Si existe una app para gestionar cada actividad de la vida cotidiana, ¿por qué no crear una que sirva para apoyar y asesorar a mujeres en situaciones de violencia? La pregunta suena bastante lógica hoy, pero en 2015 todavía no se había materializado en ningún proyecto concreto. En ese entonces la artista francesa Diariata N’Diaye presentaba en las escuelas un espectáculo de slam en el que abordaba los distintos tipos de violencia machista, iniciativa que había servido de plataforma para que muchas jóvenes pudieran contar –a veces por primera vez– los abusos que habían sufrido.
El núcleo temático de la obra de N’Diaye no fue elegido al azar: surgió en el ocaso de un período de violencias que vivió en carne propia cuando era adolescente y que la obligó a dejar la casa de sus padres antes de terminar el liceo. Pese a las circunstancias, logró concluir los estudios, asistió a un curso de animación infantil y poco después encontró un trabajo vinculado a eso. En los ratos libres escribía canciones, muchas de ellas sobre la violencia de género. Con el correr del tiempo, esas letras se convirtieron en el hilo conductor del proyecto que desde hace 15 años se desarrolla en los salones de clase.
“En estos años me encontré con muchas jóvenes víctimas de violencia que no sabían cómo encontrar soluciones, aunque existían”, cuenta la artista francesa a la diaria. Decidió hacer algo al respecto y se puso en contacto con organizaciones y especialistas en el abordaje de estas situaciones para derivar a las adolescentes hacia esas estructuras. “Pienso que de manera inconsciente siempre me dirigí a las jóvenes porque a mí me hubiera gustado estar informada y saber que había asociaciones dispuestas a darme apoyo cuando pasé por eso”, explica N’Diaye.
Pero para la activista, que hoy tiene 36 años, ese gesto no era suficiente, y fue por más. “Me di cuenta de que había que hacer otra cosa por esas jóvenes: primero, adaptar las herramientas disponibles para brindarles información y sensibilizarlas; luego, crear una herramienta concreta que fuera útil para las víctimas, sus allegados y los testigos de las situaciones”, relata. Por eso en 2015 fundó la asociación Résonantes y lanzó App-Elles (“App-Ellas”), la primera aplicación móvil creada para ayudar a mujeres en situación de violencia.
La aplicación está disponible en Android e iOS, es gratuita y busca facilitar todos los trámites que tienen que hacer las mujeres que atraviesan situaciones de violencia. Los casos para los que se utiliza van desde la violencia intrafamiliar al acoso callejero. Se adapta al idioma predeterminado del teléfono y es anónima: para utilizarla sólo hace falta crear una cuenta con una dirección de correo electrónico. No es necesario dar el nombre, la edad ni ningún otro dato personal.
App-Elles tiene, en primer lugar, una función de alerta, que al ser activada les llega a tres personas de confianza que la usuaria haya seleccionado previamente. De inmediato, esas tres personas van a poder localizar a la mujer por GPS y escuchar lo que ocurre en tiempo real. La alerta queda automáticamente grabada, algo que puede servir después como prueba en caso de que la mujer haga la denuncia. Durante la alerta también se puede llamar a la Policía, explica N’Diaye, pero la aplicación da prioridad a las tres personas de confianza para que ellas estén al tanto y sean quienes alerten a los servicios de emergencia.
¿Por qué priorizar en una situación de riesgo a las personas allegadas antes que a la Policía? “Porque partimos de la observación en el terreno, que nos demostró que las mujeres víctimas de violencia, cuando están en dificultades, incluso si saben que deberían llamar a la Policía, no lo hacen y prefieren llamar a una persona de confianza”, responde la creadora de la aplicación. El objetivo de esta función de alerta es, entonces, “hacer más rápido lo que haríamos de manera natural, y multiplicar las chances de que esas personas estén disponibles, porque en vez de llamar a una llamamos a tres en simultáneo”. Tener a las personas de confianza también “sirve de pie para hablar con otros de las situaciones de violencia que enfrentamos”, dice N’Diaye.
