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Stéphan Vincent-Lancrin.

Foto: Mara Quintero

La tecnología puede contribuir a que “el aula sea un lugar mucho más inclusivo”, según especialista de la OCDE

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Stéphan Vincent-Lancrin, vicejefe de división del Centro de Investigación e Innovación Educativa y analista senior de la OCDE, conversó con la diaria sobre el vínculo entre la tecnología y la educación y cuáles son los desafíos que trae.

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Investigación, innovación, tecnología y educación, fueron los ejes centrales de exposición e intercambio que este martes, en el edificio Los Ceibos del LATU, fueron desarrollados en la octava edición de la Escuela de Invierno en Educación y Tecnología, organizada por la Fundación Ceibal con el apoyo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).

Por tal motivo, Uruguay recibió a Stéphan Vincent-Lancrin, vicejefe de división del Centro de Investigación e Innovación Educativa y analista senior del Centro de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de París. Dentro de la OCDE, Vincent-Lancrin también lidera el proyecto “Datos inteligentes y tecnología digital en la educación: inteligencia artificial, analítica del aprendizaje y más allá”.

Para profundizar sobre el vínculo entre la tecnología y la educación, el especialista dialogó con la diaria.

¿Cuál es el lugar que tiene hoy la tecnología en la educación?

Después de la pandemia de covid-19, en todos los países se ha convertido en algo mucho más central del lugar que tenía. También la evolución en la conciencia, la inteligencia artificial [IA] y la robótica, entre otros, ha hecho que tenga un rol mucho más importante en nuestras sociedades y, por ende, en la educación. Las competencias digitales se han vuelto algo que se requiere casi a nivel universal, y hoy en día hay una voluntad de parte de los estudiantes de aprenderlas. Por eso hay que tener tecnología en las escuelas y hay que tener una conciencia mucho mayor al respecto.

Sin embargo, si pensamos en la tecnología como algo que tiene que apoyar el aprendizaje y la instrucción, quizás el mensaje no es tan positivo, porque la covid cambió completamente la situación, pero no así se ha analizado las posibilidades que realmente la tecnología ofrece para mejorar la instrucción en el aprendizaje. Uruguay, en particular, se encuentra en una posición muy positiva en ese sentido, gracias a un ecosistema digital muy fuerte en la educación, que se ha construido a lo largo de los años y que no es el caso en muchos otros lugares del mundo. La mayoría de los países brindan algunos recursos digitales a sus docentes, pero no siempre son analizados y a veces no hay conocimiento sobre cómo utilizar las herramientas digitales en la educación. En muchos casos esto se debe a que los docentes no son capacitados de una buena manera, y también hay cierta resistencia de parte de la sociedad para incorporar la tecnología en la educación. Entonces, me animo a decir que estamos progresando, pero quizás no cosechando todos los frutos del potencial que ofrece la tecnología para la educación.

¿Qué herramientas tiene Uruguay que hacen que se destaque en lo referente a la tecnología en la educación?

En primer lugar, tienen computadoras en Primaria y Secundaria, y eso hace que se destaque porque hay pocos países en los que esto sea así. En la mayoría de los países, de hecho, esto realmente no ocurre y es en la educación superior cuando se empieza a ver que todos tienen sistemáticamente acceso a un dispositivo electrónico. En segundo lugar, el acceso universal a los sistemas educativos en el país permite establecer una conexión entre los estudiantes y los docentes a través de medios digitales. El hecho de que también existan distintas plataformas que se les ofrecen a los estudiantes hace, a su vez, que sea un lugar muy atípico y muy interesante, en particular porque recibe apoyos de fondos públicos y porque se suministra de una forma relativamente universal en todo el país. No significa que sea 100% universal, pero sí hay una voluntad de que así lo sea.

A pesar de ese contexto, ¿identifica ciertas líneas que sería necesario profundizar?

