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Movilización con motivo del día internacional de lucha contra la mutilación genital femenina y la violencia sexual, el 6 de febrero de 2020, en el teatro Toursky, en Marsella, Francia.

Foto: Théo Giacometti, AFP

La mutilación genital femenina y el matrimonio infantil: dos “prácticas nocivas habituales” que afectan a millones de mujeres y niñas

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Así lo denuncia el Fondo de Población de las Naciones Unidas en el informe del estado de la población mundial 2020.

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Existen al menos 19 prácticas nocivas que se realizan de manera habitual en algunas comunidades, pese a que son consideradas violaciones a los derechos humanos. Muchas de ellas perjudican a diario a millones de niñas, adolescentes y mujeres adultas en distintas partes del mundo. El planchado de senos para evitar que las jóvenes llamen la atención de los varones o las pruebas de virginidad que buscan determinar si las mujeres son “aptas” para el matrimonio aparecen entre los ejemplos.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) asegura, en el informe del estado de la población mundial 2020 –titulado Contra mi voluntad. Desafiar las prácticas que perjudican a las mujeres y niñas e impiden la igualdad–, que la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil y la preferencia por los hijos varones en detrimento de las hijas mujeres son los tres tipos de prácticas nocivas más preponderantes hoy en día.

Las prácticas nocivas son “las costumbres que pueden provocar daños graves y consecuencias irreversibles, pero que se consideran normales en algunos contextos”, explicó Neus Bernabeu, asesora regional de Género y Juventud de UNFPA para América Latina y el Caribe, durante la presentación del informe. Los efectos pueden ser físicos, psicológicos, sociales y también económicos. Pueden perdurar en el corto, mediano o largo plazo, o ser permanentes. En cualquiera de los casos, puntualizó Bernabeu, “merman la dignidad de las niñas, vulneran sus derechos y afectan sus oportunidades de desarrollo”. Pareciera que, por ser niñas o mujeres, agregó, “su cuerpo, su vida, su presente y su futuro no les pertenece”.

En muchas ocasiones, estas prácticas son realizadas por padres, madres, líderes religiosos o miembros de las comunidades como una manera de alcanzar la aceptación social, sin que se tengan en cuenta los riesgos que conllevan. Pero “más allá de tradiciones, culturas y religiones”, asegura el informe del UNFPA, “las raíces de dichas prácticas están en las inequidades de género y la discriminación contra mujeres y niñas”.

˃ 33.000 niñas y adolescentes son obligadas cada día a casarse con hombres mayores

Las cifras dan cuenta de la dimensión y la gravedad de estas situaciones. El organismo internacional estima que 33.000 niñas y adolescentes son obligadas cada día a casarse con hombres mucho mayores que ellas. Por otra parte, se calcula que, sólo este año, más de cuatro millones de niñas serán sometidas a una mutilación genital. Mientras, en algunos países, la preferencia por los hijos varones hizo que se promovieran estrategias de selección prenatal del sexo con sesgo de género o casos de desamparo que han desembocado en la muerte de niñas. El resultado son 140 millones de mujeres “desaparecidas”, advierte el UNFPA.

El informe, publicado este martes, aclara que algunas prácticas nocivas “están decayendo en los países en los que sucedían con mayor frecuencia”, pero que, debido al crecimiento demográfico de estas poblaciones, “la cifra de niñas damnificadas aumentará en los próximos decenios”. A esto se suma la situación de pandemia de covid-19, que “amenaza con desbaratar” algunas conquistas que se han logrado en los últimos años para erradicar algunas de estas tradiciones. Un análisis reveló, en ese sentido, que si los servicios y los programas permanecen suspendidos por seis meses “puede que otros 13 millones de niñas se casen por obligación y que dos millones más de niñas sean víctimas de una mutilación genital femenina de aquí a 2030”. Todo esto a menos de que los estados adopten “medidas urgentes”, advierte el organismo. Y de todo tipo: económicas, políticas, sociales y –sobre todo– culturales.

“Debemos promover el respeto hacia las mujeres y las niñas a través de un cambio en las actitudes y las prácticas culturales que las convierten en mercancías”, dijo en ese sentido Harold Robinson, director regional de UNFPA para América Latina y el Caribe, durante la presentación. “Esto significa tratar las causas profundas de la desigualdad”, señaló. Algunas acciones que sugiere el reporte en ese sentido son erradicar los estereotipos de género, promover la autonomía de las mujeres e impulsar normas que, al mismo tiempo, amparen sus derechos y condenen este tipo de prácticas.

Los riesgos del matrimonio infantil

“Los derechos de una niña se violan en el momento en que la casan. Termina su escolarización. Comienza la maternidad. Las oportunidades se evaporan. Las puertas del futuro se cierran de golpe. En ocasiones es regalada. En ocasiones se comercia con ella a cambio de algo de valor. En ocasiones es una carga que se alivia en otra persona. En ocasiones es entregada a alguien a quien se considera capaz de garantizar su seguridad. Pero en contadas ocasiones, si es que las hay, es ella la que decide”. Así empieza el capítulo del informe dedicado al matrimonio infantil, un concepto que abarca también a las uniones tempranas informales entre niñas o adolescentes y hombres adultos.

