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Denise Hernández y Adriana Suárez, el 20 de agosto, en la Escuela 157.

Foto: Gianni Schiaffarino

Colectivo docente impulsa que escuela 157 de Villa García lleve el nombre de José Pedro Martínez Matonte

7 minutos de lectura
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Junto con vecinos y exalumnos juntan firmas para que quien fuera director y referente barrial durante más de 20 años sea reconocido y, a su vez, se reconozca la identidad del centro educativo.

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La escuela 157 está en el barrio Villa García de Montevideo, sobre la ruta 8 y muy cerca del límite con Canelones. Si bien tiene un fuerte arraigo en la comunidad, su nombre formal, Treinta y Tres Orientales, no es muy conocido. De hecho, quienes se refieren al centro educativo hablan de “la escuela de la Villa” o de “la escuela de Matonte”.

José Pedro Martínez Matonte fue su director durante más de 20 años. Después de haber sido maestro en dos escuelas rurales –una de su Durazno natal y otra de Tacuarembó– durante cinco años, llegó a la escuela en 1952, cuando la zona era más rural que urbana. Su único pedido para ser director de una escuela fue que hubiera una habituación en la que pudiera vivir. De esa manera un tanto casual comenzó su historia en Villa García.

Allí implementó un proyecto de escuela de puertas abiertas durante todo el año, para lo que recibió el apoyo del inspector de zona, el maestro Julio Castro. Algunos de los hitos más destacados de su gestión fueron la creación de un liceo popular, para atender la falta de ese tipo de propuestas en la zona, y la creación de la Unidad Educacional Cooperaria (UEC). Según escribieron en 2021 en la revista Quehacer Educativo Denise Hernández y Verónica Pereiro, actuales subdirectora y secretaria de la escuela, la UEC estaba formada por tres cooperativas: una agraria escolar, gracias a la que se autogestionaba el comedor del centro educativo; una habitacional, para arreglar y proyectar el edificio escolar; y una artesanal, encargada de llevar adelante talleres vocacionales y de la venta de lo generado en la UEC.

En 1975, la dictadura lo apartó del cargo y se lo llevó detenido desde la escuela, donde residía. También intentó “borrar” lo hecho durante las dos décadas anteriores y se llevó toda la documentación en la que se dejaba registro escrito de la experiencia, contó a la diaria Adriana Suárez, directora de la escuela 175. Pero eso no fue suficiente para borrar la huella que había dejado no sólo en el centro educativo, sino en el barrio entero. El legado de Martínez Matonte se transmitió de generación en generación de maestros y también de vecinos, en particular por exalumnos, y hasta fue inspiración de una obra de teatro.

En 2025, por iniciativa del equipo docente de la escuela, están juntando firmas para que el centro lleve el nombre de quien más influyó en la cultura institucional. “Esta escuela atrapa” y “el que se va vuelve” son frases que se escuchan desde su época y se mantienen en la actualidad. Algunas claves para que esto suceda tienen que ver con esa idea de trabajo comunitario y de afecto y preocupación por los niños y niñas que transitan actualmente las aulas del centro educativo, que se divide en dos turnos.

El cambio de nombre como una forma de reconocer la identidad del barrio y de la escuela

Sin desestimar la importancia que tuvieron los llamados 33 Orientales en la historia uruguaya, en el centro educativo consideran que el cambio de nombre permitirá reconocer de mejor manera la historia y la identidad del barrio y de su comunidad. Suárez, quien es maestra de esa escuela desde 1994, está a pocos meses de jubilarse y cayó en la cuenta de que era un buen momento para proponer formalmente el cambio de nombre, que debe llegar a la Dirección General de Educación Inicial y Primaria para luego ser aprobado por el Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública y así ser trasladado al Parlamento, que es el que tiene la decisión final.

Según explicó la directora, el cambio de nombre es una idea que se comenta en los pasillos de la escuela desde hace tiempo, pero la propuesta no se había concretado debido a distintos emergentes cotidianos que deben ser atendidos. “Es un tema de identidad, nos sentimos identificados con ese nombre”, resumió. Más allá de que la directora planteó la iniciativa, fue respaldada por todo el cuerpo docente de la escuela, que lo trasladó al barrio y comenzó una recolección de firmas, contó a la diaria Pereiro. También consultaron a la hija de Martínez Matonte, Silvia, quien manifestó su conformidad y, como la idea es poder avanzar rápidamente con el trámite, se fijaron como meta que la campaña de firmas culmine a fines de agosto.

Además de lo que implica el cambio de nombre para la comunidad de Villa García, las docentes señalaron que también sería un reconocimiento para una de las experiencias más innovadoras de la historia de la educación uruguaya, que perduró durante años y cuyos ideales y bases conceptuales siguen más que presentes en la actualidad.

“Con base en la educación permanente, Martínez Matonte desarrolló una pedagogía integral y situada, que combinó la educación formal con actividades cooperativas, sanitarias, culturales y productivas: comedor escolar, asistencia médica, cooperativas de pan, vivienda, huerta, periódicos escolares, cine, actividades artísticas y talleres abiertos al barrio. Creó un sistema de semiinternado para aquellos estudiantes que se encontraban en una mayor situación de vulnerabilidad. Su escuela no sólo enseñaba contenidos curriculares, sino que impulsaba un verdadero proyecto transformador, de emancipación social y participación ciudadana de puertas abiertas”, resume la fundamentación de la propuesta de nueva denominación para la escuela 157.

