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El síndrome de la abeja reina: el problema de las mujeres que tienen poder y no saben –ni quieren– derramarlo

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Entrevista con Olivia García-Velasco, investigadora española en liderazgo y género.

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En marzo de este año Lucía Topolansky, la mujer con el cargo de responsabilidad más alto en el gobierno, dijo en una entrevista que no es feminista. Esta declaración, que generó controversias, resulta ser común entre las mujeres que rompen el “techo de cristal” y acceden a cargos directivos históricamente ocupados por hombres. Olivia García-Velasco, doctora en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y docente e investigadora especializada en la mujer y el trabajo, realizó una tesis que atribuye estas actitudes a un síndrome: el síndrome de la abeja reina.

García-Velasco habló con la diaria sobre qué significa este fenómeno, qué herramientas posee la psicología para identificarlo y qué efectos tiene en la construcción de una posible sociedad con igualdad de género.

¿Cómo se define a las mujeres con síndrome de la abeja reina?

Son mujeres tradicionales, opuestas a los movimientos feministas, que piensan que todo lo que consiguen es debido a sus propios méritos y que nada tienen que ver las políticas de igualdad, la discriminación positiva o las cuotas [de género] en su carrera. Tienen una clara preferencia por rodearse de hombres y por no promover o ayudar a otras mujeres en el propio ámbito laboral, en el que muchas veces ellas pueden incidir.

¿Por qué decidiste realizar tu tesis de maestría sobre este tema?

Al principio quería hacer un tema relacionado con la mujer y el trabajo, por ejemplo conciliación e igualdad. Entonces hablé con el que iba a ser mi tutor de tesis y me dijo: “De eso ya hay mucho escrito, busca algo más original”. Y fue él mismo que me lo propuso. El tema se había estudiado en otros países, en Estados Unidos, en Sudáfrica, en Australia, pero aquí en España no. Cuando leí sobre el tema me pareció escandaloso. Es una discriminación entre mujeres, cuando se supone que nos tenemos que defender entre nosotras, ser leales entre nosotras. No se podía decir que fueran así todas las mujeres que están en el poder, pero sí que había un porcentaje que tenía este síndrome. La definición del síndrome la hicimos después, pero al leer testimonios tan parecidos en otras investigaciones dijimos: “Esto es un bombazo”. Hay que investigarlo y hay que hablarlo. Siempre estamos señalando al hombre; pues también hay mujeres que pueden ser antifeministas.

¿En qué se basó la investigación?

En primer lugar el objetivo era definir el síndrome de la abeja reina. Luego se confeccionó un modelo psicológico que se basó en determinadas hipótesis. Se dijo que las abejas reinas tenían una percepción de autoeficacia al trabajar con hombres y no con mujeres, se habló de la atribución interna de éxito, de un liderazgo centrado en tareas y no en personas –donde el objetivo es sacar el trabajo adelante independientemente de las relaciones personales– y por último, de una orientación a metas.

¿Cuáles fueron las etapas de investigación?

El proceso de investigación tuvo dos estudios, un estudio cualitativo y otro cuantitativo. Por un lado, el cualitativo se basó en entrevistas. Se entrevistó a 20 mujeres y a diez hombres. Luego, dentro de ahí tienes que buscar las características de la abeja reina. Yo lo que hice fue buscar directivas de España y directivos. Luego se hizo el estudio cuantitativo, que fue a través de un cuestionario en que participaron 383 personas, 220 mujeres y 163 hombres. Inicialmente se envió a 1.200, pero la respuesta no fue efectiva. Entonces se modificó la estrategia. Al final se llegó a una muestra representativa acorde al perfil, teniendo en cuenta que son personas con puestos de alta responsabilidad y que es difícil acceder a ellas.

¿A qué conclusiones arribaron al finalizar el estudio?

