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Los comandos de campaña del Frente Amplio y del Partido Nacional coordinan, el 11 de noviembre, el debate en la Corte Electoral.

Foto: Ernesto Ryan

Debate presidencial: Orsi y Delgado deberían evitar discursos “generalistas” y apostar a propuestas concretas, según politólogo

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La politóloga Tamara Samudio remarcó la importancia del “día después” del debate, cuando el electorado más “apático” puede acceder a “la reproducción del debate en otras formas de comunicación”.

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Leído por Natalia Rodríguez Olmos.
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En Brasil, las elecciones generales de 2022 tuvieron ni más ni menos que cuatro cruces entre el entonces oficialista Jair Bolsonaro y el opositor Luiz Inácio Lula da Silva. En Argentina, el año pasado, Javier Milei mantuvo tres enfrentamientos en vivo y en directo con Sergio Massa. En Estados Unidos, republicanos y demócratas acordaron este año dos intercambios en televisión, uno de los cuales dejó por el camino al actual mandatario, Joe Biden. La campaña electoral uruguaya, en cambio, tendrá un solo debate presidencial, el próximo domingo, y será por mandato legal.

La Ley 19.827, vigente desde setiembre de 2019, establece la obligatoriedad de un debate entre los candidatos que hayan pasado a la segunda vuelta y al mismo tiempo dispone sanciones económicas para aquellos que se nieguen a participar. Fue así que en las pasadas elecciones Daniel Martínez (Frente Amplio, FA) y Luis Lacalle Pou (Partido Nacional, PN) cortaron una racha de 25 años sin debates televisivos entre candidatos a la presidencia.

Aunque no fue entre aspirantes a la presidencia, el debate que realmente inauguró las discusiones políticas a través de la pantalla fue el del 14 de noviembre de 1980, cuando en los estudios de Canal 4, entre cigarros y ceniceros, Enrique Tarigo y Eduardo Pons Etcheverry defendieron el No a la reforma constitucional de la dictadura ante Enrique Viana Reyes y Néstor Bolentini.

Posteriormente, el colorado Julio María Sanguinetti debatió públicamente con el nacionalista Alberto Zumarán en 1984, y en la campaña de 1989, Jorge Batlle discutió en nombre del Partido Colorado (PC) con Zumarán, Luis Lacalle Herrera, Carlos Julio Pereyra, Liber Seregni y Hugo Batalla, por separado, mano a mano; en 1994, Sanguinetti polemizó con el candidato único del FA, Tabaré Vázquez, quien ese mismo año protagonizó el último debate televisivo de la época junto a uno de los candidatos del PN, Juan Andrés Ramírez.

Luego transcurrieron cuatro elecciones sin intercambios entre los principales candidatos a la presidencia, ya que sí existieron debates entre postulantes de partidos con menor caudal electoral, como por ejemplo, el que mantuvieron Gustavo Salle (Partido Verde Animalista) y César Vega (PERI) en 2019, probablemente el primer debate televisivo que se realizó en horario matutino. Este domingo, los candidatos más votados de la primera vuelta, Yamandú Orsi (FA) y Álvaro Delgado (PN), debatirán a partir de las 21.00.

Tamara Samudio: “Se juega mucho en el día después”

La Ley 19.827 prosperó a instancias del entonces diputado del PC Fernando Amado, quien a fines de 2015 presentó un proyecto de ley para reglamentar la obligatoriedad de los debates presidenciales. En la exposición de motivos, Amado señalaba que tanto la existencia como la ausencia de dichos espacios pueden efectivamente “influir en un sentido u otro en el resultado electoral”, pero sostenía que “resulta imposible hablar de una relación lineal de causa-efecto”, dado que hay “muchos otros factores que pueden incidir en los resultados electorales, la mayoría fuera de control de los candidatos”.

Asimismo, Amado apuntaba que, “por sus propias características y la publicidad con que se les promociona”, los debates “suelen convocar a los sectores menos interesados en lo político”. Consultada al respecto, la politóloga Tamara Samudio dijo a la diaria que, en general, el electorado indeciso “es un poco más apático a la campaña”, por lo tanto, a su entender, “lo que se juega mucho en el debate [del próximo domingo] es en el día después”.

