“Me parece realmente una manifestación importantísima de los sectores de la producción y el trabajo, que intentan ver si se puede cambiar esta política económica que el gobierno está llevando adelante, causante, sin duda, entre otras cosas, de la situación que viven miles y miles de uruguayos de manera desesperante. Si el Poder Ejecutivo continúa llevando adelante este modelo económico, no va a haber cambios. La situación se va a agravar, lamentablemente, económica y socialmente. Creo que este es un buen llamado para que el gobierno deje de hacer oídos sordos. Esperemos que por lo menos cambien la conducción de la política económica”. Esto decía el 16 de abril de 2002 en una rueda de prensa quien dos años más tarde iba a ser electo presidente de la República, advirtiendo lo que iba a pasar en los meses subsiguientes. En ese momento, Tabaré Vázquez era el líder del Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), conformado por el Frente Amplio, la Corriente 78 (la génesis de Alianza Progresista) y el Partido Demócrata Cristiano, que se había desvinculado del FA en 1988.
Intentando emular la gigantesca movilización contra la dictadura cívico-militar del 27 de noviembre de 1983, conocida como “Río de libertad”, la Concertación para el Crecimiento convocó para ese 16 de abril de 2002 a una manifestación en torno al Obelisco, donde se leyó una proclama en reclamo de una mesa de negociación urgente “para delinear un proyecto nacional de desarrollo con todos los involucrados”, que tuviera en cuenta la reactivación del mercado interno, la generación de empleo, la defensa de la producción nacional, la reactivación del sector exportador, la potenciación del Estado como herramienta del desarrollo nacional y la apuesta a una mayor integración macroeconómica en el marco del Mercosur. La proclama de 1983 había sido leída por el prestigioso actor Alberto Candeau; la de 2002 estuvo a cargo de Delfi Galbiati, otro actor de trayectoria, ambos de la Comedia Nacional.
Los medios de comunicación manejaron la asistencia de unas 100.000 personas, 600 jinetes a caballo y decenas de tractores y máquinas agrícolas.
La Concertación para el Crecimiento se conformó desde distintos ámbitos que confluyeron hasta que comenzaron a tener reuniones semanales. Hubo reuniones en el ámbito del Parlamento, entre diciembre de 2001 y febrero de 2002, entre representantes de las gremiales agropecuarias, pequeñas empresas y sindicatos, y se redactó un documento con propuestas para reactivar la economía que fue presentado en enero, pero no obtuvo respuesta del gobierno encabezado por el presidente Jorge Batlle (Partido Colorado, PC). Dos senadores, Jorge Larrañaga, por el Partido Nacional (PN) y Reinaldo Gargano, por el FA, y la diputada Glenda Rondán, por el PC, se comprometieron a interceder para hacer llegar las demandas al entonces ministro de Economía y Finanzas, Alberto Bensión (PC). Finalmente el ministro concedió una reunión con dirigentes gremiales, pero excluyó al presidente de la Federación Rural, Gonzalo Gaggero.
Gustavo Bernini era dirigente de la Asociación de Bancarios del Uruguay (AEBU) y fue delegado de ese sindicato ante la Concertación para el Crecimiento. Sobre mitad de año concurría a las reuniones que comenzaron a realizarse en la sede de la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR), en la calle García Pintos esquina Agraciada. “Nos juntábamos todos los martes para buscar estrategias comunes de salida con la Federación Rural [FR], la Asociación Cultivadores de Arroz [ACA], con los sectores de la granja, las cooperativas agrarias, la propia CNFR, la Asociación Nacional de Micro y Pequeñas Empresas [Anmype]; para hacerla corta: las únicas dos gremiales que no participaron nunca fueron la Asociación de Bancos y la Asociación Rural del Uruguay”, relató a la diaria.
