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Ilham Aliyev, presidente de Azerbaiyán, con la bandera de su país en Khojaly ciudad principal de Nagorno-Karabaj el 15 de octubre.

Foto: S/d de autor / Presidencia de Azerbaiyán / AFP

Alto Karabaj, una derrota armenia

7 minutos de lectura
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Para resolver la cuestión del Alto Karabaj, el presidente azerbaiyano Ilham Aliyev eligió usar la fuerza y provocó la huida masiva de la población del enclave. Posibilitada por la entrega de armas turcas e israelíes, esta “solución” militar refleja el creciente aislamiento de Armenia y no aporta más que una solución provisoria a la inestabilidad del Cáucaso.

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La ofensiva militar lanzada por Azerbaiyán en el Alto Karabaj el 19 de setiembre le permitió tomar el control de este enclave armenio ubicado en su territorio internacionalmente reconocido y provocó la huida del conjunto de su población1. Para Ereván, el establecimiento de un estricto bloqueo de nueve meses, el rechazo de la parte azerbaiyana a comprometerse a respetar los derechos culturales y políticos de los armenios del Alto Karabaj, así como el discurso de odio transmitido por las más altas autoridades en Bakú, crearon un clima que buscaba provocar esa partida masiva y que se asemeja por tanto a una limpieza étnica. En términos oficiales, la puerta de regreso permanece abierta para los armenios. Pero la ausencia de garantías de seguridad concretas, así como los rencores acumulados durante tres décadas dejan suponer que no habrá candidatos para el retorno.

¿Acaso este acontecimiento marca el final de un conflicto que comenzó hace 35 años, cuando los armenios del Karabaj exigieron la autodeterminación? En ese momento Ereván, para apoyarlos, ocupó, luego de la primera guerra del Alto Karabaj, una región alrededor del enclave que representaba cerca del 13 por ciento del territorio azerbaiyano vaciándolo de su población azerí.

Es poco probable que la respuesta a la pregunta sea afirmativa. La propaganda oficial de Bakú –que califica a la República de Armenia como “Azerbaiyán Occidental”– contiene elementos expansionistas, que anuncian las futuras guerras.

Frente a estas amenazas, Armenia está aislada. Luego de sufrir importantes pérdidas militares durante la guerra de 2020, Ereván no logró reorganizar y reequipar a sus Fuerzas Armadas. Rusia, socio tradicional de su seguridad, se negó a materializar un contrato de armamento de 400 millones de dólares. Durante las incursiones militares de Azerbaiyán en 2021-2022, que le permitieron volver a delinear a su favor la frontera entre los dos países –apoderándose de las elevaciones estratégicas–, ni Rusia ni la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, de la que Armenia es miembro) condenaron a Bakú, y menos aún actuaron para proteger el territorio armenio. Para superar su aislamiento, Armenia buscó nuevos aliados, como India o Francia, sobre todo para obtener armas. Mientras Ereván acudía a Occidente, sus tradicionales relaciones con Rusia se deterioraron. Por el contrario, Azerbaiyán logró mantener simultáneamente su alianza con Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea, a la vez que consolidó su alianza estratégica con Turquía.

¿Por qué Rusia dejó que Azerbaiyán ponga en marcha una solución militar cuando había intervenido en noviembre de 2020 para impedirle apoderarse de Karabaj? Las dos guerras se llevaron a cabo en contextos geopolíticos diferentes: en 2020, el conflicto enfrentaba a dos Estados del Cáucaso sobre un territorio en disputa, con la intervención directa de dos potencias mayores: Turquía, que le dio apoyo militar y político a Azerbaiyán, y Rusia, que asumió la posición de mediador entre los beligerantes2. Cuando el presidente ruso Vladimir Putin desplegó su fuerza de interposición en el Alto Karabaj en noviembre de 2020, su objetivo era disponer de otro punto de influencia en esa región estratégica. En primer lugar, ampliando la presencia militar rusa. Luego, intentando monopolizar la mediación entre Armenia y Azerbaiyán, a la vez que postergaba sine die la cuestión del estatus del Karabaj. Y esto a pesar de que Azerbaiyán hizo saber que no estaría satisfecho con el statu quo y exigió un control total sobre el Alto Karabaj, sin conceder un estatus de autonomía ni garantías de seguridad para la población armenia.

