Una tardecita cualquiera del invierno de 1987. La escena transcurre en un galpón de un establecimiento rural en la zona de Aguas Blancas, en el departamento de Lavalleja. Los protagonistas son Julio Luis Deal Barrios, dos agentes de inteligencia policial que habían llegado desde Montevideo, el narcotraficante italiano Antonio Bonomi y un petiso apodado Mimo, también italiano, que controlaba toda la situación con una escopeta en la mano.
Bonomi se lanza sobre Deal Barrios y empieza a golpearlo. “¡Me vendiste, hijo de puta!”, le gritaba el italiano mientras intentaba meterle la cabeza en una estufa encendida. “Yo sé que vo iba venire con milico”, reprochaba Bonomi, en una especie de cocoliche, ante la mirada impotente de los dos policías vestidos de civil, que minutos antes habían falseado su identidad.
El relato parece sacado de una película de ficción, pero está incluido en el libro testimonial “Quince años en el infierno”, publicado en 1990 por uno de los funcionarios policiales que estaban en ese lugar, el exagente de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia José Lorenzo Calace.
Calace dedicó unas páginas de ese texto a relatar cómo se contactaba a finales de los 80 con Deal Barrios, el narcotraficante uruguayo de 62 años que fue detenido este fin de semana por la Policía boliviana y enviado a la prisión de Palmasola en Santa Cruz de la Sierra, la ciudad en la que vivía actualmente.
En el libro Calace definió al narcotraficante uruguayo como un “informante” de la Policía que tenía “muchos amigos” en la embajada de Estados Unidos, y relató de forma minuciosa cómo se originó, “durante una recorrida por boites de Montevideo”, la investigación policial que terminó con la cabeza de un joven Deal Barrios casi prendida fuego.
“[Deal Barrios] nos manifestó conocer a un narcotraficante italiano que vivía cerca de la estancia de su padre. Si bien nos pareció una persona medio fantasiosa, comenzamos a dar crédito a sus palabras cuando, hablando sobre asuntos vinculados a la droga, demostró tener conocimientos precisos y detallados del tema. Lo invitamos a concurrir a la Dirección de Información e Inteligencia para seguir hablando. A los tres días fue citado y explicó todo al Comando”, precisó el exagente de inteligencia.
La familia de Deal Barrios tiene un establecimiento rural sobre la ruta 81, cerca de Solís de Mataojo y frente al monasterio budista de Aguas Blancas. Hasta esa zona se trasladaron Deal Barrios, el agente Calace y un subcomisario de apellido Romero, con la tarea de “encontrar un buen puesto de vigilancia” para observar presuntas actividades delictivas en la estancia del italiano Bonomi.
“Para llegar a la estancia de Deal es forzoso pasar frente a la de Bonomi. Estando ya en lo de Deal, cayó de visita el abogado Gutiérrez, exdiputado y amigo de [entonces ministro del Interior, Antonio] Marchesano”, repasó Calace.
Luego el exagente policial siguió con su relato: “Al retirarnos, por la tardecita, nos salió al paso Bonomi para saludar a sus vecinos. Tuvimos que parar y descender del vehículo. Fuimos presentados a Bonomi (yo como dueño de una empresa de excavaciones y el subcomisario Romero como un oficial retirado de la Fuerza Aérea debido a su pelo corto) e invitados a pasar a un galponcito ubicado en la entrada de la estancia”.
Mimo, el petiso italiano, cerró la puerta del galpón, encañonó a los dos agentes policiales y luego Bonomi lanzó su ataque con insultos contra Deal Barrios. Según contó Calace, el abogado que tenía contactos con Marchesano miraba toda la escena desde afuera, por una ventana.
Los policías lograron apaciguar los ánimos y volvieron a Montevideo para dar cuenta de lo sucedido ante sus jefes en la Dirección de Información e Inteligencia. “Lo que más nos preocupaba era cómo se había filtrado la información. ¿Cómo era posible que Bonomi ya estuviera enterado?”, escribió Calace.