Las consecuencias de esta práctica en la vida de las niñas y las mujeres pueden incluir el abandono de los estudios, riesgos en la salud vinculados a las posibilidades de embarazos no deseados, la pérdida de la autonomía económica y el mayor riesgo de atravesar situaciones de violencia de género.

El matrimonio infantil está prohibido en casi todo el mundo, pero según el UNFPA es la práctica nociva que presenta mayor prevalencia. Se calcula que, de las niñas y mujeres vivas en la actualidad, 650 millones se casaron siendo niñas, y en 2030 estarán casadas 150 millones más.

Es también la práctica nociva de mayor impacto en América Latina y el Caribe, donde una de cada cuatro niñas se casa o establece unión informal antes de cumplir 18 años, según el informe Perfil del matrimonio infantil y las uniones tempranas, publicado a fines de 2019 por UNICEF. El matrimonio infantil es además la única de las “tres prácticas preponderantes” que tiene lugar en Uruguay. De acuerdo con los datos de UNICEF, 25% de las mujeres uruguayas de entre 20 y 24 años se casaron antes de cumplir la mayoría de edad.

El flagelo de la mutilación genital femenina

La mutilación genital femenina es todo procedimiento que consista en la extracción parcial o total de los genitales y otras lesiones de estos órganos por motivos “no médicos”, según define la Organización Mundial de la Salud. La práctica es considerada una violación a los derechos humanos y constituye una forma de violencia de género que afecta especialmente a las niñas, las adolescentes y las mujeres adultas en edad reproductiva. Sin embargo, se realiza de forma rutinaria en 31 países, advierte el UNFPA, en su mayoría de África, Asia y Medio Oriente.

Se estima que alrededor de 200 millones de niñas y mujeres que viven actualmente han sufrido alguna forma de mutilación genital y que, sólo este año, cuatro millones más serán sometidas a la práctica.

Las razones para practicarla suelen ser culturales, sociales o religiosas. En muchas comunidades se cree que la mutilación genital fomenta la fertilidad, en otras es un requisito para el matrimonio o una garantía de fidelidad, y en algunas consideran la práctica como un rito de iniciación para las niñas hacia la edad adulta.

˃ 4,1 millones de niñas serán sometidas a mutilación genital sólo este año

En todos los casos, las consecuencias son muchas y de distinto grado. “En un primer momento, una niña que es víctima de una mutilación genital experimenta un dolor intenso y corre el riesgo de sufrir una infección, una hemorragia e incluso de morir”, dice el informe. Pero, además, posiblemente “tenga que soportar a lo largo de su vida infecciones del aparato reproductor, lumbalgia crónica y dolores al mantener relaciones sexuales, incapacidad para obtener placer sexual y dificultades al dar a luz, entre otras muchas posibles secuelas”. En el largo plazo, también es “mucho más probable” que padezca trastornos psicológicos, como depresión, ansiedad o trastorno por estrés postraumático.

Por otro lado, al igual que en los casos de matrimonio infantil, muchas de las niñas que son mutiladas también se ven obligadas a abandonar los estudios, una decisión que afecta –entre otras cosas– su autonomía económica.

El UNFPA asegura que es posible erradicar el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina en el plazo de diez años “si se amplían las iniciativas destinadas a que las niñas prolonguen su escolarización, a enseñarles competencias para la vida y a implicar a los hombres y niños en la transformación social”. Según el informe, si Estados Unidos invirtiera 3.400 millones de dólares al año de aquí a 2030 se lograría terminar con las dos prácticas nocivas y “con el sufrimiento de unos 84 millones de niñas”.

Sólo si es varón

La preferencia por los hijos varones, por sí sola, no constituye una violación de los derechos humanos. Sin embargo, es el desencadenante de “costumbres dañinas”, como la selección del sexo con sesgo de género, que atenta contra los derechos de las niñas.

De acuerdo con el informe, la selección del sexo en favor de los niños puede producirse antes o después del nacimiento. En el primer caso, implicaría una interrupción voluntaria del embarazo o la elección del sexo antes de implantar el embrión para la fecundación in vitro. En el segundo, la selección puede traducirse en un desamparo de las niñas: “Que se las amamante durante menos tiempo, reciban una alimentación peor, su educación sea deficiente y se les administren menos vacunas”. Este abandono hace que, una vez que llegan a la edad adulta, “las mujeres estén menos preparadas en cuanto a cualificaciones, empleo, derechos políticos y situación familiar”.

En la actualidad se estima que hay más de 140 millones de mujeres “desaparecidas” debido a estas “estrategias”. India es el país que presenta el mayor exceso de muertes femeninas, con 13,5 fallecimientos por cada 1.000 nacimientos de mujeres. Según el UNFPA, esta práctica ha provocado que en muchos países los índices de población masculina y femenina estén desequilibrados.

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