Reservas occidentales

Al contrario, en 2023, el conflicto en el Cáucaso se desarrolla en un contexto de confrontación entre Rusia y Occidente en Ucrania. Los reveses militares rusos en ese país acrecentaron la importancia estratégica de Azerbaiyán –y de su aliada Turquía– para Putin, mientras que el interés estratégico de Armenia disminuyó a sus ojos. Dos días antes de que Moscú lanzara su “operación militar especial” contra Kiev, el Kremlin recibía a Aliyev en Moscú para firmar un pacto de alianza3. Desde entonces, Azerbaiyán se convirtió en una plataforma de reexportación del petróleo ruso y, por ende, en un socio clave para esquivar las sanciones occidentales4. Como consecuencia, durante la ofensiva de setiembre de 2023, el Ejército ruso dejó el terreno libre al ejército azerbaiyano, lo cual sugiere que hubo un acuerdo previo entre Moscú y Bakú. Asimismo, varios dirigentes políticos y militares armenios del Alto Karabaj, que se habían puesto bajo la protección de las fuerzas rusas, fueron arrestados por las autoridades de Bakú sin que Moscú interviniera5.

Ante lo que en Ereván se percibió como un abandono por parte de su principal aliado, el primer ministro Nikol Pashinián buscó respaldo del lado occidental, pero sin encontrar un apoyo real. La Unión Europea (UE) se muestra complacida con el deterioro de las relaciones entre Armenia y Moscú –que considera como un factor de debilitamiento de Rusia en el Cáucaso–, buscando sin embargo no perder los favores de Bakú. En julio de 2022, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, visitó Bakú para aumentar las importaciones de gas natural proveniente de Azerbaiyán de 8.000 millones de metros cúbicos a 12.000 en 2023, y hasta “20.000 millones de metros cúbicos en algunos años”6. Este nuevo acuerdo aporta unos 15.600 millones de euros adicionales por año al presupuesto de Aliyev7. En ese momento, la UE no consideró útil introducir condiciones previas a la ejecución de este contrato, por ejemplo, un compromiso para encontrar una solución pacífica a la cuestión del Karabaj o el cese de la represión a determinados círculos religiosos considerados demasiado cercanos a Irán o a militantes de los derechos humanos.

El bloqueo del Alto Karabaj no modificó la posición de la UE. Sin embargo, existían grandes palancas de presión: los hidrocarburos constituyen el 92 por ciento de las exportaciones azerbaiyanas, que se orientan de manera principal hacia Europa8. Pero en un contexto de tensiones en el mercado del gas y del petróleo, tras las sanciones occidentales contra Moscú, Bakú se benefició del afán de Bruselas por acercarse a proveedores que no fueran rusos.

Estados Unidos dio muestras de una reserva igual de notable. En apenas cinco días, la totalidad de la población del enclave huyó, sin que Washington llevase a cabo sus amenazas de sanciones formuladas el 6 de setiembre, cuando Azerbaiyán reunía a sus tropas9. La timidez estadounidense se debió, en parte, a los beneficios secundarios que Estados Unidos esperaba obtener de una derrota armenia, es decir una retirada rusa del enclave. Es poco probable: Bakú no lo exige a corto plazo y la presencia rusa volvió a desplegarse en las principales vías de comunicación10. Por su parte, Moscú continúa proponiéndole a Ereván que sus guardias de frontera aseguren el corredor terrestre que reivindica Bakú, para tener acceso directo a su enclave de Najicheván, y más allá, a Turquía.

Fronteras en cuestión

Irán, vecino del sur de los dos beligerantes, siempre se opuso a la apertura de ese corredor en territorio armenio, una cláusula inscripta en el acuerdo de cese el fuego de 2020, pero que Ereván nunca aplicó (al igual que aquella relativa a la apertura de las demás vías de comunicación en la región, en particular la frontera entre Turquía y Armenia, que Ankara mantiene cerrada). Para Teherán, abre el camino a un cuestionamiento de las fronteras en el Cáucaso. Un precedente inaceptable para este país que denuncia los discursos irredentistas de Bakú, destinados a su población azerí del norte de su territorio.

Hasta 2020, la República Islámica contaba con Rusia para preservar el statu quo en el Cáucaso Sur. Como Armenia, Irán se sorprendió al ver que Rusia toleró la participación militar directa de una gran potencia extranjera como Turquía, que es miembro de la OTAN. Además, Teherán está preocupada por la cooperación militar entre Azerbaiyán y su rival israelí. Desde 2014, según el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), Tel Aviv proveyó más de 850 millones de dólares en armas a Bakú, lo cual lo convierte en su segundo cliente después de India11. El monto de estas entregas, que contribuyeron a preparar la ofensiva de septiembre de 2023, podría ser muy superior12. Irán también está preocupado por la seguridad de su frontera noroeste, donde están presentes militares israelíes con la capacidad de llevar a cabo operaciones en profundidad sobre su territorio. Frente al refuerzo de la influencia israelí, pero también turca, Teherán organizó maniobras militares de gran amplitud en 2021, una novedad desde la caída de la Unión Soviética.

