque ahí la matemática es bisagra”, dijo, y explicó que en esos años se pasa de una matemática básica a temas más complejos, como incógnitas, ecuaciones, funciones o gráficas. “Es cuando el estudiante hace el verdadero cambio, y si no tiene la formación correspondiente desde la base, después se le complica para quinto, sexto y para la facultad. Matemática no es como Literatura, que podés dar un tema, podés dar otro y otro, y no vas a tener problema, los vas a entender. En Matemática si vos no viste un tema, el siguiente difícilmente lo entiendas: tiene un hilo conductor”, señaló Ramos.

Matemáticamente

“Por amor al arte” y como un proyecto personal. Así nació MatemáticaUno, una aplicación gratuita y sin publicidad que se encuentra en la tienda de descargas de iPhone y Android. Para diseñarla, Ramos pensó especialmente en que pudiera usarse en teléfonos con buenas prestaciones, pero también en los que son más económicos. Por eso, todas las imágenes se cargan a través de internet, ya que introducir más de 600 imágenes en el código fuente de la aplicación la hubiera hecho mucho más pesada. Para Android, la app tiene un peso de 7 megabytes (MB) y 25 MB en iPhone.

Después de descargarla, la aplicación pide un registro para iniciar sesión, y después ya se puede acceder a un menú desde el que se ven todos los temas de Matemática de tercer y cuarto año de liceo, que a su vez están organizados en subtemas.

“Sin matemáticas no hay nada que puedas hacer. Todo a tu alrededor es matemáticas. Todo a tu alrededor son números”. Esa frase de la calculista mental hindú Shakuntala Devi se lee enseguida de un mensaje de bienvenida que invita a “dejarse llevar”. Álgebra y funciones, Geometría, Estadística y probabilidad y Matemática general son los títulos que organizan los subtemas, dentro de los que se puede acceder a definiciones teóricas, explicaciones y ejercicios con su respectiva solución para practicar. La aplicación está hecha con Flatter, otro lenguaje de programación, y para elaborar el contenido su creador se dedicó a indagar en los programas de secundaria y también en la bibliografía que aparece en ellos. A partir de esa lectura, Ramos sacó ideas que después complementó con una búsqueda en internet.

Ahora Ramos está en etapa de difundir la app para que sea usada y convertirse en referencia. Considera que los adolescentes pasan mucho tiempo con el celular, a veces “demasiado”, y, por lo tanto, el dispositivo móvil puede acercarlos a la matemática.

Vencer el temor

Consultado sobre la forma en que la materia es percibida por los liceales, Ramos señaló que en muchos casos Matemática es “temida”, ya que hay “una predisposición” a verla como “difícil” e incluso “imposible”. En su caso, recuerda que nunca le fue fácil, pero se la planteó como un desafío. Según advierte, “no es difícil si se entiende desde la base”. “No podemos pasar de resolver 3+3 a hacer una derivada, porque en el medio hay cuatro años de Matemática que si no tuviste no la vas a entender”, afirmó, y señala que en primer año de Ingeniería nota la falta de haber dado algunos temas que en el liceo los profesores fueron “salteando”. Por ejemplo, mencionó que eso le ocurre con estadística y probabilidad, que muchas veces son dejados de lado porque no se los considera tan importantes. En su caso, los dio por primera vez en quinto de liceo, cuando debería haberlos visto en tercero. “No teníamos ni idea de qué hacer, era todo absolutamente nuevo”, recordó.

“La matemática es preciosa, a mí me encanta, a mucha gente le gusta. Si se tiene una buena base, si se empieza desde lo correcto, sin saltearte ningún paso... Esto puede ayudar a muchas personas a definir que le gusta, porque capaz que te pueden gustar muchísimo las computadoras, pero para matemática sos malísimo. La matemática es algo que se practica, que se aprende haciendo y haciendo”, reflexionó.

