En un nuevo orden global, caracterizado por el auge de la extrema derecha en diferentes latitudes, incluido el Cono Sur, la agenda de derechos se encuentra nuevamente en un escenario de disputa y cuestionamiento. Con diferentes formas de manifestarse en cada país, este fenómeno comparte, entre otras, una fuerte oposición a los derechos de las personas LGBTI+.
Ante este nuevo escenario global, en un país que hace gala de su excepcionalidad y donde este año resultó electo un gobierno de la fuerza progresista, se vuelve pertinente preguntarse cómo se manifiestan estas tendencias en el mundo de las representaciones y percepciones de las uruguayas y los uruguayos.
Para esto, este artículo analiza los principales resultados obtenidos de una encuesta realizada por la Usina1 en setiembre de este año, que releva la percepción sobre la agenda de derechos de la diversidad sexual.
En general, existe un alto nivel de acuerdo con que las personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio, derecho que en Uruguay se consagró en 2013 tras la aprobación de la Ley 19.075. La encuesta confirmó que 7 de cada 10 personas manifiestan estar de acuerdo o muy de acuerdo con el matrimonio igualitario. Aun así, persiste un 14% que responde que está en desacuerdo o muy en desacuerdo y un 13% que responde que no está de acuerdo ni en desacuerdo.
Al desagregar por edades, se ve que conforme descendemos en los tramos etarios, mayores son los niveles de acuerdo con el matrimonio igualitario, mientras que a mayor edad, mayor nivel de desacuerdo, lo que muestra que las personas más jóvenes son las que tienen patrones menos conservadores respecto del tema. Estas cifras confirman (y consolidan) los consensos que se lograron en 2013 cuando la opinión a favor del matrimonio igualitario fue de más de la mitad de la población y fue creciendo conforme avanzaron los años.2
Al preguntar por niveles de acuerdo con que las parejas del mismo sexo puedan adoptar, se ve que se mantienen altos los niveles de acuerdo (por encima de 60%), mientras que crecen un poco los niveles de desacuerdo (1 de cada 4 personas se posicionan en desacuerdo o muy en desacuerdo). Nuevamente, al desagregar por edades se ve que a mayor edad, mayor nivel de desacuerdo con que las personas del mismo sexo puedan adoptar, mientras que los más jóvenes son quienes en mayor medida se muestran de acuerdo con esta posibilidad.
Por otra parte, al desagregar entre varones y mujeres se ve que ellas son las que en mayor medida están de acuerdo, mientras que ellos son quienes más responden estar en desacuerdo.
Estos datos van en línea con estudios realizados en otros países que confirman que, en general, la población suele mostrar consistentemente un mayor apoyo al matrimonio igualitario que a la posibilidad de que las parejas del mismo sexo puedan adoptar hijas e hijos. Las razones detrás de las diferencias en estas percepciones han sido estudiadas desde la psicología, el derecho y la sociología, y suelen asociarse con argumentos vinculados a los derechos de las niñas y los niños, por lo que generan mayores niveles de resistencia social.
La discriminación de las personas en el empleo, la educación y la salud
Cuando se consulta sobre si las personas trans deben estar protegidas por ley ante la discriminación en el empleo, la educación y la salud, los niveles de acuerdo descienden algo respecto del matrimonio igualitario y la adopción. Así, 6 de cada 10 personas dicen estar de acuerdo o muy de acuerdo con esto, mientras que quienes se posicionan en desacuerdo alcanzan el 26%.
Al igual que en las preguntas anteriores, se ve que las personas del interior son quienes en mayor medida se muestran en desacuerdo. Valdría preguntarse si estas cifras guardan relación con los crecientes ataques a la agenda trans por parte de diferentes actores sociales y políticos, así como al hecho de que estas identidades interpelan ideas biologicistas sobre los sexos sumamente extendidas a nivel social.
No obstante, según muestran los resultados de la encuesta, la mayoría de las personas encuestadas sigue considerando que la sociedad uruguaya es homofóbica y que discrimina a las personas trans.
Por el momento, el avance legislativo no ha invisibilizado, a diferencia de otros países, la existencia de graves problemas cotidianos de discriminación y la fuerte violencia social hacia las disidencias sexogenéricas.
Pero esta percepción no impide que siga habiendo cierto grado de discrepancia con el desarrollo de políticas educativas que combatan este problema y propicien nuevas formas de convivencia. Cuando se pone a consideración si la educación sexual integral (ESI) debe incluir la diversidad sexual entre sus contenidos, los niveles de desacuerdo ascienden a 2 de cada 10 personas (que afirman estar muy en desacuerdo).
Las diferencias son notorias si se toman en cuenta el género y la edad de la persona encuestada: aproximadamente 1 cada 4 hombres se oponen completamente (se posicionan muy en desacuerdo) a la inclusión de este tema en la ESI, mientras que entre las mujeres se trata de 1 de cada 10. Si se desagrega por edad, se ve que cuanto más joven es la persona encuestada, más acuerdo hay sobre la necesidad de su abordaje.