Samudio señaló que las personas indecisas “quizá pueden ni haberse enterado de que había un debate”, pero después probablemente accederán a contenidos parciales de la discusión a través de “la reproducción del debate en otras formas de comunicación”. “Las redes sociales han sido un partido en sí mismo dentro de las estrategias de campaña de cara a octubre, y creo que en esta última semana el debate puede jugar un rol muy importante”, apuntó.

En la misma línea, el politólogo Mauro Casa dijo a la diaria que existe “mucha posibilidad de que algo concreto del debate se pueda viralizar” en los días posteriores, e incluso “trascender el público más politizado”. En ese sentido, a su modo de ver, Orsi y Delgado deberían “evitar apelaciones demasiado generalistas” y apostar por “conectar con alguna propuesta concreta”.

A modo de ejemplo, Casa mencionó los 34.000 votos que hubo únicamente a favor del plebiscito de la seguridad social. “Ahí hay un voto cautivo que puede ser para el FA”, afirmó, y sostuvo que Orsi debería “hacer un guiño a la izquierda” y exponer en el debate que, en caso de que Delgado triunfe en el balotaje, “no hay reforma posible” del sistema previsional. “Delgado a esos votantes no va a apelar, porque él es el candidato de este sistema de seguridad social”, añadió.

Para Casa, a ninguno de los dos candidatos le “funcionaría demasiado continuar con discursos muy generalistas”. “A una semana de la elección nacional, es un buen momento para tirar alguna idea fuerte que les permita controlar la conversación en los últimos días”, agregó.

En el último debate presidencial, mientras Lacalle Pou prometía que en su gobierno la Policía “solamente va a ir para adelante”, Martínez aprovechaba para anunciar a Gustavo Leal, en ese momento director de Convivencia y Seguridad Ciudadana, como eventual ministro del Interior del FA.

Para Samudio, un anuncio de este tipo difícilmente ocurra el próximo domingo, porque Orsi “ya ha mencionado que no estaba afín” a designar más ministros, y en el caso de Delgado, porque, “si bien seguramente hayan acuerdos que se hayan generado en el armado de este nuevo compromiso de gobierno, parece difícil que ya se haya definido quién ocuparía qué cargo”. Afirmó además que hasta ahora las dos estrategias de campaña “han sido muy moderadas” y, en ese marco, consideró que probablemente en el debate “ninguno de los dos salga de ese papel”.

Casa coincidió en que, en este momento de la campaña, “los comandos no quieren dejar nada al azar”. No obstante, consideró que, en el caso del FA, “debería haber aprendido de su campaña hacia la primera vuelta”, en la que “la estrategia de minimizar el riesgo no le funcionó mucho”. A su juicio, si no hubiese apelado a “una campaña ultraconservadora”, el FA podría “haber obtenido una mejor votación en octubre”.

El formato acordado “imposibilita un intercambio espontáneo”

En común acuerdo con los comandos de campaña de Orsi y Delgado, la Corte Electoral informó el martes de manera oficial cuáles serán los cinco bloques temáticos que tendrá el debate, así como los “minutos de exposición” de cada candidato. No está previsto que haya interrupciones, y tampoco preguntas por parte de los moderadores.

Al respecto, la Ley 19.827 establece que el debate deberá “garantizar la efectiva exposición e intercambio de posiciones” entre los candidatos y “los periodistas que puedan intervenir, según la modalidad de organización que se disponga”.

El proyecto de ley original de Amado establecía a texto expreso que, “como mínimo”, debía destinarse un bloque del debate para “la realización de preguntas de el o los moderadores”, los cuales serían seleccionados entre “periodistas de prestigio profesional y reconocida trayectoria”. Esto, que acabó quitándose de la ley, pretendía evitar al moderador “inspector de tránsito”, esto es, “un moderador que exclusivamente mida el tiempo y le diga al candidato cuándo es su turno para hablar”. “Hemos preferido al periodista porque entendemos que, por su posible rol 'estimulador', podría ser una forma de contribuir a la riqueza del debate”, argumentaba Amado en la exposición de motivos.

Samudio consideró que el esquema acordado responde a “la idiosincrasia que tiene nuestro sistema político” en general, y en particular, a “las estrategias de campaña de estos dos candidatos”. Sin embargo, sostuvo que este formato de debate “imposibilita un intercambio espontáneo”.

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