En el estudio cualitativo se comprobaron todas las hipótesis. Por ejemplo, en la atribución interna de éxito se comprobó que las directivas atribuían su éxito a su talento, a su habilidad y esfuerzo, y no a cuestiones de género, de recibir un supuesto trato favorable o desfavorable por eso. No percibían obstáculos ni en el acceso ni en el desarrollo de sus carreras profesionales. Lo que pasa con esto último es muy curioso, porque si bien no lo percibían para ellas, sí lo veían en otras directivas; decían “yo no, pero es verdad que otras tienen barreras externas como la maternidad y la conciliación, o barreras internas como la baja autoestima y la falta de iniciativa”. La mayoría de las directivas que entrevisté no se identificaban con las leyes de ayuda a las mujeres, que también es algo característico del síndrome de la abeja reina. Lo siguiente, que sería percepción de autoeficacia al trabajar con hombres y no con mujeres, también se confirmó. Las directivas resaltan “seguridad y armonía” al trabajar con hombres, e identificaban rivalidad en el trabajo entre mujeres a consecuencia de aspectos personales y no laborales, como el aspecto físico o el estatus emocional. Y sostenían que es “más entretenido trabajar con el sexo opuesto” y que se sentían más seguras y relajadas al trabajar con hombres. También a las directivas les agradaba “sentirse únicas” y que no hubiese otras mujeres haciéndoles sombra, como decían ellas. Por otra parte, varias directivas se sentían molestas con que otras mujeres adoptaran modelos masculinos, fuesen autoritarias o tuvieran una necesidad incesante de demostrar que eran válidas en ese puesto. Y luego, en general tanto las directivas como los directivos dicen identificar estas características en otras directivas que conocen: obsesión por demostrar su valía, extrapolar ciertas cuestiones al plano personal, excesiva atención al detalle, inseguridad a la hora de gestionar el trabajo y necesidad de aprobación. También se confirmó en el estudio cualitativo el liderazgo centrado en tareas y no en personas y la previsión de metas establecidas. El estudio cuantitativo confirmó la percepción de autoeficacia al trabajar con hombres y no con mujeres, y la previsión de metas establecidas.

Previamente mencionaste que las abejas reinas no suelen apoyar la legislatura que promueve mejoras para la vida de la mujer. Considerando que son mujeres que al estar en puestos de poder podrían contribuir a visibilizar las problemáticas de la desigualdad, ¿qué opinás sobre esto?

Es fuerte porque son ellas quienes, teniendo estos puestos, podrían ayudar. Las abejas reinas son antifeministas, pero yo creo que hay aquí varios problemas. El primero es que confunden victimismo con feminismo, y en realidad el feminismo es tan sólo defender los derechos y buscar la igualdad entre hombres y mujeres. No hay que confundir el feminismo, no es odio a los hombres, no tiene nada que ver con eso. Es simplemente una defensa a ultranza de la mujer. Y luego también creo que tiene mucho que ver el patriarcado. A medida que la sociedad avance hacia la igualdad, se supone que habrá menos patriarcado y podría haber también menos síndrome de abeja reina.

¿Cómo se relacionan las abejas reinas con el feminismo?

Por un lado se empoderan, porque dicen “yo puedo con todo”, y a lo mejor tú sí pero otras no. Porque a ti te vaya muy bien, seas una privilegiada y no tengas ningún problema en tu trabajo no tienes que olvidar que a lo mejor otras mujeres no han tenido las mismas oportunidades que tú. ¿Y entonces por qué no puede haber esas leyes de apoyo a las mujeres, esa discriminación positiva, esas cuotas? No tiene nada de malo. Y no pasa nada si ayudas a otras mujeres, ¿por qué no? Sí se lo pueden permitir. Da visibilidad a las tuyas.

¿Qué estrategias se tiene desde la psicología laboral en clave de género para revertir esta realidad de las abejas reinas?

Estaría muy bien que existan departamentos de gestión de la diversidad; eso no sólo puede aportar en cuestiones de género sino también para cuestiones étnicas. Saber cuántas mujeres hay en puestos directivos, cuántas hay en puestos medios, saber sobre la brecha salarial. Todo eso que se tiene que estar midiendo dentro de la empresa; ¿están cobrando lo mismo las mujeres que los hombres? Porque incluso ellas tienen más formación. Yo creo que sería eso, una gestión de la diversidad dentro de cada empresa y a nivel estatal también, por supuesto. En el 2008 en España se creó el Ministerio de Igualdad, y ahora simplemente es una Secretaría de Estado dentro del Ministerio de Sanidad.

¿Se redujo?

Efectivamente. Se redujo porque es lo que pasa siempre, porque al final todos estos temas de mujeres y de género parece que importan poco. Esto era así hasta el 8 de marzo de este año, que se lió parda [se armó lío]. Pero estos años anteriores parecía como que daba igual, que no había que preocuparse. Entonces, por supuesto, a nivel estatal y cada empresa, en la medida en la que pueda, debería comprometerse. Por otra parte, entiendo que una pyme no es igual que una multinacional.

¿Es posible una tendencia de reducción del síndrome de la abeja reina en caso de que la lucha feminista conquiste más terreno?

Estoy segura de que sí. Yo creo que es lógico, teniendo en cuenta que [el síndrome] puede ser fruto del patriarcado y que hay muchas ideas que están confusas. Ahora se usa mucho un término que se llama “misandria”, que es el odio o aversión hacia los hombres, y se está pensando que eso es ahora el nuevo feminismo, pero eso no tiene nada que ver. Entonces, cuando se entienda realmente el concepto, las propias mujeres que se creen antifeministas podrán decir: “Oye, pues a lo mejor yo también soy feminista”.

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