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Gabriela Salsamendi.

Foto: Ernesto Ryan

Directora de Primaria designada: “Mi gran preocupación es la asistencia, que, además, está atravesada por la desigualdad”

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Gabriela Salsamendi habló con la diaria sobre los principales ejes a abordar dentro del subsistema en los próximos cinco años, entre los que destaca el devolver la participación docente y atacar el ausentismo escolar.

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En primer lugar, es maestra de educación primaria: así se definió a la diaria la designada directora de Educación Inicial y Primaria para los próximos cinco años de gobierno frenteamplista, Gabriela Salsamendi. Según especificó, ejerció su profesión desde 1999 hasta 2012 en distintas escuelas de Montevideo y a doble turno.

Sin embargo, su trayecto por la educación pública no terminó ahí. De hecho, se profundizó desde un lugar más cercano a lo técnico: ese mismo año se presentó a un llamado en el Consejo Directivo Central (Codicen) para participar del equipo técnico de Ciencias Naturales de la División de Investigación, Evaluación y Estadística, específicamente en el Departamento de Evaluación, donde hasta ahora se desempeña. Asimismo, trabajó con el exconsejero de Primaria Héctor Florit como asesora. “Por eso te decía que sé en el baile en que me meto”, afirmó. 

En cuanto a su formación de posgrado, le resta entregar la tesis del doctorado en Ciencias Sociales de Flacso Argentina y antes concluyó la maestría en Educación, Sociedad y Política de Flacso Uruguay, de la que ahora es coordinadora. Con otros dos posgrados, uno en Formulación y Planificación de Políticas Educativas, considera que “el pie académico va a estar” presente en su gestión. 

En el camino, desde que estudió Magisterio, se cruzó varias veces con Pablo Caggiani, designado presidente del Codicen. “Me llamó a principio de enero, me preguntó si estaba para dar una mano para aportar en algo, le dije que sí, y finalmente a mitad de enero volvió a llamarme para ofrecerme la dirección general”, narró Salsamendi. Lo pensó unos días y luego decidió asumir el “desafío”, al que considera “grande” pero que asume “con mucho compromiso, mucho entusiasmo y cosas para aportar”. 

¿Cuál es tu visión sobre los procesos de aprendizaje actuales?

Desde el Departamento de Evaluación ofrecemos principalmente evaluaciones formativas, es decir, no del aprendizaje, sino para el aprendizaje, por lo tanto, no tenemos una mirada de evaluación propiamente del aprendizaje. Sin embargo, mi impresión, sobre todo porque he participado en los últimos tiempos de otras investigaciones que no están relacionadas específicamente con evaluación, pero que sí toman insumos de las evaluaciones, es que hay que hacer un esfuerzo en generar mejores comienzos. 

Hay algunas cuestiones relacionadas con la educación inicial, el primer y el segundo año de primaria que interesa apuntalar, pero todo lo que tenemos que hacer implica que primero mejore la asistencia. Todos los esfuerzos que nosotros hagamos con relación a los aprendizajes van a caer en saco roto si no tenemos a los chiquilines en las escuelas. Lo que más me preocupa ahora, por tanto, es que asistan a clases todos los días, poder promover acciones para mejorar estos niveles de asistencia, que en este momento son muy preocupantes y se han incrementado pospandemia, como en otros países de la región y del mundo.

Los últimos datos reportados hablan de un crecimiento del “ausentismo escolar crónico”. ¿Por qué creés que ha ido en aumento? ¿Qué acciones deberían de implementarse para disminuirlo?

No hay una medida única para esto, no existe un remedio que puedas dar y se termine el ausentismo. Hay una serie de medidas que hay que tomar para llegar desde muchos lugares con el mismo mensaje de la importancia de la asistencia. Eso implica algunas cuestiones comunicativas para las familias, por ejemplo, campañas masivas. También puede implicar tocar las asignaciones familiares o algo similar, que se han implementado en algunas oportunidades y en otras no. Todo eso está dentro del menú de cosas que se pueden hacer.