Si bien la obra de Martínez Matonte ha estado presente en la formación de estudiantes de magisterio de distintas formas e incluso ahora para una materia se les pide que hagan una visita de observación al centro educativo, quienes integran la comunidad de la escuela consideran que debería ser estudiada en profundidad, con una presencia curricular más sostenida. En ese sentido, plantean que el cambio de denominación del centro educativo podría contribuir a un mayor reconocimiento también a nivel de la educación magisterial.

El legado de Martínez Matonte que persiste en la actualidad

La presencia de Martínez Matonte en la actualidad de la escuela se pone de manifiesto de múltiples maneras. Una de ellas es la persistencia del espíritu transformador y de preocupación por el barrio y, en particular, por los niños que habitan en él y concurren a clases. “Nuestra escuela sigue siendo ese espacio de encuentro, de diálogo, de contención y de referencia para la comunidad de la que también formamos parte. Hemos crecido y desarrollado nuestra experiencia en una institución que se funde con el barrio, en un barrio que defiende su escuela”, plantea al respecto la fundamentación.

En particular, la directora destacó que las familias siguen recurriendo a la escuela y el centro educativo trabaja “en redes y con la comunidad”, más allá de que los tiempos y las dinámicas de la sociedad actual dificultan el mismo tipo de participación que se lograba décadas atrás. De hecho, Suárez, Pereiro y Hernández destacaron que ese perfil comunitario fue clave para su permanencia durante tantos años en el centro educativo. Las tres coinciden en que eligieron inicialmente la escuela 157 con la idea de que fuera un pasaje breve para luego trasladarse a una escuela más céntrica, pero la forma de trabajo las capturó. Además, muchas maestras y maestros de la escuela son también sus exalumnos o vecinos, lo que refuerza y confirma el sentido de pertenencia.

“A veces nosotros nos olvidamos un poco de los horarios, estamos horas de más y hacemos cosas que no tendríamos por qué hacer, pero no las hacemos obligados, es como que naturalmente se va dando”, contó Pereiro. Por su parte, la secretaria docente coincidió con sus colegas en que quienes no están afines a esa forma de trabajo más comunitaria “terminan eligiendo irse” bastante rápido del centro educativo.

Además, hasta el día de hoy persiste el vínculo con distintos estudiantes y profesionales universitarios que trabajan voluntariamente en la institución. Un vínculo clave en este sentido es el que tienen con el Programa Integral Metropolitano de la Universidad de la República, con el que trabajan en conjunto.

La presencia de Martínez Matonte en la escuela en la actualidad

“Hay algo en la escuela que te lleva a querer estar acá”, coincidieron las docentes, y agregaron que eso aplica para quienes permanecen desde hace muchos años y para quienes se han ido y luego eligen volver. En 2002, cuando tomó la efectividad del cargo en la 157, la inspectora de Primaria que le hizo firmar la toma de posesión le dijo a Pereiro que esa era la escuela ideal para ella. “Yo ni idea, lo que me importaba era que había un solo ómnibus para llegar y que la escuela fuera Aprender” para cobrar un extra, recordó, y agregó que esa mentalidad quedó a un lado al poco tiempo de empezar a trabajar.

Otro de los rasgos constitutivos del equipo docente que puede reconocerse en su historia es que sus integrantes discuten colectivamente sobre diversos temas de la realidad educativa y comunitaria, y una vez que llegan a acuerdos los argumentan y defienden con firmeza. Por ejemplo, contaron que en la escuela definieron no trabajar con el programa Ceibal en Inglés mediante videoconferencia y por eso sólo cuentan con profesores que dan clase de forma presencial. Tampoco hacen las llamadas “evaluaciones formativas en línea” de Primaria, porque consideran que no tienen en cuenta la realidad de lo que se trabaja en la escuela con los niños.

Las docentes reconocen que en algún momento de la historia de Primaria se le ha hecho fama de ser “una escuela difícil”, pero afirman que esto tiene que ver con que se preocupan por el bienestar de los niños y sus familias, y defienden sus derechos. “Acá teníamos directoras que le daban a cada maestra ocho cartelitos que decían ‘comedor’ y tenías que elegir como docente qué ocho niños iban a ir al comedor. Y los maestros que lográbamos que todos entraran al comedor eran los que ellos consideraban difíciles”, recordó Suárez. La clave para ir haciendo respetar sus puntos de vista es que se trata de un equipo docente numeroso y en su mayoría estable.

Además de en varios cuadros que están en la dirección, la presencia de Martínez Matonte se manifiesta de una manera un tanto espiritual para muchos de los integrantes del centro educativo. Cada tanto es frecuente que maestras, auxiliares o algún niño tenga la impresión de haber visto a un señor flaco con barba, en ocasiones tomando mate, como era su costumbre. Incluso han llegado a revisar salones ante la presunta presencia de un extraño, sin encontrar a nadie; también hablan de cosas que desaparecen y vuelven a aparecer en lugares donde ya las habían buscado. Las docentes relacionaron esas historias con “la idea de que Martínez Matonte acompaña siempre a este colectivo”.

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