Esta demostración de fuerza no impresionó en lo más mínimo a Bakú. Irán intentó entonces el camino del diálogo. Teherán propuso como solución alternativa al corredor sur-armenio (región de Siunik) una vía de paso que transitaría a través de su propio territorio, con el fin de desalentar las tentaciones anexionistas más apremiantes de Bakú respecto de Armenia. El 6 de octubre, Azerbaiyán e Irán firmaron un protocolo de intención para la construcción de una vía férrea. El mismo día se llevó a cabo una ceremonia para poner los cimientos de un puente vial y de una infraestructura aduanera fronteriza entre los dos países en la región del pueblo de Agband, en la región de Zangilan. Algunos días después, el asesor diplomático del presidente Aliyev, Hikmet Hajiyev, afirmaba en el sitio estadounidense Politico que el corredor sur-armenio había perdido su atractivo a los ojos de Bakú y que su gobierno no consideraba “tomar por la fuerza esta región”, que llamó por su nombre azerí, Zanguezur13.

El contexto geopolítico mundial no es favorable a una estabilización duradera de la situación en el Cáucaso. Guerra en Ucrania, ofensiva militar israelí en Gaza: estos conflictos apremiantes resultaron en una fragmentación de las plataformas de diálogo en la región. Las grandes potencias involucradas en el Cáucaso –como Rusia, Turquía, Irán, Estados Unidos, Israel y otras– están en fuerte competencia en otros terrenos. Hasta 2020, la resolución del conflicto del Karabaj se había delegado al Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), presidido conjuntamente por Rusia, Francia y Estados Unidos. No lo reemplazó ninguna estructura. De manera alternativa, Madrid y luego Washington propusieron acoger negociaciones con vistas a un acuerdo de paz. Pero Aliyev rechazó presentarse aludiendo a la parcialidad de los occidentales. A corto plazo, parece excluida la reanudación de las hostilidades: no obstante, el 9 de noviembre, al margen de un desfile militar en Stepanakert, la excapital del Alto Karabaj que se rebautizó Jankendi tras su reconquista militar, el jefe del Estado azerbaiyano afirmó: “No queremos una nueva guerra. Ya alcanzamos nuestros objetivos”14. Sin embargo, este compromiso sigue pendiente de la firma, aún incierta, de un acuerdo de paz definitivo, en especial acerca de la espinosa cuestión de los tres enclaves azerbaiyanos en Armenia, en las regiones de Tavush y de Ararat, que Bakú aún reclama. Aliyev tal vez ganó su guerra por el Alto Karabaj, pero la inestabilidad en el Cáucaso Sur, por su parte, no está cerca de apaciguarse.

Vicken Cheterian, profesor asociado de Relaciones Internacionales en la Universidad de Ginebra. Traducción: Micaela Houston.


  1. Philippe Descamps, “Le Haut-Karabakh replonge dans le silence”, artículo inédito, www.monde-diplomatique.fr, noviembre de 2023. 

  2. Vicken Cheterian, “Relations Russie-Turquie : le prisme du Haut-Karabakh”, Confluences Méditerranée, N⁰ 2023. 

  3. “Declaration on allied interaction between the Republic of Azerbaijan and the Russian Federation”, president.az, 22-2-2022. 

  4. Léon Constant, “Armenia en busca de apoyo”, Le Monde diplomatique, edición Uruguay, mayo de 2023. 

  5. “Bako Sahakian y Arkadi Ghoukassian no querían abandonar el Artsaj” (en armenio), Aravot, Ereván, 13-10-2023. 

  6. “Statement by President Von der Leyen with Azerbaijani President Aliev”, European Commission, 18-7-2022. 

  7. Adrien Pécout y Faustine Vincent, “Arménie: la hausse des importations de gaz d’Azerbaïdjan met l’Europe dans l'embarras”, Le Monde, París, 7-10-2023. 

  8. Ingilab Ahmadov, “Azerbaijan Is Among the Exporters of Low Value-added Variety of Products”, Baku Research Institute, 4-9-2023. 

  9. International Crisis Group, “Responding to the Humanitarian Catastrophe in Nagorno-Karabakh”, 29-9-2023. 

  10. Contingente ruso de paz en el Alto Karabaj, infografía en mil.ru, 11-11-2023. 

  11. SIPRI, 2023. 

  12. Avi Sharf, Oded Yaron, “92 flights from Israeli base reveals arm exports to Azerbaijan”, Haaretz, Tel Aviv, 6-3-2023; Isabel Debre, “Israeli arms quietly helped Azerbaijan retake Nagorno-Karabakh, to the dismay of region's Armenians”, AP, 5-10-2023. 

  13. Gabriel Gavin, “Avoiding another war in the former Soviet Union”, Politico, 30-10-2023. 

  14. “Ilham Aliyev: ‘We do not need a new war’”, JAM, 9-11-2023. 

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