De hecho hay una investigación que hizo Ceibal a partir del Laboratorio de Economía Comportamental, después de que se enviaron cartas a las familias para visibilizar el tema de la asistencia. A veces las familias no se dan cuenta de que si el niño o la niña falta tres días en un mes son 30 faltas a lo largo del año y 180 a lo largo de seis años, es decir, pierden un año entero. Esas son el tipo de cosas que podemos hacer, pero lo que falta ahí es meter al docente. No estoy de acuerdo con enviar cartas sin que el docente esté al tanto de la acción que se va a tomar. Y esto es otra cosa clave: hay que lograr recuperar la confianza en los docentes. En este período los docentes fueron culpabilizados de muchas cosas, había una cierta desconfianza sobre el rol del docente y es clave que sientan que las autoridades, que la sociedad, que las familias, que los estudiantes, confían en ese rol. Estoy convencida de que las cosas son colectivas y no individuales, y pretendemos escuchar la voz de los docentes. 

Durante todo el período de gestión actual, los distintos colectivos docentes aseguraron que no tuvieron una “participación real”. ¿Cuál va a ser su rol en este nuevo quinquenio? 

Totalmente. Eso tiene que cambiar porque la voz de los docentes es fundamental. No podemos hacer nada sin escuchar a los docentes, son uno de los actores importantes en esto, como también lo son las familias, que necesitamos que estén más cerca, que sean parte de estos acuerdos colectivos, y para eso hay que generar los espacios de participación. 

¿Cuáles serán esos espacios de participación? 

Una de las cosas que vamos a hacer es trabajar como si fuese un consejo, aunque sabemos que no lo es, y generar espacios de sesiones dentro de Primaria, como cuando era consejo, pero no con una idea de volver atrás, sino de ir para adelante, creyendo que los procesos son colectivos. Nos vamos a sentar en la mesa del consejo, que no es consejo, junto con la subdirectora, Selva Pérez –que fue inspectora técnica y tiene un acumulado gigante dentro de Primaria y es mi aliada primera en esto–, la secretaria docente –que todavía estamos definiendo quién va a ser, pero también va a ser alguien muy de adentro–, la persona que ocupa el cargo de secretaría general, de prosecretaría, y eventualmente invitaremos, sin dudas, a alguien de la ATD [Asamblea Técnico Docente] y a alguien de la Inspección Técnica para participar en aquellas conversaciones que interese abrir. El sindicato también debería de estar presente.

Decías que también quieren la participación de las familias.

Hay que buscar la forma de que la familia se sienta invitada a las escuelas, pero que también sienta que si quiere hacer un planteo de otro tipo, como Familias Organizadas de la Escuela Pública o las Madres del Cerro, por ejemplo, sientan que su voz vale y que van a ser escuchados. Esa es la disposición que tenemos.

Caggiani y Pérez han señalado que el ausentismo escolar es un “fenómeno complejo”, que requiere un trabajo estatal y la participación en el territorio. ¿Se necesitan ampliar redes para poder abordar esta situación? 

Hace décadas que sabemos que la escuela sola no puede. Pero eso y que requiera de lo interinstitucional, porque es fundamental esa articulación con otras instituciones, no la exime de la responsabilidad que tiene. Es la institución con mayor penetración territorial, es decir, no hay pueblo, ciudad, departamento de nuestro país que no tenga una escuela. Somos los que estamos más cerca de las familias, de las comunidades, de los niños, de toda la cuestión comunitaria. Entonces, la escuela sola no puede, es clave la articulación con otras instituciones del Estado, es clave que el Estado esté más presente en territorio, pero la escuela está y asumimos esa responsabilidad.

Una de las principales propuestas de campaña del Frente Amplio en materia educativa fue aumentar 50% las escuelas con extensión del tiempo pedagógico. ¿Estas acciones pueden impactar en el ausentismo? ¿Tienen un plan concreto de cómo irán a materializar las propuestas, como, por ejemplo, si priorizarán zonas y quintiles? 

Hay dos líneas que se interrelacionan: la extensión del tiempo pedagógico y tender a la universalización del nivel 3 [años]. Cuando uno establece un plan de obras, que ya está establecido y solicitado, puede generar una georreferenciación para decir que al lado de una escuela que hoy existe se va a crear otra. Ahí uno puede pensar que alguna de las dos escuelas eventualmente se transforme en una modalidad de extensión del tiempo y que en la otra se pueda establecer algún mecanismo para que exista nivel 3.

