Como cada año, la fachada de la Intendencia de Montevideo (IM) exhibe en setiembre los colores de la bandera LGBTI para celebrar el Mes de la Diversidad. En 2022, la celebración tiene un “plus” especial, porque se cumplen 30 años de la primera manifestación del movimiento en Uruguay, que tuvo lugar el 28 de junio de 1992, en el marco del Día Internacional del Orgullo LGBTI, recordó este lunes el director de la Secretaría de la Diversidad de la comuna, Sergio Miranda, en el marco del lanzamiento de las actividades para este mes.
“Montevideo ha sido reconocida internacionalmente y, particularmente en América Latina, por ser una ciudad amigable con la comunidad LGBTI en muchos aspectos. Entre ellos, por su marco legislativo”, sostuvo Miranda. En esa línea, destacó el trabajo que ha hecho la IM por la promoción y el reconocimiento de los derechos de las personas que integran el colectivo. A su vez, el director señaló que este año la comuna trabajará en “mejorar” el turismo LGBTI, que, además de generar fuentes de empleo, promueve una “[buena] imagen de la ciudad”. “Recibimos a todes en casa”, expresó en ese sentido.
Al igual que en ocasiones anteriores, a lo largo de este mes se desplegará una serie de actividades en reconocimiento a todas las orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género. Habrá shows musicales, obras de teatro, conversatorios, muestras y presentaciones artísticas, adelantó Miranda. El referente del área destacó, entre las propuestas, un espectáculo del grupo Afro Diversxs que reivindica la mirada de artistas afro LGBTI, la “Femiferia” -una exhibición de emprendimientos de mujeres y disidencias- y un cine foro con personas trans privadas de libertad.
El cierre del mes será el viernes 30 con la Marcha por la Diversidad, que la IM vuelve a acompañar luego de dos años de haber sido inhabilitada debido al protocolo de emergencia sanitaria. Miranda señaló que la grilla detallada de las actividades se puede consultar en la página web de la intendencia.
Ciudadanos ilustres
En el marco del lanzamiento del Mes de la Diversidad, la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, declaró como ciudadanos ilustres a la fotógrafa Diana Mines y el pastor Fernando Frontán, dos referentes y activistas históricos del movimiento LGBTI en Uruguay.
Mines es la autora de la famosa e icónica foto de la primera Marcha del Orgullo en el país. La fotógrafa no estuvo presente durante el acto por problemas de salud, pero envió un video que fue proyectado en una pantalla gigante. “Es muy común, cuando se trata el tema de la homosexualidad, esta idea de que existen dos bandos: hombres puros y mujeres puras, que no tienen nada que ver entre sí. Son como dos mitades complementarias, pero excluyentes en sus características. Entonces, la cosa es blanco o negro, sí o no. Parece que habláramos el lenguaje de las computadoras, totalmente binario. ¿Por qué tenemos tanta dificultad para darnos un abanico de posibilidades para vivir en la vida? ¿Por qué tenemos que reducirnos a dos bandos?”, expresó la activista en el mensaje grabado.
La fotógrafa contó en su discurso de agradecimiento que, cuando ingresó en “las aguas turbulentas del activismo LGBTI uruguayo”, no imaginó la “movida tan intensa” que se dio en los años posteriores. Recordó que, en ese momento, en la sociedad uruguaya ya “reventaba” la necesidad del colectivo de “salir a ocupar espacios” en reclamo por sus derechos y denunciar las “enormes injusticias y violencias” que sufrían en “todos lados”.
Frontán es pastor y activista gay, pionero en la lucha de los derechos de las personas LGBTI en el país. El flamante ciudadano ilustre relató que en los inicios del movimiento, en la década de 1990, la visibilidad “tenía un costo”. En ese sentido, señaló que él trabajaba en una cooperativa, pero cuando el establecimiento estaba cerrado. “Yo podía pagar ese costo, no me echaron del trabajo. Pero había otras personas que, si se mostraban como eran, sí perdían su trabajo”, expresó. “Los armarios son húmedos, fríos y se vive en soledad. Ahí nadie te llama por tu nombre”, apuntó Frontán.
“La homofobia heteronormativa se llevó 28 años de mi vida. Yo creí en ella y en los valores de la fe que me pusieron allí. Hasta que, un día, un hombre me miró como nunca antes nadie me había mirado. Fue en el ómnibus 158. Perdí el pienso. Ese hombre me invitó a tomar un café y me preguntó cómo me llamaba. Yo sabía mi nombre, pero no sabía quién era”, compartió Frontán. El activista relató cómo en el amor que descubrió con aquel hombre comprendió el verdadero sentido de los pasacalles que había visto levantar a otros en manifestaciones gay de otros países: “Ser gay es bueno”, “ser gay es orgullo”, “ser gay es libertad”. Y así se encendió su lucha.