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Ilustración: Ramiro Alonso

Violencia contra niñas, niños y adolescentes aumentó casi 3% en 2020, pese al subregistro por la pandemia

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91% de los casos se detectó en el núcleo familiar y más de 50% de los agresores son padres o parejas de las madres.

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Leído por Abril Mederos
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El Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav) del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) presentó este viernes su informe de gestión anual. Destaca que, si bien se reconoce que hay un subregistro de casos producto de las dificultades que genera en este sentido la pandemia de la covid-19, hubo un crecimiento de casi 3% de las situaciones de violencia contra niños, niñas y adolescentes detectadas.

María Elena Mizrahi, directora y coordinadora del Sipiav, indicó que se intervino en 4.911 casos de violencia, 137 más que en 2019, lo que implica un aumento de 2,86%. Pese a esto, consideró que el crecimiento de los casos de violencia fue mayor. “Dada la situación de emergencia sanitaria, pensamos que aquí hay un subregistro de las situaciones abordadas a pesar del aumento en la detección y el registro”, señaló. Luego añadió que “con toda seguridad, hay un subregistro”.

Los equipos técnicos del Sipiav intervinieron en promedio en 13 situaciones de violencia contra niñas, niños y adolescentes por día.

En este sentido, Mizrahi indicó que 56% de las víctimas de violencia en 2020 fueron niñas y que 55% de los afectados son niñas y niños menores de 13 años. A su vez, 17% son menores de cinco.

Los casos de maltrato emocional fueron los más detectados: 34% del total. Los siguen los casos de negligencia (26%), abuso sexual (19%), maltrato físico (19%) y explotación sexual (2%). Si bien en la mayoría de los tipos de violencia hay un porcentaje similar entre niños y niñas, en los casos de abuso sexual 74% de los menores afectados son de sexo femenino y en los de explotación sexual las niñas y adolescentes mujeres representan 92%.

Mizrahi, de todos modos, señaló que “cuesta bastante más detectar las situaciones de varones que sean víctimas de abuso o explotación sexual” porque estos casos suelen ocurrir dentro del núcleo familiar.

De hecho, 91% de los casos de violencia contra niños, niñas y adolescentes se dieron dentro del núcleo familiar, siendo la figura masculina más relevante el responsable de 53% de las agresiones. Es decir: en 38% de los casos el agresor principal fue el padre, en 24% fue la madre, en 15% fue la pareja de la madre, en 13% otro familiar y en 9% alguien fuera del núcleo familiar.

75% de los casos de violencia son recurrentes

El presidente del INAU, Pablo Abdala, dijo que las cifras presentadas por el informe “nos generan a todos una dosis de preocupación adicional en función de lo que representan y de que se vinculan con el incremento de las violencias hacia niños y adolescentes”.

“Es un tema que tiende a agravarse y volverse más complejo, y por tanto nos obliga a todos los que conformamos la sociedad nacional a asumir un sentido de responsabilidad social y colectiva en cuanto al combate y a la ocupación y preocupación para contener este fenómeno”, señaló.

Abdala consideró también que “la pandemia ha sido un cómplice muy importante que ha tenido la violencia en su desarrollo a lo largo de este tiempo”.

Y es justamente a lo largo del tiempo que se han desarrollado la mayoría de los casos de violencia contra menores de edad. Según el informe del Sipiav, 75% de los casos de violencia en los que se intervino eran recurrentes. La recurrencia también caracterizaba a 66% de los casos de abuso sexual, a 72% de los de explotación y a 82% de los de maltrato físico.

Mizrahi explicó que uno de los problemas principales de la recurrencia en los casos de violencia es que, al ocurrir mayormente en el plano intrafamiliar, es más difícil para los niños, niñas y adolescentes que se den cuenta de que están siendo víctimas o que se animen a denunciar. En este nivel juega un papel fundamental el “referente adulto protector”, una persona con la que las víctimas sienten la confianza para animarse a denunciar su situación.

“Cuando encontramos estas situaciones, suelen ser largas en el tiempo, no se trata de un episodio único en la vida de los niños. Esto repercute mucho en el tratamiento que hacemos de esos niños. No es lo mismo detectar una situación al inicio que una que viene con una cronicidad importante”, indicó.

En este sentido, comentó que “las niñas visualizan más que son víctimas de violencia y han podido hablar y decir que están sufriendo situaciones abusivas que están siendo más acalladas”.

En el debe: seguimiento a largo plazo

Mizrahi dijo que el informe de gestión anual no es “complaciente”, ya que se reconocen las fallas que ha tenido el Sipiav en el último año. En este sentido, indicó que si bien se mejoró la “detección y el abordaje de las situaciones”, hay un debe en el “seguimiento de las situaciones a largo plazo y también en los temas de reparación del daño”.

“Tenemos dificultades en la articulación, en empezar [a poner en práctica] estrategias, en particular en las áreas urbanas, en particular en Montevideo”, reconoció la directora del Sipiav, quien aseguró que hubo ”un desarrollo muy importante en el interior del país”.

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