Al desagregar las opiniones según voto en el último balotaje (2024), la mayoría de quienes se oponen a la inclusión de la diversidad en la ESI votaron a la Coalición Republicana, mientras que quienes votaron al Frente Amplio muestran mayores niveles de acuerdo (más de la mitad entre estos votantes).
Si estos datos son cruzados con los que ofreció recientemente el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), se visualiza la importancia del tema. El Ineed encontró una menor aceptación entre los estudiantes de tercer año de enseñanza media encuestados en 2022, respecto de los consultados en 2018, en torno a la igualdad de género y la diversidad sexual.3 Este estudio indica que los menores de 18 años –que no vivieron o eran muy pequeños cuando se realizaron los debates legislativos en torno la agenda de derechos durante el ciclo progresista– experimentaron un retroceso en la aceptación de estos temas respecto de la generación que inmediatamente les antecede. Esto nos invita a pensar en la necesidad de trabajar en políticas educativas que aborden el tema en los centros educativos y en la incidencia que los nuevos movimientos antiderechos logran tener sobre esta población.
La encuesta también indaga en la percepción respecto de la esfera pública y las demostraciones de afecto. En la encuesta de la Usina se puso a consideración la afirmación: “Me desagrada que las parejas del mismo sexo muestren su afecto en público (caminar de la mano, darse un beso)”. Si bien la mayoría de las personas respondieron estar en desacuerdo o muy en desacuerdo con esto, aún existe un 16% que responde estar de acuerdo o muy de acuerdo.
Se muestra así que aún existe un núcleo duro de uruguayos que sigue creyendo que las demostraciones de afecto entre personas del mismo género no deben tener el mismo reconocimiento público y deben quedar recluidas estrictamente a la esfera de la intimidad. Destaca también un 20% que se coloca en una posición intermedia, ni de acuerdo ni en desacuerdo con esta afirmación. Estas cifras contrastan con el apoyo con que cuenta el matrimonio igualitario, lo que parecería indicar que para una parte de la población es tolerable el reconocimiento de derechos, siempre y cuando esto no afecte las jerarquías que reproducen tanto el espacio público como la vida cotidiana.
Algo similar sucede cuando se pregunta la opinión respecto de que los documentos oficiales emitidos por el Estado incluyan una opción distinta a “masculino” y “femenino” para contemplar a quienes no se identifican con ninguna de esas categorías. Más de 1 de cada 3 personas se manifestó muy en desacuerdo; este grupo opositor está integrado mayoritariamente por hombres mayores y personas de nivel socioeconómico alto.
Por último, la encuesta indaga sobre la implementación de baños individuales sin distinción de género en los centros educativos. Los resultados arrojaron niveles de acuerdo y de desacuerdo similares: 4 de cada 10 personas dicen estar de acuerdo o muy de acuerdo con esta medida y otro porcentaje similar (cercano al 40%) se manifiesta muy en desacuerdo o en desacuerdo.
Las mayores resistencias: apuntes para seguir leyendo el presente
En todas las respuestas son los varones los que parecen tener mayores resistencias u opiniones adversas sobre lo consultado; esto podría relacionarse con los modelos de masculinidad hegemónica aún persistentes en Uruguay, en los que la homosexualidad y las expresiones de género disidentes siguen siendo una forma de marcar una frontera y jerarquías dentro del mundo masculino. Se trata de una lógica homofóbica que parece estar menos presente entre las mujeres, quienes, comparativamente, tienen mayor flexibilidad para integrar y convivir con la diversidad sexual.
Como apunta Ramos (2024)4 en un estudio reciente, repensar cómo “perforar” la performatividad de estas masculinidades es una apuesta por empezar a pensarlas como un asunto colectivo. Una cultura en la que participa la sociedad toda. Perspectiva que nos hace releer, entre otros aspectos, las instituciones, las relaciones, el lugar del empleo, la educación y del cuidado, ámbitos todos ellos en los que la norma masculina nos ordena y jerarquiza.
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Nota metodológica: relevamiento llevado a cabo entre el 5 y el 8 de setiembre de 2025 por la Usina de Percepción Ciudadana. Se obtuvo información para una muestra de 500 personas, representativa de la población nacional mayor de 18 años. La muestra se seleccionó con base en el sexo y estratos de edad, basada en proyecciones de población del Instituto Nacional de Estadística. ↩
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Cifra. (2013). Legalización del matrimonio homosexual. Disponible en: https://www.cifra.com.uy/legalizacion-del-matrimonio-homosexual/. Equipos Mori. (2019). Opinión sobre el matrimonio igualitario. Disponible en https://equipos.com. uy/opinion-sobre-el-matrimonio-igualitario/ ↩
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Ineed. (2025). Cambios en creencias y actitudes de los adolescentes con relación a la diversidad e igualdad de género. ↩
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Ramos, A. (2024). Perforar las masculinidades. Bellaterra Edicions. Biblioteca Ciudadana. ↩