“La Federación Rural nunca se había sentado en la misma mesa con la central sindical”
El actual diputado del Movimiento de Participación Popular Alfredo Fratti, que por ese entonces era vicepresidente de la FR, contó a la diaria que el sector agropecuario ya venía “golpeado” desde antes de 2002. El legislador cree que la devaluación de la moneda en Brasil de enero de 1999 funcionó como un baño de realidad, porque el sector venía acumulando un atraso cambiario importante y los integrantes de las gremiales agropecuarias recorrían el Parlamento en busca de alternativas, pero no obtenían muchas respuestas.
El 13 de abril de 1999 las gremiales hicieron una manifestación en los alrededores del Palacio Legislativo. Se movilizaron primero por Libertador hasta 18 de Julio y desde allí fueron hasta la casa de gobierno que, por ese entonces, funcionaba en el edificio Libertad, en Jacinto Vera, actual sede de la Administración de los Servicios de Salud del Estado y del Instituto de Ortopedia y Traumatología. “Fue la manifestación más importante que recuerdo”, mencionó Fratti. También fue la antesala de la movilización que se iba a concretar el 16 de abril de 2002.
Al impacto de la situación económica de los países vecinos se sumó el fenómeno de la aftosa. En octubre de 2000 se constató el primer caso de la enfermedad, cuatro años después de que Uruguay fuera declarado país libre de aftosa. “Ahí fue cuando empezamos a mirar para el costado y nos dimos cuenta de que esto ya no era con el sector agropecuario, que había atravesado a enormes sectores de la sociedad, y empezamos a hablar con distintas personas”, contó Fratti.
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Uno de esos interlocutores fue el PIT-CNT. Hasta ese entonces, recuerda Fratti, la FR nunca se había sentado en la misma mesa con la central sindical. “En una charla con parlamentarios les dijimos: ‘Si no nos atienden vamos a tener que hablar con el PIT-CNT a ver qué podemos hacer’. Y nos dijeron: ‘Eso no es viable’”, apuntó.
¿Qué fue lo que llevó a tan variados representantes a coincidir en este espacio? Fratti cree que lo que los unió es que no estaban encontrando respuestas ni en el Parlamento ni en el gobierno. “En el Palacio Legislativo entendían, pero no le encontraban la vuelta para arreglar la situación y algunos que coincidían estaban en la oposición y no tenían muchas cartas para poder llevar adelante [los cambios]”, agregó.
El problema de fondo era que “el país se había parado”, sentencia Fratti, que recuerda que cuando viajaba en ómnibus los lunes a medianoche a la FR no había ningún camión en la ruta. El precio de la hectárea se disparó y la carne de un país con aftosa pasó a valer cuatro o cinco veces menos. “La preocupación nuestra, de todo el sector, no era solucionar el tema, porque la solución era a largo plazo, sino tratar de ganar tiempo para que no le remataran el campo a la gente y poder salir adelante pagando la deuda, como terminó ocurriendo. Obviamente que en el promedio, como dice [José] Mujica, los petisos se ahogan”, sostuvo Fratti, quien recordó que mucha gente se suicidó por no poder hacer frente a las deudas generadas por la crisis.
Una salida “ni violenta ni con exclusiones”
Para la exsenadora frenteamplista Ivonne Passada, por entonces integrante del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT, la alianza que se logró en 2002 se dio a partir de la profundización de “la confianza entre los sectores” que estaban de acuerdo con que la salida de la crisis no podía ser “ni violenta ni con exclusiones”. “Eso nos llevó a crear ese ámbito de confianza, que no era fácil, en un momento de tensión tan grande, cuando caían los trabajos y los números de afiliación de la propia central”, apuntó.
Passada recuerda que no todos estaban de acuerdo con generar esta alianza. “Por eso costó”, acotó. Para la exlegisladora, este consenso momentáneo fue un “mojón para el conocimiento mutuo” con actores de “miradas muy diferentes y posiciones muy diferentes”. A su entender, “indudablemente ayudó a que esas cosas sucedieran” y “preparó” al FA “para hacer una agenda propia”.
