La noche del domingo fue de emociones. Noche de ver a las y los militantes en la calle, con lágrimas de alegría o de tristeza, mientras se anunciaban los resultados de las proyecciones de escrutinio, marcando el final de una larga carrera electoral. De escuchar los discursos de las fórmulas, apelando a hablar desde el corazón, reconstruyendo en pocos minutos trayectorias políticas individuales y colectivas, colocando la historia personal de cada orador/a en ese entramado que va construyendo una colectividad política, sabiendo que en ese mismo instante ponían un eslabón más en la cadena que une partidos y democracia. Una relación también afectiva, no sólo racional. Pero las emociones que se movieron allí distaron de ser las del rechazo, el enojo o el desencanto.
A diferencia de lo que fueron algunos episodios de campaña, de estilo confrontativo y de acentuación de una política excluyente de lo que se entendía como la alteridad política, si tuviera que repasar las palabras que resumen la jornada del domingo, los términos “acuerdo” y “diálogo” son los primeros en los que pienso. Por supuesto, queda por verse de qué forma se materializan estas palabras en los próximos cinco años, pero que existan estos gestos, en una campaña en la que la tentación de la exclusión que agobia la política en otros contextos no estuvo ausente, es una buena señal. Disentir no es odiar.
¿Por qué Orsi será presidente?
Hay muchas formas de abordar esta pregunta, que van desde lo estructural hasta lo coyuntural. Por lo general, cuando analizamos ciclos electorales recientes en América Latina nos encontramos con que los oficialismos tienen un camino más difícil que los partidos que compiten contra ellos, que pueden sostener la bandera del cambio y canalizar así parte del descontento en esperanza. Sin embargo, en el contexto actual, se daba la particularidad de que el presidente, Luis Lacalle Pou, mantenía un alto nivel de aprobación, y que uno de los principales activos de la campaña de Álvaro Delgado era darle continuidad a su gobierno. No obstante ello, también hay que tener en cuenta otros factores, como considerar que la valoración personal de Lacalle Pou no necesariamente se extiende a su gobierno ni a sus sucesores. Y a nivel de políticas tenemos la permanencia de problemas públicos que fueron tema de campaña cuando la coalición accedió al gobierno, pero que siguen estando entre las principales preocupaciones de los y las uruguayas hoy, como es el caso del paradigmático ejemplo de la seguridad pública. A esto se suman las fortalezas del Frente Amplio (FA) como oposición y situaciones coyunturales, que tienen que ver con las campañas en sí, y sus aciertos y desaciertos este año. En este sentido, la del FA se presentó más articulada que la del Partido Nacional primero y que la de la coalición después.
¿Cómo llegamos al escenario del domingo?
Las encuestas que se conocieron previo a la veda dieron como favorita a la fórmula Yamandú Orsi-Carolina Cosse, pero en un escenario muy competitivo, por lo que había incertidumbre respecto a lo que sucedería el domingo.
Existían, no obstante, algunos elementos más que inclinaban la balanza hacia la fórmula del FA, como el histórico comportamiento electoral diferencial en primera y segunda vuelta. En todas las instancias en que tuvimos balotaje, desde 1999, aunque no haya ganado la elección, el FA siempre logró aumentar votos de octubre a noviembre, mientras que la suma de los partidos que conocemos ahora como coalición perdía votos.
Esto arrojaba desafíos diferenciales para las fórmulas. Para la coalición, el principal desafío no era crecer sino evitar fugas de votos que los distintos partidos que la conforman habían tenido en octubre. En el caso del FA, partía de un piso muy sólido luego de las elecciones de octubre, pero para ganar tenía que crecer, como efectivamente sucedió. Y en ese sentido, el desafío era canalizar las fugas hacia su electorado.
Teníamos elementos que nos señalaban la existencia de estas fugas en este ciclo desde la coalición hacia el FA: en las encuestas que se realizaban desde la Usina de Percepción Ciudadana, veíamos que tanto el FA como el Partido Nacional retenían casi la totalidad de sus porcentajes de octubre de cara a la segunda vuelta, pero no ocurría lo mismo con otros partidos de la coalición. Además, en el último tramo de la campaña, la fórmula Orsi-Cosse sumó apoyos de dirigentes de partidos de la coalición, lo cual también pesa simbólicamente para mostrar que estas fugas existen. La minimización de este hecho por parte de figuras de la coalición, señalando la baja relevancia de estos y estas dirigentes, a la vez que se rigidizaban posturas de rechazo desde sus partidos de origen, quizá haya sido otro punto que jugó a favor de la estrategia del FA, dando incluso mayor visibilidad de estos hechos dentro de sus propias colectividades partidarias.
Intención de voto y dinámica de migración octubre-noviembre 2024
Votación octubre 2024 | Intención de voto Orsi-Cosse | Intención de voto Delgado-Ripoll | Intención de voto blanco y anulado | |
---|---|---|---|---|
Frente Amplio | 44% | 43% | 1% | - |
Partido Nacional | 27% | 1% | 26% | - |
Otros partidos de la Coalición | 20% | 2% | 18% | - |
Otros partidos | 4% | 2% | 1% | 1% |
Blanco y anulado | 5% | 1% | - | 4% |
Total | 100% | 49% | 46% | 5% |
Fuente: Usina de Percepción Ciudadana, relevamiento realizado del 15 al 18 de noviembre de 2024.
