Tener un embarazo no deseado no distingue edad, profesión ni situación económica. Por eso en la diaria hablamos con distintas mujeres que pasaron por una interrupción voluntaria del embarazo para que nos cuenten sus vivencias. En este caso, una profesional que durante años estudió el proceso lo terminó viviendo en persona. A continuación, su relato.
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Ya fue hace varios años, en 2015. Había terminado mi tesis de maestría, que era sobre las tensiones y las disputas en torno al aborto. Más allá de que yo tenía un montón de información y sabía mucho, fue un tema que cuando tuve que vivirlo fue muy difícil, [porque] te afloran todas las incertidumbres y todos los miedos. Estaba asustada, pero tampoco era que tenía miedo a morir o a terminar presa, eso lo tenemos que valorar.
Estaba en pareja desde hacía muchos años, ya había terminado mi maestría, estaba comenzando un poco como a despegar profesionalmente, y la realidad fue que me llevó menos de un minuto, de un segundo, tomar la decisión.
Tuve mucha suerte de contar con el apoyo de mi pareja –aunque siempre creí que este tipo de decisiones es de las mujeres– y en ese momento también me apoyé mucho en dos amigos.
Después del análisis de sangre, enseguida me dieron fecha para la ecografía. No te voy a decir que fue violenta, pero no estuvo buena. Me acuerdo de que el ecógrafo me hizo un comentario: “Ah, está grande”. El tipo no fue simpático ni muy amable, pero es el trato general en el sistema de salud, tampoco sentí que me trató mal porque me estaba haciendo una IVE.
Después tuve una entrevista con un tribunal y fueron súper amables, pero me acuerdo de que lo más difícil fue cuando me mandaron esos cinco días de reflexión. Yo ahí la pasé mal, tuve que hacer mucho esfuerzo mental y emocionalmente para no enloquecer; estaba segura de la decisión, yo no quería continuar con ese embarazo, estaba re segura, pero tenía que esperar esos días para avanzar. Salí de la consulta sintiéndome horrible, me vino como una especie de ataque de pánico, estaba como en un loop de saber que no lo quería pero lo tenía.
Mi pareja y mis amigos me ayudaban a no pensar, estaba todo el día con ellos, trabajaba desde mi casa y ahí estuve todos esos días con ellos todo el tiempo. Después de esos días fui al médico, me dieron las pastillas, ahí me explicaron lo que tenía que hacer y me fui.
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Mi pareja había leído mucho, me acompañó mucho, había leído todo lo que podía pasar. Pero en realidad me tomé la pastilla y la vomité. Fui a la emergencia de nuevo, a explicar todo lo que estaba pasando, y me dieron otra caja, así que al final me quedé con más pastillas de las que me correspondían.
Empecé el tratamiento de vuelta. Las tomé y tomé algo para no vomitarlas. Después todo lo que viene es la parte más horrible en cuanto al efecto físico. Ojalá nadie tenga que vivirlo, porque es muy doloroso. Es muy doloroso, muy.
El cuerpo se olvida después; les pasará también a las mujeres cuando tienen hijos, que después se olvidan y vuelven a tener más hijos, pero realmente en ese momento es jodido. Esa experiencia de la cantidad de sangre... no te lo esperás, y ahí se me fue todo lo que había estudiado. Es re difícil porque también es muy subjetivo lo que le pasa a cada una, pero realmente los dolores son horribles. Creo que nunca había sentido tanto dolor en mi vida.
Estuve varias horas con contracciones, como cuatro horas, hasta que en un momento expulsás. Todo lo que sucedió fue lo que me dijeron que iba a suceder cuando tuve esta entrevista con esta gente; lo que yo no sabía era eso, si estaba bien tanto dolor y tanta sangre, y ahí es como que el miedo se vuelve más real.
Después tuve que seguir tomando más misoprostol, por varios días, hasta que fui a hacerme el estudio [para comprobar] que estuviera todo bien, pero me siguió saliendo durante varias semanas que tenía algo en el útero, algo que no se había ido. Ahí me siguieron mandando un montón de pastillas, un montón de misoprostol.
Después de eso, yo no fui a la última consulta, la que es de anticoncepción. En ese momento no quise seguir con todo el proceso, quería que se terminara, y yo no quedé embarazada porque no sabía que me tenía que cuidar. No digo que no sea necesario ese paso, me parece que es un paso importante en otros contextos.
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En ese momento tuve que gastar como 4.000 pesos. Entre una consulta y otra, en los tickets, acá y allá, que tuve que pedir de nuevo misoprostol… Para mí en ese momento no era una dificultad, pero entiendo que para muchas mujeres puede llegar a ser una traba, ¿no? No es un proceso completamente gratis, o sea, 4.000 pesos es una plata, es en algunos casos el 30% de un salario. Además de eso, también me tuve que comprar Perifar 600, tomé muchos calmantes.
Después también pensé mucho en que el sistema de salud debería informarte mejor sobre todo lo que puede pasar; nadie me había dicho qué pasaba si vomitaba. Y después, lo sola que estás; yo estaba en mi casa con mi pareja, pero pensaba que muchas mujeres tienen que pasar por esto en relaciones violentas o mujeres que tienen que pasar por un aborto y al otro día llevar a los hijos a la escuela o ir a trabajar, haciendo como si nada hubiera pasado.
Pero pasa, todo es un proceso que lleva mucho tiempo y no se sabe tanto. Es una experiencia traumática en el momento, pero también creo que hay que desmitificar muchas cosas. Es una decisión puntual, en un momento. Hay que pensarlo un poco así.