En el primer gobierno de la coalición de izquierda varias “leyes de cambio laboral fueron producto del amasado previo que hubo” entre los integrantes de la Concertación. “Todos y todas sabíamos que íbamos a la regulación de las ocho horas, porque había un movimiento sindical que estaba de acuerdo con que esto tenía que pasar en los gobiernos de izquierda y porque había un gobierno que estaba dispuesto a promoverla”, puso como ejemplo.
“La defensa de la institucionalidad también pasaba por estos acuerdos sociales”
Sobre la marcha al Obelisco, Bernini considera que fue “la movilización popular que se dio, que fue lo que canalizó la angustia de la gente y la búsqueda de soluciones, no fue que cada uno se tiró por su lado. Pero eso fue producto de un análisis político, de tejer acuerdos y de ser representativo de los trabajadores”.
Según el dirigente, “nadie se privaba de defender los intereses que tenía que defender; había algunos temas irreconciliables, por ejemplo entre el PIT-CNT y la FR, pero había objetivos comunes, y nos juntamos para tratar de hacer un mínimo común y trabajar juntos para eso”. Para Bernini, se trató de una “defensa de la institucionalidad”: “Prevaleció la tesis de que en un esquema de caos y caída del presidente se rompía el orden institucional y en ese esquema siempre, históricamente, ganan la derecha y el autoritarismo, y nos jodíamos los trabajadores. Entonces también la defensa de la institucionalidad pasaba por estos acuerdos sociales, que canalizaban toda la situación de apremio que vivía la gente”.
Bernini destaca a Fernando López, el entonces presidente de la CNFR, como fundamental para establecer la articulación entre los trabajadores y el sector rural, y también a Hugo Manini Ríos, presidente de ACA en ese entonces, que “estaba convencido de que la salida era buscar la unidad nacional, y fue un factor decisivo para atraer a la FR, por ejemplo, y al resto de los sectores rurales”.
También recuerda como otro mojón importante el proyecto de ley que elaboraron para atender la situación de endeudamiento bancario. “El objetivo era persuadir a los productores de que no alcanzaba con decir ‘no pagamos nada, que nos perdonen la deuda’, porque así el país no iba a salir adelante, y se elaboró un proyecto de ley a través del cual se daban indicaciones de cómo el BROU tenía que darles tratamiento a las deudas. Estuvimos a punto, nos faltó un solo voto”, recuerda, pero señala que más allá de que el proyecto no se aprobó, las instituciones bancarias por la vía administrativa sí tomaron en cuenta el análisis caso a caso de las deudas o la reprogramación de los vencimientos.
“No va más”
En el acto del 16 de abril, tanto Vázquez como Gaggero pidieron la renuncia del equipo económico encabezado por Bensión. “La gente convalidó la propuesta de cambio económico, que es la gran convergencia del día de hoy de toda esta ciudadanía y el campo, buscando el cambio económico para un país productivo. Que el país se nos cae a pedazos, se nos cae a pedazos; que la producción se cae, se cayó. Ahora la solución la tiene el sistema político, que debe estar sensibilizado por esta manifestación de cultura, de ciudadanía, de civismo y de democracia”, decía Gaggero a la prensa el día de la enorme manifestación.
En el acto de la Concertación para el Crecimiento participaron, entre otros, el senador Rafael Michelini, del Nuevo Espacio, sector que en 2004 conformó con el EP-FA la alianza EP-FA-Nueva Mayoría, los intendentes del PN Irineu Riet Correa (Rocha), Álvaro Lamas (Paysandú) y Eber da Rosa (Tacuarembó), y el intendente de Montevideo, Mariano Arana (FA).