Por otra parte, teníamos un porcentaje pequeño pero muy significativo en este contexto de personas indecisas (alrededor de 170.000, según la última medición de la Usina). Por lo general, lo que observamos en este perfil es que se trata de personas más alejadas de la política (lo que a veces se tiende a interpretar como un sinónimo de posturas que tienden al centro, lo cual no siempre es así). En este último tramo de campaña se observó una estrategia de intentar llegar a estos segmentos, por ejemplo a través de ampliar la agenda de medios de la fórmula que encabezó Orsi (que tuvo una mucho mayor exposición que en la primera vuelta), pero también apuntando a lo territorial, dado que el interior del país era clave para captar este perfil del electorado.
En territorio
En cuanto a la distribución territorial del voto, la candidatura de Orsi prevaleció en los departamentos donde el FA es históricamente fuerte, como Montevideo y Canelones, pero también en Salto, Paysandú y San José. En los demás departamentos la coalición fue mayoritaria. Pero, de todas formas, es significativo el incremento en el interior del voto al FA respecto de las elecciones del ciclo anterior. Para analizar esto no hay una sola explicación, sino varios factores que se entrelazan. Algunos de ellos tienen que ver con la coyuntura y otros con elementos de mediano plazo, como el proceso de autocrítica pos 2019 que llevó adelante el FA y que implicó una extensa recorrida por diversos puntos del país generando instancias de intercambio con su militancia.
En cuanto a la campaña, el FA también puso un gran énfasis en fortalecer su presencia territorial fuera de Montevideo y hubo menciones muy pormenorizadas que implicaban este reconocimiento en el discurso final de su fórmula. Además, es significativo que tengamos un presidente electo que no es oriundo de la capital y que desarrolló su carrera política mayormente en el ámbito departamental del interior del país, algo extremadamente poco común en nuestra política.
Creo que esta dimensión territorial también ofrece pistas sobre la lógica de los acuerdos parlamentarios futuros.
Gobernabilidad y acuerdos
El FA partía de un escenario de mejor gobernabilidad que la coalición, ya que cuenta con mayoría en el Senado desde octubre. Sin embargo, en la cámara baja ninguno de los bloques tiene mayoría. En el caso de Identidad Soberana, que es independiente de los bloques, hasta ahora ha mantenido un discurso fuerte contra el sistema, por lo que no es claro cómo actuará (si se configura como un partido llave de las negociaciones, o si la llave permanece en los actores más tradicionales negociando entre sí).
Saliendo de la lógica de bloques estables durante todo el período, es posible que la negociación se realice de manera más puntual. Allí, puede que las alianzas territoriales jueguen un papel crucial, más allá de las estrictamente partidarias. También será interesante observar cómo se comportan los partidos de la coalición ahora que estarán en la oposición. La pregunta es si se mantendrán unidos como bloque o no. Los incentivos son muy distintos dependiendo de la situación, y aunque la coalición se ha fortalecido después de haber estado en el gobierno y en esta campaña hubo hitos de intento de articulación de una identidad coalicionista (el recurso de la confrontación de sus integrantes con el FA fue uno de sus puntos centrales), aún no forma un bloque con una identidad común suprapartidaria. Y ya tenemos algunos indicios de que partidos que hoy la conforman, como Cabildo Abierto, podrían tener una actitud de mayor apertura a la negociación, de acuerdo a lo que señaló su máximo referente, Guido Manini Ríos. También en este camino de consolidación de la vía coalicionista queda otro hito por recorrer: las elecciones departamentales del próximo año, en las que competirá formalmente como tal.
Agenda y representación
Por otra parte, el planteo del FA también recogió preocupaciones del movimiento social como la referida a la seguridad social, dando señales explícitas en ese sentido. Recordemos que en octubre hubo personas que votaron únicamente los plebiscitos sin votar ningún partido, y especialmente el referido a seguridad social convergía con el tipo de electorado que podía llegar a apoyar al FA. Ese era un segmento específico al que podía apuntar Orsi, y de hecho lo hizo; incluso se refirió concretamente a medidas y formas de llevarlas adelante en torno a este punto en el debate presidencial que tuvo con Delgado. Quizá este sea uno de los puntos que expliquen por qué no aumentó el voto en blanco y anulado de una instancia a otra, lo cual puede parecer contraintuitivo (por lo general, se espera que aumente en un balotaje, por la reducción de oferta). Sin embargo, en este caso, en octubre dentro del voto en blanco teníamos este voto en blanco parcial, y, según se aprecia en el cuadro de migración, podemos ver que un pequeño, pero significativo, porcentaje del voto en blanco tenía intención de votar la fórmula Orsi-Cosse. Una singularidad de esta elección, interesante a su vez para ver señales positivas de que en parte se logró canalizar el descontento hacia el apoyo a una opción concreta, que tendrá a su vez el desafío de incorporar estas demandas en agenda. También en este sentido la apuesta por el diálogo social como herramienta para abordar las políticas públicas fue un diferencial que marcó la campaña del FA, mientras que el discurso de Delgado hizo referencia a una visión más verticalista y jerárquica de entender la hechura de las políticas. Un diferencial que se dio en el plano de la ideología; una palabra, a diferencia de otras, tantas veces despreciada en esta campaña.
Marcela Schenck es politóloga.