Cuando parecía que la contraofensiva de Kiev iba a provocar una intensificación del conflicto, una luz de esperanza apareció en el horizonte. Todo empezó cuando Ucrania aceptó el ofrecimiento de Estados Unidos de miles de bombas de fragmentación, un tipo de armamento que está prohibido en más de 100 países debido a que provoca graves daños en la población civil. Ante esta noticia, Vladimir Putin declaró: “A lo mejor Volodímir Zelenski no es ese cobarde pusilánime que yo creía. A veces en la vorágine del conflicto perdemos de vista que no todo es enfrentamiento y que a veces las cosas que nos unen son más que las que parecen. La decisión del presidente ucraniano demuestra que tanto él como yo estamos dispuestos a tirarnos con cualquier cosa. Quizás sea el comienzo del diálogo”.
Desde Estados Unidos, mientras tanto, defendieron la decisión de enviar a Ucrania estas municiones, que sus Fuerzas Armadas ya no usan. “Era eso o tirarlas a la basura, así que, por respeto al medioambiente, decidimos dárselas a los ucranianos”.
La frase: “Cuanto más conozco a Zelenski, menos respeto a Prigozhin”. Vladimir Putin, líder decepcionado por su mejor amigo.