Al respecto, mencionó que otro aspecto importante son los profesores a cargo de la materia. Por ejemplo, en su caso recuerda especialmente a Guillermo Cerdeña, a quien tuvo en quinto y sexto año en el liceo de Libertad. “Siempre estuvo ahí para este tipo de cosas y explicaba todo de una manera tremenda; fueron los años en que la matemática se me hizo más tranquila. No porque fuera más fácil, sino porque el tipo lo explicaba de manera excelente. Siempre estuvo en la vuelta con todos los proyectos y fue un profesor que me marcó”, valoró.

Cultura científica

En relación a los proyectos en los que participó durante la vida liceal, Ramos recordó especialmente a los Clubes de Ciencia, programa que se gestiona desde el Ministerio de Educación y Cultura. Contó que participó por primera vez en esta experiencia en tercer año, junto con otros compañeros de la clase y el profesor de Física. En aquel momento participaban diez de los 20 estudiantes de la clase, a partir de intereses personales. “El primer año hicimos jabones con cenizas, estábamos en invierno y el desperdicio de cenizas era mucho”, relató, y detalló que al año siguiente se dedicaron a lo mismo.

“En quinto año hicimos un detector de humo para contenedores, porque se quemaban y queríamos solucionar esa problemática, eso fue con dos amigas. Ahí entramos a vincularnos con cosas de hardware, porque tuvimos que conectar y programar los detectores de humo y nos metimos más en el tema. Como el proyecto era innovador y lo explicamos de buena manera, le llegó a la Embajada [de Estados Unidos] y quedamos en el programa que después me dio la mano para presentar la aplicación en el Prado”, indicó.

El contacto con la embajada le abrió “un montón de puertas”, ya que además de presentar la aplicación también pudo conocer a la subsecretaria del Departamento de Estado del país norteamericano y accedió a la iHackaTIC, que organiza la UM. En esa actividad, una empresa pone desafíos a los participantes y cada grupo debe resolver el que plantea una empresa. Con Martín, compañero que gracias a esa actividad también obtuvo una beca en la universidad, quedaron entre los finalistas y ganaron a partir del desafío planteado por la empresa de telefonía Huawei.

El pasaje a la facultad

Ramos ha reflexionado sobre la forma en que está estructurado el sistema educativo y el tránsito de los estudiantes por las instituciones que lo componen. Por ejemplo, a fines del año pasado dio una charla TED en San José en la que se refirió a lo dificultoso que es para los jóvenes elegir una orientación de bachillerato y posteriormente una carrera. “En el liceo nuestro llegaron algunos folletos, una charla de Youtube que nos dieron desde la Universidad de la República y ya está, decidí”, recordó, y señaló que en su clase de sexto de Ingeniería eran 15 estudiantes, pero sólo continuaron estudiando cuatro o cinco. “Los otros no siguieron o porque no la tenían muy clara o porque no estaban decididos”, lamentó.

Si bien valora que en el pasaje de ciclo básico a bachillerato hay un cambio, considera que no es tan importante como el que se da al entrar a la universidad. Cuando iba al liceo tenía media hora de traslados para recorrer siete kilómetros, pero ahora se sumaron cuatro horas para ir y venir desde Montevideo. En los traslados aprovecha para estudiar y hacer ejercicios, pese a que el ómnibus no siempre es el ambiente más propicio para concentrarse. Hacer una carrera terciaria siempre fue un objetivo familiar y en su casa lo impulsaron para que lo hiciera. Pese a ser “la persona más inteligente” que conoce, su padre tuvo que trabajar desde joven y no pudo terminar el liceo, y su madre llegó a cursar en la Facultad de Ciencias Económicas, pero no pudo seguir debido a motivos económicos. Como ocurre en muchas familias en las que los padres no pudieron concluir o acceder a la formación universitaria, hacen todo para que los hijos sí puedan lograrlo o, en palabras de Ramos, “subir el siguiente escalón”.

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