Respecto de la extensión del tiempo pedagógico, no es necesariamente tiempo completo. Hay otras modalidades, como el tiempo extendido o los jardines de jornada completa, pero también se extiende el tiempo cuando, por ejemplo, miramos el verano educativo. Ahí hay una extensión del tiempo que no es en la jornada escolar, sino a lo largo del año escolar, y que es una propuesta muy demandada. También se extiende el tiempo si pensamos en otras modalidades que hoy no existen. Hay que ser muy creativos, pero hay otras cosas que se pueden hacer, que se hacen en otros lugares del mundo, que tienen que ver con tiempos optativos para la familia. Hay un plan de obras que existe en Primaria y ya está en marcha algunas escuelas en construcción, otras planificadas y proyectadas, y cuando recibamos ese material, en función de eso vamos a poder ver qué movimientos hacemos para ir con la línea de la extensión del tiempo y la extensión hacia el nivel 3, porque nos parece clave fortalecer los comienzos. 

¿Qué pasará con la alimentación en estos casos y en la educación primaria en general? ¿Piensan modificar lo establecido?

De esto no tengo mucho para decirte más que estamos trabajando en un equipo para pensar muchas de estas cosas que nos inquietan. Es clave la alimentación escolar. Hay que rever qué es lo que hay y cómo se optimiza, y después veremos en clave presupuestal si hay algo que haya que agregar. Dependerá un poco de las modalidades de extensión.

Con respecto a la transformación educativa: ¿cuál creés que es su incidencia en Primaria?

Hay dos o tres cosas que impactaron con fuerza y otras que no. Si uno piensa en la transformación y sus diversos documentos, te diría que los contenidos del programa, lo que se enseña en cada una de las áreas del conocimiento, son prácticamente los mismos que antes, sólo hay cambios de algunos temas que pasaron de un grado al siguiente. Respecto de las modalidades de enseñanza, ya se estaba en un camino de trabajo con metodologías activas, con innovaciones, y ahí me preocupa repensar el rol de la escuela: ¿qué cosas ameritan innovaciones y qué cosas conservamos? En la función tradicional de la escuela, tiene que transmitir la cultura a las generaciones siguientes. Y ahí me pregunto si todo es materia de innovación. ¿Cuáles son aquellas cosas que mantenemos para las generaciones siguientes? 

Por último, la transformación trajo una serie de requisitos administrativos que cargaron mucho a los docentes, inspectores y directores, en términos más burocráticos, de papeleo. Allí hay que hacer una revisión exhaustiva de qué cosas hacemos y para qué. El papel que completo sólo para cumplir y que sigue la vía jerárquica y no conduce a ninguna acción es un papel que solamente implica una pérdida de tiempo. Ahí entra de vuelta la confianza de los docentes. Y lo mismo pasa en cuanto a los funcionarios no docentes, que Primaria tiene un montón y hacen a las condiciones de educabilidad: desde las personas que cocinan a quienes llevan los expedientes en Primaria. También hay que revisar la rutinización de los procesos burocráticos para generar más agilidad. Hay expedientes que pasan mucho tiempo en algunas secciones; estos cambios en la gobernanza, de pasar de consejo a dirección general, tenían como promesa la agilidad de los trámites y no se concretó. Esas son cosas que también nos interesa revisar.

Las propias autoridades entrantes hablaron de revisar el Marco Curricular Nacional. ¿Lo establecido a nivel administrativo sería lo único que modificarías? 

Nosotros no venimos a hacer una nueva reforma, eso tiene que quedar claro. Tampoco venimos a restituir lo que pasaba antes de estos cinco años. Hay cosas que se hicieron que iban en la misma línea de lo que veníamos haciendo antes y hay cosas que no. Pero creo que todo es plausible de ser revisado: poder mejorar aquellas cosas que son mejorables en la transformación o en otros temas y mantener aquellas cosas que creemos que valen la pena, además de poner otras sobre la mesa. Igualmente, todo esto es trabajo colectivo, equipos que van a estar trabajando en hacer esas revisiones, planteando alternativas de optimización y estrategias que permitan modificar aquellas cosas que en el colectivo se crea necesario modificar. 

Señalaste que en este período se continuaron algunas líneas y que otras fueron nuevas y deberían reverse. ¿A qué te referís? 