La aplicación ofrece distintas formas de activar la alerta y la usuaria puede configurar la que le resulte más conveniente. La opción más discreta consiste en apretar el botón de encendido y apagado del teléfono cuatro veces seguidas, aunque también se puede alertar haciendo presión sobre un widget (especialmente diseñado para que no llame la atención) o a través de los auriculares, una alternativa útil sobre todo cuando la mujer se encuentra en un espacio público. Una cuarta posibilidad es lanzar la alerta a través de una pulsera electrónica, que tiene un costo y se puede adquirir en el sitio web oficial (en este caso cuesta 33 dólares) o por medio de organizaciones asociadas (16 dólares). La pulsera electrónica sola no hace nada: sólo funciona si está conectada por bluetooth a la aplicación. Para activar la alerta desde la pulsera basta con presionar la superficie del dispositivo durante cuatro segundos, por lo que las mujeres no tienen la necesidad de usar el celular, que a veces puede estar en el fondo de la cartera, bloqueado o incluso bajo control del agresor. El dispositivo electrónico viene con un cargador y la batería dura más o menos dos meses, dependiendo del uso.
Más que una alerta
La aplicación made in France tiene otras funciones más allá de la alerta, que responden a la necesidad de informar, asesorar y sensibilizar a las mujeres. A todas las mujeres. Por eso incluye el botón “Información”, con el que se accede a consejos prácticos –como por ejemplo los pasos a seguir para presentar una demanda judicial– y a un manual para distinguir los diferentes tipos de violencia. “Nos interesa que [las usuarias] estén al tanto también de las consecuencias que tienen estas violencias en la salud, porque sabemos que muchas víctimas no hacen el vínculo entre lo que han padecido y posibles perturbaciones físicas y psicológicas”, amplía N’Diaye.
Por otro lado está la tecla “Hablar de eso”, que permite a la usuaria ponerse en contacto con asociaciones locales y nacionales que aborden casos de violencia de género. La aplicación muestra todas las organizaciones que están cerca de la mujer y detalla las vías por las cuales se puede contactar. “Estamos trabajando para que la próxima versión de la aplicación también incluya las comisarías, la Gendarmería y los hospitales”, adelanta la artista y activista francesa.
Las opciones “Información” y “Hablar de eso” sólo están disponibles en los 13 países que, por el momento, han sido georreferenciados por el equipo de N’Diaye: Alemania, Argelia, Bélgica, Canadá, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Italia, Senegal, Suiza y Reino Unido. Las mujeres del resto de los países pueden utilizar la apliación pero no tienen cargada la información, por lo que en ese caso todo se reduce únicamente a la función de alerta.
Según el rastreo de Résonantes, la aplicación ya suma 15.000 descargas y tiene entre 1.500 y 1.600 usos por mes. “Entre esos usos tenemos personas que activan la alerta, personas que llaman a las asociaciones, personas que se informan y personas que utilizan todas las funcionalidades”, explica la encargada.
En tanto, hay cerca de 9.000 pulseras electrónicas en circulación. Además de Francia, la responsable ha recibido pedidos de Chile, Estados Unidos e Italia. El gobierno municipal de la región del noroeste francés Pays de la Loire, por ejemplo, compró 2.000 pulseras para que las asociaciones que trabajan en torno a estas temáticas las distribuyan a las mujeres en situación de violencia de forma gratuita. En el caso de Chile, un distribuidor independiente compró 200 pulseras para donar a organizaciones del país. N’Diaye considera importante enfatizar que la asociación Résonantes no vende las pulseras, sino que sólo las diseña y promueve. La fabricación y distribución están a cargo de una empresa.
El equipo de técnicos trabaja actualmente en la quinta versión de la aplicación, que se lanzará este año. La idea es que en la renovación se logre adaptar los servicios que ofrece al uso diario de las mujeres, de acuerdo con la información que ha sido recabada en estos casi cinco años. “Si, por ejemplo, nos encontramos con que las mujeres llaman por teléfono a las asociaciones con más frecuencia entre las 19.00 y las 23.00, y que las estructuras justo están cerradas en ese horario”, dice N’Diaye, “a nosotros nos permite transmitirles a esas organizaciones que quizás habría que repensar el horario en el que trabajan”.
