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La mayoría parlamentaria

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En estas próximas semanas podremos finalmente tener respuesta sobre cinco preguntas fundamentales que nos desvelan. La primera, y para muchos la más importante, tendrá un primer hito en octubre y eventualmente terminaría de definirse en noviembre: si Peñarol saldrá o no campeón de la Copa Libertadores de América. Sería un evento fundamental para la historia de este país, una alegría inmensa para algunos, un momento de tensión para otros y una eventual etapa de terror para Garrincha, mi perro, que detesta los fuegos artificiales.

Luego hay cuatro preguntas más que refieren al otro gran tema de discusión en los asados uruguayos: la política. ¿Quién será el próximo presidente de la República? ¿Se aprobará el plebiscito sobre allanamientos nocturnos? ¿Se aprobará el plebiscito sobre seguridad social? ¿El Frente Amplio (FA) obtendrá mayoría parlamentaria?

La pregunta del presidente lo más probable es que se resuelva en noviembre. Sobre las preguntas de los plebiscitos, recomiendo leer la columna que Daniel Chasquetti sacó el sábado pasado. La que en este momento más me interesa y más incertidumbre me genera es la última, así que dedicaré las próximas líneas a dos puntos: qué se necesita para tener mayoría parlamentaria y cómo leer las encuestas para ver qué tan cerca o lejos está el FA de lograr ese objetivo.

El número mágico para tener mayoría parlamentaria

El cálculo para pasar de votos a bancas en el Parlamento, que se usa en Uruguay y en muchísimos países del mundo, sigue el procedimiento que un jurista belga llamado Victor D’Hondt inventó en 1878 (lamentablemente, el hombre tenía un apellido horrible con seis letras y una sola vocal, y encima un apóstrofo. No sé bien cómo se pronuncia, alguna vez escuché a alguno diciendo “dejont”, pero yo pronuncio “dont” nomás, que es más fácil, así que de ahora en adelante léase “sistema dont”). El sistema D’Hondt está muy bueno y básicamente es una forma de resolver un problema fundamental de la democracia: cómo pasar de una gran cantidad de votos (en nuestro caso, casi dos millones y medio) a un conjunto limitado de cargos (en nuestro caso, 30 en el Senado y 99 en Diputados). No voy a desarrollar cómo es el sistema de asignación de cocientes decrecientes, sino que simplemente me voy a limitar a aclarar algunas cosas que son útiles y que incluso pueden sonar contraintuitivas, pero son correctas.

Lo primero es que no hay por qué llegar al 50% de los votos para tener mayoría parlamentaria. La forma más fácil de entender por qué se da esto es porque para repartir las bancas no cuentan los votos en blanco ni los anulados; obviamente, no hay asientos en el Parlamento destinados a representantes de los que votaron en blanco ni de los que votaron anulado (aunque sería un experimento interesante, me imagino a uno de ellos siempre absteniéndose y al otro quejándose de que no le convence nada de lo que están haciendo). Por tanto, para determinar las bancas no se calcula sobre el 100% de los votos, sino sobre menos. Los votos en blanco y los anulados últimamente han oscilado entre 3% y 4% de los votos, o sea que los votos a partidos rondan el 96% o 97% de los votos emitidos. Y la mitad de eso no es 50%, sino algo más cercano a 48%.

Lo segundo es que no necesariamente hay que tener más votos que el resto de los partidos sumados para acceder a la mayoría parlamentaria. De hecho, el FA ya ha tenido mayoría parlamentaria teniendo menos votos que el resto. En 2009 tuvo 48,0% de los votos frente al 49,2% del resto de los partidos sumados, mientras que en 2014 tuvo 47,8% de los votos frente al 48,9% del resto. Con 30.000 y 25.000 votos menos que el resto de los partidos sumados, el FA llegó al diputado 50 y al senador 15 (más el vicepresidente) en esas dos elecciones, o sea, a la mayoría parlamentaria. La unión hace la fuerza, y las bancas.

Una tercera precisión, que tiene cierto vínculo con el párrafo anterior, es que la atomización de partidos chicos tiene su incidencia. De alguna manera, además de que para el cálculo de bancas “descartamos” los blancos y los anulados, también “descartamos” los votos de partidos pequeños que no llegan a una banca (para tener una idea aproximada, más o menos se necesitan 25.000 votos para tener un diputado y 75.000 para tener un senador). Por ejemplo, en 2019, el Partido Verde Animalista y el Partido Asamblea Popular tuvieron menos de 20.000 votos cada uno y, por tanto, no llegaron a un diputado (aunque si hubieran ido juntos hubieran tenido un diputado y, en consecuencia, otro partido hubiera tenido uno menos). Agreguemos entonces en este párrafo un dato de color: mientras que en 2009 y 2014 se presentaron cinco y siete partidos para votar, en 2024 tendremos 11.

Voy a poner un ejemplo extremo para mostrar hasta dónde teóricamente podría estirarse el número mágico de la mayoría parlamentaria. Para octubre tenemos para elegir entre 11 partidos. Supongamos que el FA saca 45%, el Partido Nacional 28%, el Partido Colorado 15%, Cabildo Abierto 2%, un 4% vota blanco o anulado y los demás siete partidos sacan 20.000 votos cada uno (o sea, un pelín por debajo del umbral para sacar un diputado). En un escenario así, el FA, con 45%, tendría 50 diputados y 16 senadores, o sea, mayoría parlamentaria directa en ambas cámaras. Este, obviamente, es un escenario extremo que no va a pasar, una casuística demasiado particular, pero muestra cómo todo está enganchado y cómo el límite para la mayoría parlamentaria depende de la votación de cada uno de los partidos.

Las encuestas y su lectura completa

Para ver si el FA va a tener mayoría parlamentaria se suele ir enseguida a mirar el dato de intención de voto. Yo hago lo mismo, pero intento tener cuidado y mirar todo el informe, en particular la cantidad de indecisos que muestra la encuesta.

En el gráfico que acompaña al artículo presento las últimas encuestas de Factum, Cifra, Equipos, Opción y Usina que muestran la intención de voto del FA y el porcentaje de indecisos más en blanco y anulados. También grafiqué una línea con el umbral mágico del 48% (que ya sabemos que no es una línea exacta, pero, simplemente para tener de referencia, usemos este valor que fue el que sacó el FA en 2009 y 2014 para alcanzar la mayoría parlamentaria).

Nótese que Factum, Cifra y Opción muestran una intención de voto de 44% para el FA. Pero son 44% bien diferentes, porque el de Factum ya tiene proyección de indecisos (el 4% que deja son sólo blancos y anulados), mientras que Opción y Cifra tienen 8% y 13% de indecisos, respectivamente. En este caso, el 44% de Factum está diciendo que el FA no tendría mayoría parlamentaria, mientras que en los escenarios de 44% de Opción y de Cifra perfectamente cabe el escenario de mayoría parlamentaria.

Veamos otro ejemplo más. Usina muestra 46% para el FA y Equipos, 43%, pero Usina presenta 8% de indecisos más blancos y anulados, mientras que Equipos presenta 15%. ¿Cuál está más cerca de la mayoría parlamentaria? No es tan claro, entonces, cuidado con mirar sólo el valor de intención de voto. Hay que tener un ojo ahí y otro en los indecisos.

En definitiva, restará esperar las últimas estimaciones de las encuestadoras (que muchas veces nos dan más información porque proyectan con más fineza la intención de los indecisos), y luego los resultados que la Corte Electoral emitirá el domingo 27 de octubre, para poder finalmente develar cómo quedará compuesto el Parlamento nacional.

Fernando Esponda es economista.

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