Quizás debería amplificarse el uso de la tecnología y de otras plataformas. Como en algunos países, tendemos a enfocarnos mucho en matemática, en el lenguaje, un poco en lenguas extranjeras, mientras que hay otras materias y cosas que podrían desarrollarse mucho más. No estoy del todo seguro de que estén aprovechando por completo todos los datos que se recolectan en el sistema educativo uruguayo: la cuestión de cómo poder hacer que esos datos sean más accionables es una buena pregunta: cómo poder devolverles a los docentes esa información tan útil sobre sus estudiantes, basados en lo que el sistema sabe de ellos. Esa es una de las cosas que la tecnología nos permite. No estoy tratando de subestimar a los estudiantes, porque sé que no es el caso, pero la tecnología puede llegar a servirnos para conectar a los docentes y a las escuelas para poder hacer cosas en conjunto, por ejemplo. Sin duda, hay usos más interesantes que podemos imaginar con la tecnología, pero aun así la actitud ya es positiva.

Justamente, a través del proyecto “Datos inteligentes y tecnología digital en la educación: inteligencia artificial, analítica del aprendizaje y más allá”, hablan de cómo estos datos pueden transformar la educación. ¿De qué manera?

Ese es realmente uno de los grandes desafíos, una de las cosas que tratamos de documentar. Lo que hemos encontrado es que es muy difícil hallar casos de transformación en lugar de casos de digitación. Hay muchos países donde no hay evaluaciones a nivel nacional de sus estudiantes, y lo bueno de las herramientas digitales es que se puede evaluar diferentes tipos de competencias, que se puede adaptar la evaluación para que te permita hacer diferentes tipos de evaluaciones, pero la mayoría de los países no lo hacen. Incluso en algunos, donde empezaron a hacerlo, a veces volvieron a atrás porque había reticencia de los docentes, ya que uno de los principales desafíos es la aceptación social. Tendemos a olvidarnos de que tenemos las mismas evaluaciones desde hace décadas, entonces, entendimos que eso era lo que era justo y nos cuesta renegociar algunas de estas prácticas.

Partiendo de esta resistencia, el uso de la IA en Uruguay a nivel educativo es aún incipiente y encuentra también cierto rechazo en la sociedad. ¿Cuáles son los beneficios que trae la IA en la educación y cómo podrían aplicarse, a pesar de estas resistencias?

Un beneficio muy claro tiene que ver con los estudiantes con requerimientos especiales. Se puede hacer que el aula sea un lugar mucho más inclusivo: utilizar las tecnologías que tenemos en nuestros celulares, como de voz a texto y de texto a voz, por ejemplo, o también para algún estudiante con una discapacidad visual. Otro tipo de beneficios podría ser generar una devolución hacia los docentes.

Cabe aclarar que hay diferentes formas de resistencia ante la IA. Nosotros siempre decimos que necesitamos más capacitación, pero nunca necesitamos capacitación para usar los teléfonos celulares, a veces lo que necesitamos son mejores herramientas. Para eso hay que tener mayor cocreación entre los docentes, que permita diseñar tecnologías que puedan llegar a utilizarse dentro del aula, y también entender qué hace que sea positivo para los docentes, cómo les permite enriquecer sus procesos de aprendizaje con sus estudiantes, para asegurarnos de que no sea solamente algo adicional, sino que genuinamente se puede incorporar en su práctica docente. Hay mucho trabajo en lo que tiene que ver con la aceptación social y de las familias, pero debe hacerse mostrando los beneficios que puede llegar a tener, cómo puede llegar a apoyar la personalización del aprendizaje, sobre todo la personalización en términos de atender problemáticas específicas que un niño o una niña pueda tener en un centro específico, incluso para personalizar los caminos de estudio.

Otro de los beneficios puede ser el perfilamiento: no nos gusta siempre, pero nos puede ayudar en tratar de definir en qué tipo de cosas ciertos estudiantes pueden llegar a ser mejores. Uno de los principales problemas de las tecnologías de la IA es que se enfocan mucho en las cosas que no podemos hacer bien para reemplazarlas y no se enfoca tanto en las cosas que sí podemos hacer bien para fortalecer más aún esos procesos. Esa quizás puede ser otra forma de que genere mayor aceptación.

¿Visualizás un terreno fértil en Uruguay para que la IA tenga un espacio mayor en la educación?

Hablemos de dos cosas diferentes: hay IA en la educación, y esto es más que nada muchos sistemas tecnológicos que tienen cierto tiempo de automatización y que lo que hacen es retroalimentar, ya sea a docentes, estudiantes o incluso a personas de la administración. Luego está la IA generativa, que es un tipo muy diferente porque las personas la pueden utilizar en su casa para resolver alguna tarea que tenían, los docentes también, pero hoy en día muchos sistemas educativos no tienen en claro qué hacer o cómo utilizarla. Ese es un nuevo desafío, y el enfoque general tiende a ser dejar que las personas hagan lo que quieran, sin involucrarse.