El comando que inicialmente había ordenado la investigación contra el italiano empezó a “echar para atrás y a darle demasiadas vueltas al asunto”, recordó Calace, que empezó a sospechar que había “algo grande y sucio” vinculado al caso. Lo mismo pensó un subcomisario de apellido Lemos, que terminó pidiendo un allanamiento en la estancia de Bonomi.
Calace recordó que Lemos “echó para adelante” porque había detenido por tráfico de drogas a un tal Pissani, quien admitió en un interrogatorio que había recibido cocaína del italiano Bonomi.
“En ese mismo interrogatorio nos enteramos de dónde provenía la filtración de datos: resultó ser que Bonomi era muy amigo del comisario inspector Rubén Soto, quien a su vez es muy amigo del que era en ese momento jefe de la Brigada de Narcóticos, Rodríguez Rienzo. Pero no sólo amistad había entre ellos: nos enteramos de que Soto era quien acompañaba a Bonomi al aeropuerto de Carrasco cada vez que venía algún bulto. Así pudimos saber que Rodríguez Rienzo, preocupado por el procedimiento contra Bonomi, le avisó a Soto y este al italiano. Por eso nos estaba esperando”, denunció Calace en su libro.
Finalmente, la estancia de Bonomi fue allanada y el narcotraficante terminó detenido. Su abogado fue Gutiérrez, el presunto allegado al ministro del Interior que también decía ser amigo de Deal Barrios, quien terminó denunciando a este último por una presunta extorsión al italiano.
También vinculado al caso, Calace incluyó en “Quince años en el infierno” una declaración completa de José Carlos Sassón Vega, un empresario nocturno montevideano que por aquellos años era dueño la discoteca Ekstasy de Carrasco, en la calle Alejandro Schroeder, y de la boite Graffiti de Punta del Este.
El “tal Pissani”, de nacionalidad argentina, había señalado a Sassón Vega como otro comprador de droga de Bonomi y al mismo tiempo Calace conocía al empresario porque un tiempo atrás le había incautado LSD, una droga no tan frecuente en Uruguay en aquel momento.
En ese interrogatorio Sassón Vega denunció por coimas al ya mencionado Rodríguez Rienzo, de Narcóticos, y a jerarcas policiales de la Jefatura de Maldonado. Este testimonio, siempre según la versión de Calace, trancó aún más investigaciones contra el narcotraficante italiano, que a esa altura era buscado por Interpol debido a su “profuso legajo” en el mundo del narcotráfico.
A raíz de este episodio, Calace fue sancionado con un arresto a rigor y luego separado del cargo, mientras que a Rodríguez Rienzo lo sacaron “discretamente” de la Brigada de Narcóticos. El exagente de inteligencia terminó este capítulo del libro sobre Deal Barrios y Bonomi con una pregunta: “¿Será verdad que Marchesano y Lacalle [Herrera], invitados por Gutiérrez, estuvieron comiendo en la estancia de Bonomi?”.
Calace publicó su trabajo en la editorial TAE, vinculada al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, y tras la publicación del libro se fue a vivir a Suecia, según contó en una entrevista de 2005 con La Red 21.
Otros antecedentes de Deal Barrios
El ministro de Gobierno de Bolivia, Eduardo del Castillo, informó este fin de semana que la Justicia de ese país imputó al narcotraficante uruguayo por los delitos de “organización criminal, asociación delictuosa, atentado contra los miembros de organismos de seguridad del Estado, falsedad ideológica, uso de instrumento falsificado”.
Según informó este lunes El Observador, Deal Barrios cuenta con cuatro antecedentes en Uruguay, por los delitos de hurto, simulación de delito, suministro de estupefacientes y asociación para delinquir. En la actualidad no cuenta con ninguna requisitoria en su contra.
Uno de esos antecedentes en Uruguay también está relacionado con Aguas Blancas. El 4 de julio de 2001, la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas llevó a cabo el operativo “Sierra Nevada” y detuvo a Deal Barrios como el líder de una organización dedicada al narcotráfico que también integraban cinco paraguayos.
Al momento de la detención, según recordaron policías que participaron en el operativo, Deal Barrios se presentó como un informante de la DEA, pero igualmente terminó condenado. La causa se tramitó en el Juzgado de Lavalleja de primer turno y se archivó recién en 2017.