La extensión del tiempo pedagógico era uno de los lineamientos del quinquenio anterior, se mantuvo en este y seguro se va a mantener en el próximo, porque la escuela vira hacia esa modalidad, aunque soy de la idea de mantener escuelas comunes, de tiempo simple, para que las familias puedan elegir cuál es la modalidad que más se adecúa a su cotidianidad, a sus necesidades. También se continuó con la línea de la inclusión educativa, que refiere a muchos aspectos, como, por ejemplo, migrantes, así como la expansión de la educación física, de la educación artística o de las segundas lenguas. ¿Quién podría estar en contra de estas cosas que todos sabemos que son ganancias? Por otra parte, creo que todo lo relacionado a la transformación educativa amerita revisión, así como la cuestión de cómo se gestionó la alimentación. 

La transformación educativa también establece que los niños y niñas de primero, tercero y quinto año no puedan repetir. ¿Cómo evaluás específicamente estos puntos? ¿Creés que tiene un impacto en los aprendizajes?

Estoy participando en una investigación que se llama De Primero a Segundo, que lo que hace es seguir a los niños que pasaron de primero a segundo con calificaciones insuficientes: uno, dos, tres y cuatro. Esos niños el año pasado estaban en segundo año y habían pasado de primero del año anterior con esas calificaciones, y eran el 10% de la matrícula. Es decir, el mismo 10% que hubiese repetido primero. La repetición por sí sola no es un dispositivo pedagógico que colabore en mejorar los aprendizajes. No se trata de que, si repite, entonces va a aprender porque lo hace de nuevo. A priori, en ese sentido, no estoy de acuerdo con la repetición, pero sí estoy de acuerdo con generar apoyos oportunos para que los chiquilines puedan mejorar sus aprendizajes y promover al año siguiente habiendo alcanzado las metas o los logros que uno se propone para cada uno de los años.

Ahora bien, si esos apoyos no existen o por lo menos no existen para todos los niños, tiene que haber una opción de generarle al niño otra oportunidad. Y esa otra oportunidad es recursar el grado. Lo que vimos en esta investigación es que, de los niños que habían pasado con uno, dos, tres y cuatro a segundo año, algunos tuvieron apoyos en segundo año y otros no. Lo interesante de esto es que la mitad de los niños que habían pasado de primero a segundo con calificaciones de uno a cuatro repitieron segundo y la otra mitad no. Entonces, nos muestra que algunos niños lograron llegar al final del segundo con lo esperado para ir a tercero en 2025 y la mitad de los niños no. Tenemos niños en estas condiciones prácticamente en todas las escuelas y hay que ver de qué manera estos apoyos pueden redundar en mejoras en los aprendizajes. 

¿Piensan sistematizar si los que sí llegaron tuvieron apoyo y los otros no? 

Estamos en eso, porque lo vamos a presentar el mes que viene. Ahí vamos a poder hacer alguna cosita sobre los apoyos y también sobre la asistencia, que es una de mis grandes preocupaciones.

Entonces, tu línea de pensamiento sería lograr que haya apoyos para todas las niñas y niños que asistan a las escuelas públicas del país. 

Es muy difícil, pero tendría que asegurarse ese apoyo y la voz del docente, porque el apoyo a veces tampoco es suficiente. Hay que pensar de qué manera estructuramos esto para que la voz del docente esté presente en esa decisión, sobre todo de primero a segundo, porque me preocupan los comienzos. Habría que ver qué hacemos con el tema de la repetición en primero; quizás generar algunos mecanismos de excepcionalidad. 

¿Y en los otros años? 

Tercero y quinto es distinto, hay algunas bases que ya están y que podrían seguir con apoyo o con menos apoyo y poder avanzar. Pero es aún mayor aprendizaje a pesar del plan.

¿Sobre qué te gustaría decir, al terminar el período, “lo hicimos”? 

Mi gran preocupación es la asistencia, que, además, está atravesada por la desigualdad. Seguro que no va a ser posible terminar con la desigualdad, porque se trata de una cuestión estructural, pero sí tratar de ofrecer las mejores oportunidades para todos y todas las niñas del país. Yo no vengo acá a hacer política, vengo a trabajar. No vengo acá sola, vengo en colectivo. Hay un equipo de trabajo y estamos pensando cosas para generar las mejores oportunidades para todos, que sabemos que tienen líneas de arranque diferentes, que son difíciles de cambiar, pero si no creyéramos que los destinos se pueden torcer, no estaríamos en la educación, porque ya estaría todo previamente establecido.

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