561 maestros y maestras comunitarias de todo el país fueron invitadas por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) al Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, este viernes a la mañana, para conmemorar los 20 años del Programa Maestros Comunitarios, evento que abarca actividades durante el viernes y el sábado, incluida una gala en el teatro Solís y un almuerzo con el presidente de la República, Yamandú Orsi.
“Lo que ustedes son, lo que encarnan, nació de la sociedad civil, de una valiente en particular que se animó a hacer algo distinto porque la propia sociedad clamaba por una intervención diferente”, señaló la vicepresidenta de la República, Carolina Cosse, quien emitió las palabras de apertura al evento.
Cosse recordó que a partir de “esa lucha de la sociedad civil”, que concretamente se produjo por medio de la organización El Abrojo, creadora de la iniciativa, el primer gobierno frenteamplista, encabezado por Tabaré Vázquez, tuvo “la sensibilidad progresista necesaria para que esa iniciativa se convirtiera en política pública, y eso es lo que festejamos hoy”. Asimismo, planteó que es una oportunidad para reflexionar y “seguir profundizando esta política pública” que tiene “potencial”.
Sebastián Valdomir, presidente de la Cámara de Representantes, le siguió la palabra, y enfatizó en que previo al inicio de la discusión presupuestal en el Parlamento, “es importante recordar que más de 16.000 niños pasan por este programa por año” y “eso hay que multiplicarlo, reproducirlo”, lo que requiere de recursos.
Justamente, la directora general de Educación Inicial y Primaria (DGEIP), Gabriela Salsamendi, resaltó en la mesa de apertura de la conmemoración que durante los 20 años desde que el programa se pensó “pasó por matices y colores”. Es necesario “repensarlo” y para ello “necesitaremos presupuesto”, aseguró. Ejemplificó con que hay algunos meses del año en que maestros y maestras comunitarias no cobran, lo que recibió el aplauso de todos y todas las presentes. “Sepan que vamos a hacer todo el esfuerzo posible para que esto suceda”, continuó la directora general.
Asimismo, subrayó que el programa es “tan querido” y ha sufrido “tantas transformaciones, tantos matices”, que hoy deberá responder “a nuevas preguntas” y atender “nuevos problemas”. Más allá de enfrentarse a estos “nuevos desafíos”, la jerarca destacó que debe seguir teniendo como horizonte el bienestar y la felicidad de niños y niñas, además de marcar la importancia de su dimensión de trabajo y pienso colectivo.
Carolina Cosse, el 15 de agosto, durante el encuentro por los 20 años del Programa Maestros Comunitarios, en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo.
Foto: Rodrigo Viera Amaral
En diálogo con la diaria, Salsamendi especificó que una de las transformaciones que ha sufrido el programa tiene que ver con la incorporación en el período de gobierno pasado de la figura del maestro comunitario articulador. Según detalló, esta figura “estaba centralizada en la inspección, y la inspección la mandaba, eventualmente, a una escuela en un momento o a otra escuela en otro”. Según la visión de la dirección actual, “allí se pierde este saber comunitario, este conocimiento de la comunidad, este entramado que nos interesa recuperar, porque esa figura probablemente no conozca a las comunidades de cada una de las escuelas a las que lo mandan”.
Por esa razón, parte de los lineamientos a revisar es que los y las maestras comunitarias vuelvan a “las escuelas, a recorrer las calles, caminar a las casas y a estar con las comunidades de verdad”. De acuerdo con Salsamendi, el cambio durante el período pasado no se corresponde únicamente con “un cambio de administración”, sino que se vincula también con el momento de pandemia, que “hizo que no pudiesen los maestros comunitarios salir a recorrer las casas”.
Por otro lado, marcó que, como Uruguay tiene a “uno de cada tres niños bajo la línea de pobreza, el Estado tiene que estar presente”. “Desde educación primaria queremos que esa presencia esté dada por las maestras, con la túnica puesta, recorriendo los territorios”, completó Salsamendi.
Asimismo, señaló que existen “nuevos problemas” y “nuevas preguntas” en relación con el inicio del programa, que hacen que se deba “actualizar, recuperando probablemente muchas de estas señas de identidad del momento en que nació hace 20 años, pero también poniendo en juego otras cosas nuevas que hace 20 años no estaban”. Como ejemplo, mencionó “los temas de convivencia relacionados con el narcotráfico, que hace 20 años no los vivíamos del mismo modo en que se viven hoy en las escuelas, y eso requiere respuestas nuevas a esas viejas preguntas y a esas necesidades”.
En la línea de repensar el programa, la DGEIP pretende que alcance a todas las escuelas de quintil 1 y 2: “Nos encantaría llegar en este período y vamos a trabajar para hacer el esfuerzo en ese sentido, de manera que todas esas escuelas tengan un maestro comunitario, más allá de las Escuelas Aprender, que hoy lo tienen”. Y para ello se requiere presupuesto: “Esperemos que levanten la mano en esta casa cuando toque votar”, dijo Salsamendi.
Foto: Rodrigo Viera Amaral
Programa Maestros Comunitarios: “Es parte de algo que florece cuando se lo riega”
En la mesa de apertura, Salsamendi recordó que el programa “nació en un contexto de crisis en el que era necesario atender dificultades particulares” y, a pesar de que “hoy estamos en un contexto distinto, hay muchos puntos de contacto con esa crisis: la tercera parte de nuestras infancias está viviendo en situaciones de mucha vulnerabilidad”, aseguró.
En ese marco, dijo que quienes están en las escuelas lo ven “todos los días” y se enfrentan a “comunidades con miedos, amenazadas, con mucha vulnerabilidad”, pero también con “un entramado que hace una red muy fuerte” desde donde trabajan los maestros y las maestras comunitarias.
La directora recordó que cuando nació el programa, se intentaba “no replicar las estructuras tradicionales que tenemos en las escuelas”, lo que significa “un riesgo en varios sentidos: primero, cuando se empieza un programa se manifiesta que las estructuras rígidas se tienden a torcer”. “Sin embargo, creo que tienen que tener flexibilidad y que quienes lo tejen, el entramado, puedan generar los cambios y transformaciones para estos niños”, aseguró.
El segundo riesgo que “siempre está latente”, desde los inicios, es “repetir lo mismo”: “hacer en el trabajo comunitario lo mismo que pasa en la escuela”, dijo. Y agregó: “estos desafíos nos interpelan, nos piden arriesgarnos, pensar cosas nuevas, transformar y mirar los ojos de los niños y niñas de acuerdo con sus necesidades, acompañar estas comunidades en este tejido del entramado de lo comunitario”, resumió.
“Es parte de una construcción que tiene décadas, de un ejercicio profesional de una perspectiva de construir una patria donde quepamos todos y todas”, dijo, por otra parte, el presidente de la ANEP, Pablo Caggiani, sobre el programa. Además, enfatizó en que “las maestras comunitarias fueron las locomotoras de la inclusión social, de ir a buscar a los que faltaban, de sacar a las mamás complicadas, hasta que se las dejó de regar”. “Esto nos tiene que servir para aprender que el Estado nunca puede dejar de regar a los actores que garantizan derechos, promueven oportunidades, los que le cambian la vida a la gente”, subrayó Caggiani.
Foto: Rodrigo Viera Amaral
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