También está en marcha una segunda versión de la pulsera electrónica, que podría incorporar una cámara y un micrófono para que la calidad de las imágenes y el audio que quedan grabados sean de mejor calidad.
Un aporte a la respuesta del Estado
La creadora de App-Elles asegura que la iniciativa fue pensada desde el principio como un “servicio público”, pero no hubo mucha receptividad por parte del Estado. “Cuando surgió la idea de la aplicación, en 2015, lo primero que hice fue ir a ver a representantes del gobierno que estaba en el poder en ese momento, y me dijeron que no”, recuerda la artista. Primero alegaron que “la gente no tenía confianza en las instituciones del Estado” y luego aseguraron que no había recursos humanos para destinar al proyecto. La activista francesa asegura que desde entonces trabajan “para demostrar la utilidad y eficacia” de la aplicación. “Una vez que quede demostrado, pienso que no va a haber razones para que no sea un compromiso de Estado”, asegura.
En realidad, en Francia ya existe desde 2014 un dispositivo de Estado para situaciones de violencia de género, el llamado Teléfono de Peligro Grave (“Téléphone Grave Danger”, en francés), que hoy en día es utilizado por cerca de 1.300 mujeres que denunciaron a su pareja. Se trata de un celular con un botón especial “de urgencia” ubicado en la parte de atrás, que al ser presionado activa una alarma que la contacta directamente con la Policía. Los funcionarios policiales podrán obtener así la ubicación exacta de la mujer vía GPS y deberán intervenir en menos de diez minutos.
Sin embargo, el acceso es limitado porque el teléfono es entregado por el procurador de la República cuando considera, después de un proceso judicial, que el dispositivo es necesario para proteger a la mujer en situación de violencia. Es decir que, para utilizarlo, las mujeres tienen que haber hecho antes la denuncia. “Nosotros pensamos en nuestro proyecto como algo complementario, porque nos dirigimos a mujeres que no están judicializadas, mujeres que todavía no han tenido la fuerza, el coraje o la posibilidad de hacer la denuncia”, afirma N’Diaye.
En Uruguay, las tobilleras electrónicas para casos de violencia de género también son dispuestas por una jueza o un juez después de una evaluación del riesgo, y en general tienen como objetivo supervisar que se cumplan las órdenes de no acercamiento del agresor a la denunciante. En el caso del programa uruguayo –que empezó a funcionar en 2016– tanto la víctima como el ofensor cuentan con dispositivos electrónicos.
En el caso de la denunciante, su equipo tiene la ubicación GPS, emite alertas en caso de violación de las medidas de no acercamiento, permite comunicarse con personal de la Dirección de Monitoreo Electrónico (Dimoe) y también tiene un botón de pánico. En el Dimoe trabajan 140 funcionarios para monitorear las casi 1.000 duplas de dispositivos que hoy en día están conectadas.
Diariata N’Diaye no cree haber descubierto la pólvora al crear la primera aplicación para mujeres en situación de violencia. “Para mí fue algo que surgió del sentido común”, reflexiona, “pensando en que hoy en día el celular es el medio más eficaz para hacerle llegar contenido a la gente”. Y recuerda lo que se le vino a la cabeza cuando vio que existía “Tom, el gato hablador”, una aplicación con la que la gente, en vez de hablarle al gato, se divertía pegándole: “Hay millones de descargas de esta aplicación que no tiene ninguna utilidad y que en realidad es bastante grave, porque el objetivo es pegarle a un animal. Entonces pensé que, en medio de apps que no sirven para nada, valía la pena hacer una que facilitara la vida de las personas”.
Desde Francia | Esta nota fue realizada en el marco de un programa para periodistas latinoamericanas sobre igualdad de género organizado por el Ministerio de Europa y Asuntos Extranjeros de Francia.