Ni lo prohíben ni lo recomiendan, y a veces hacemos como si no existiera, salvo por el hecho de hablar de la IA generativa. Uno de los principales desafíos de la IA generativa es el de poder desarrollar habilidades relacionadas que podemos llegar a tener. Eso varía según un nivel intermedio o experto: de repente tenés una máquina que puede darte muchísima información, pero eso no hace que seas un experto, porque eso hace que tengas que desarrollar las habilidades por ti mismo. Entonces, utilizamos la IA como complemento. Puedo tener efectos positivos, como una lluvia de ideas, una devolución, crear diálogos, traducir, construir mejores oraciones y contexto. Una forma de pensar es que los estudiantes suelen ser bastante perezosos y no les gusta hacer su tarea, pero la visión optimista es que cuando estás interactuando con estos chatbots estás aprendiendo incluso si estás recibiendo ayuda.

Hablaba de que la inclusión es uno de los beneficios de la IA. ¿En qué medida puede hacer que la educación sea más inclusiva? ¿Reconoce otros caminos para llegar al mismo fin?

Hay un montón de herramientas que se están desarrollando hoy en día para las personas con discapacidad, y esa es una diferencia enorme para ese grupo poblacional. También tenemos la inclusión para estudiantes de distintas áreas, y creo que es muy positivo porque no en todos los países las personas pueden tener acceso a la conectividad y a los dispositivos. La gran dificultad, aun así, sigue presentándose cuando tenés docentes que no utilizan este tipo de herramientas porque no están familiarizados con la forma en que pueden utilizarlas y, al mismo tiempo, las familias tampoco las utilizan. Entonces, ¿cómo podemos desarrollar esas habilidades e incentivar que se empiecen a utilizar? Es un gran riesgo, por eso tiendo a creer que la IA generativa, comunicarnos con ella, interactuar con ella, debería ser algo que se enseñe. Todos deberían estar expuestos a ello y ser conscientes de cuáles son las implicancias de la tecnología si realmente nos importa la inclusión.

Muchos de los modelos de IA generativa se crean más que nada en Estados Unidos, entonces, actualmente no logran representar diferentes culturas, como las indígenas, que no tienen la misma representación en internet. Esto es un gran desafío para la inclusión, salvo si existe la voluntad muy específica de atender esta problemática y asegurarnos de que exista la representación de estas minorías.

Con foco en el futuro de la educación, ¿cuál es la vía vinculada a la tecnología para que haya una mejora del sistema educativo y que logre ser más inclusivo?

Tenemos que pensar en las diferentes formas en que la tecnología apoya al sistema educativo y pensar si estamos listos para cambiar la organización de nuestro sistema. La mayoría de las herramientas digitales están diseñadas de forma tal que no tienen por qué cambiar la organización de la educación, sino que son herramientas que tratan de mejorar los resultados de aprendizaje o la capacitación docente y de profesionales. Pero algo que experimentamos durante la pandemia fue cómo se puede utilizar la tecnología para tener diferentes tipos de sistemas organizativos para no pasar el mismo tiempo haciendo ciertas cosas que antes nos llevaban mucho tiempo. No sé si es algo que pensemos lo suficiente hoy en día, pero para hacer una educación más inclusiva hay que pensar en repensar ciertos aspectos de la educación para asegurarnos de que aquellos que no participan o no lo hacen lo suficiente puedan verse reincluidos en la discusión sobre la educación a través de la tecnología.

En Uruguay tienen un nivel alto de deserción escolar: hay que ver si la tecnología puede utilizarse de forma tal que permita que esos estudiantes vuelvan a las escuelas o continúen sus procesos de aprendizaje de una forma alternativa, y hay que pensar cuáles son las estructuras de apoyo necesarias para lograr esos cambios. También pensamos en cómo nuestro sistema educativo actual puede llegar a volverse más relevante y más atractivo para los diferentes grupos poblacionales del país y en qué medida se deberían utilizar las herramientas digitales. No es una tarea tan obvia, pero sin dudas es muy importante y nos da mucho para pensar.

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