La lectura de la proclama fue la actividad central de la movilización y su contenido fue un mensaje muy claro al gobierno de Batlle y, en particular, a Bensión. Para la Concertación el proyecto de país aplicado por el gobierno colorado “socava día a día el tejido social uruguayo” y señalaba “los problemas de la marginación y la exclusión social, los problemas de la seguridad ciudadana, el gravísimo problema de que en estos últimos años se viene agudizando la penosa diáspora de cientos de miles de uruguayos obligados al exilio”.
La proclama afirmó que “no existe otra forma de existencia social que no sea sobre la base del trabajo como actividad creadora de la vida”, que “es necesario abrirle paso entre todos a una estrategia de desarrollo productivo con una justa distribución de la riqueza”, y que es “necesaria la profundización” de la democracia. “Esta estrategia de desarrollo productivo sustentable y de justicia social no puede construirse solamente desde el sistema político; también debe participar en su elaboración el conjunto de la sociedad a través de sus organizaciones”, agregaba.
La lectura de Galbiati hizo hincapié en la situación económica, destacando cifras: “35% de las empresas han quebrado desde el 98 a la fecha”, “en el agro, 15 productores abandonan su explotación por día”, “más de 225.000 desocupados, desocupación que en algunos departamentos trepa hasta 20%”, “75.000 trabajadores estuvieron en el seguro de desempleo durante 2001”, “más de 500.000 trabajadores en condiciones de informalidad, subocupación o precariedad”, “jóvenes con los ojos puestos en emigrar” y “amplísimos sectores empresariales disconformes”.
“El país está paralizado. Estamos ante una emergencia social y productiva. La falta de perspectivas y la irresponsabilidad del gobierno nos han conducido a esta situación. El modelo económico aplicado en los últimos 30 años atraviesa su fase de agotamiento definitivo. Ahora son necesarios cambios sustanciales en el modelo a seguir. Hemos acordado una serie de medidas e instrumentos concretos como ideas para un proceso de debate nacional con los ojos puestos en sacar al país de la crisis y abrirle paso a un proyecto de desarrollo productivo justo y sustentable”, expresaba la proclama, que llamaba a “poner el corazón, la cabeza y las manos a esta empresa histórica”. “Por todo esto convocamos a un gran movimiento para cambiar el país. Somos un pueblo rebelde, el del éxodo del pueblo oriental, el de la conquista de la democracia y el que ahora alumbrará las condiciones para un proyecto de país basado en el desarrollo productivo nacional, con justicia social que nos inserte en la región, rescatando así el legado artiguista para los de ahora y para los que vienen en el futuro”, concluía.
Entrado 2003 y con algunos objetivos encaminados, las reuniones y el espíritu inicial se fueron diluyendo. “La situación siguió siendo dramática, pero no con la incertidumbre con la que había arrancado”, menciona Bernini, que señala que, además, se acercaba la campaña electoral “y cada uno se iba para su trinchera”.
Pero esa confluencia de sectores diversos generó, a entender del dirigente bancario, “un frente de masas alternativo de alianzas sociales importante, que obviamente incidió, porque no era normal que estuviéramos en la misma trinchera con la FR, los arroceros, el PIT-CNT, y claro que sirvió, porque era la acumulación de fuerzas más grande que yo recuerde en la historia del país”.
La plataforma de la Concertación para el Crecimiento
- Reactivación del mercado interno, que representa 85% del PIB y es pilar fundamental en la generación de empleo.
- Defensa de la producción nacional frente a la presión de productos de fuera de la región altamente subsidiados.
- Reactivación del sector exportador mediante políticas comerciales activas como fuente imprescindible de recursos para atender nuestros compromisos internacionales y financiar nuestro crecimiento.
- Reformulación del papel del Estado potenciándolo como factor de desarrollo nacional y de respaldo del aparato productivo y como mecanismo de redistribución social de la riqueza.
- Reformulación del Mercosur y construcción de un mercado común integrado macroeconómicamente, de complementación productiva, democrático y solidario; no solamente es una condición necesaria para nuestro desarrollo económico, sino para el afianzamiento de nuestra soberanía.