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Ilustración: Carlos Palleiro

Aquellas Jornadas

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México, Italia, Panamá, Costa Rica, Ecuador, Angola...

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Mesas redondas para denunciar los crímenes de la dictadura, exposiciones con paneles sobre las violaciones de los derechos humanos, muestras de artistas plásticos, cine, talleres, y conciertos de grandes figuras de la música latinoamericana. Esa fue la característica general de las diversas “Jornadas” que organizó la izquierda uruguaya en el exilio entre 1977 y 1980.

Una flamante sala de conciertos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) llena a rebosar, y 15.000 carteles de propaganda pegados en los muros de la capital mexicana, dan una idea del esfuerzo. El logo: una paloma que se funde con un puño, en un gesto de eco picassiano al que el artista visual Carlos Palleiro le imprime la torsión del color, como signo de ese tiempo. Las Jornadas de la Cultura Uruguaya en el Exilio, celebradas en México del 22 al 28 de agosto de 1977, fueron el molde que se usaría después en varias instancias de ese tipo.

Además de Camerata Punta del Este y Roberto Darvin, que oficiaban de locatarios, habían llegado especialmente de Europa los uruguayos Alfredo Zitarrosa y Daniel Viglietti; de Cuba Silvio Rodríguez, Miriam Ramos y Pablo Milanés (primera presentación masiva de la Nueva Trova como tal en suelo mexicano); de Perú Tania Libertad (que se quedaría en el país); de Venezuela Hely Orsini. El país anfitrión aportó nombres de la talla de Amparo Ochoa y Oscar Chávez, o los grupos La Nopalera y Los Folkloristas (quizá el conjunto de su tipo más importante del momento y que se ha mantenido activo desde entonces).

Escritores como Gabriel García Márquez y Leopoldo Zea firmaron la convocatoria a las Jornadas que se publicaron en los periódicos: “[La dictadura] no sólo compromete los altos logros alcanzados por el pueblo uruguayo, sino también su incidencia en la marcha histórica del continente latinoamericano, [por eso] nos dirigimos a todos los hombres y organizaciones que bregan por la efectuación real de la condición humana en la vida de los pueblos, para que manifiesten su apoyo y solidaridad a las Jornadas de la Cultura Uruguaya en el Exilio”.

Italia

“Uruguay: un pequeño país, una gran prisión” fue el lema de un volante clandestino de la Central Nacional de Trabajadores (CNT) por el Primero de Mayo de 1978, que recogieron en Montevideo los integrantes de una delegación italiana de expertos en seguridad social1. Con la tinta todavía fresca, se volvió el eslogan de las Jornadas de la Cultura Uruguaya en Lucha, realizadas del 24 al 28 de mayo de 1978, al estilo de las de México del año anterior, pero con Venecia como centro (también hubo actividades conexas en Roma, Milán, Nápoles y Trento).

Esta vez el logo es un sol con un puño y una paloma, diseñado por Áyax Barnes, un rioplatense exiliado en Brera, y el apoyo financiero vino de los sindicatos italianos. Actuaron Camerata Punta del Este, Alfredo Zitarrosa, Numa Moraes, Daniel Viglietti, Dahd Sfeir, Eduardo Galeano, Noel Nicola, el ballet de La Scala de Milán, Inti Illimani y Los Quilapayún (ambos grupos de Chile). Estuvieron acompañadas por campañas en favor de los presos políticos uruguayos realizadas a nivel oficial y de organizaciones sociales. Su efecto fue tal, que en Montevideo merecieron un editorial contrario del diario El País y palabras del consejero de Estado Buenaventura Caviglia Cámpora, quien llamó “mercaderes de la patria” a los organizadores, y dijo que “la tal jomada no es más que la baba de mentira y de la calumnia marxi-comunista elaborada para el consumo de los rebaños rojos y de la innumerable caterva de cretinos útiles de toda laya”. Por ese motivo consideró “un grave error permitir que se ausentaran de Uruguay algunas figuras clave que hoy sirven de bandera a las campañas internacionales contra nuestro país”2.

América Central

Ese mismo año 1978, del 8 al 15 de diciembre de 1978, se desarrollaron en Panamá los Siete días de solidaridad con Uruguay. Ahí estuvieron, por ejemplo, Camerata Punta del Este, Alfredo Zitarrosa, Numa Moraes, Manuel Capella y María Vidal. Entre los invitados “no uruguayos” volvió a estar Silvio Rodríguez, y ahora se sumaron Sara González (Cuba), Conjunto Cantamérica (Chile), Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina (Nicaragua), José Roggles y Michael Smith (Jamaica). Más allá de los artistas, se hizo presente una delegación de un centenar de uruguayos en el exilio, entre ellos el presidente del Frente Amplio en el exterior, Hugo Villar. Como la CNT estaba en el núcleo organizador, uno de los ejes de la semana panameña fue un encuentro sindical con delegados de Colombia, Costa Rica, Jamaica, México, Panamá y Uruguay. Como señal de la aparición, aún incipiente, de otras dimensiones reivindicativas, hubo también un encuentro internacional de mujeres como parte del programa. La revista Nueva Sociedad informó que las actividades reunieron a diez mil personas.

Casi un año después, del 4 al 10 de noviembre de 1979, se organizó en Costa Rica la Semana de la cultura en el exilio. El formato fue muy similar y en su componente artístico no faltaron ni Camerata Punta del Este ni Alfredo Zitarrosa. La novedad fueron las funciones de Pedro y el capitán, a cargo del teatro El Galpón sobre texto de Mario Benedetti, que acababa de estrenarse en México. Entre los extranjeros se hizo presente el poeta español Rafael Alberti, quien había estado exiliado en Uruguay a causa de la dictadura franquista.

Angola

Aprovechando la presencia en Angola de la brigada de cooperantes pertenecientes al Partido Comunista (PCU), y debido al fuerte involucramiento de esa fuerza política en la organización de las actividades anteriores, del 15 al 19 de diciembre de 1979 se efectuaron en Luanda y Lubango las Jornadas Afro-Latinoamericanas contra el racismo y el apartheid en África Austral y el fascismo en Uruguay y otros países de América Latina.

Además del gobernante Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), las organizaciones africanas convocantes fueron el Congreso Nacional Africano (el ANC, de Nelson Mandela), el Frente Patriótico de Zimbabue y la Organización del Pueblo del África del Sudoeste de Namibia. Por Uruguay convocaron la CNT y la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU). Tomaron parte delegaciones de 37 países y se destacó la presencia artística de Numa Moraes y Daniel Viglietti.

En abril de 1980 el formato se trasladó a Ecuador. El sábado 19 de ese mes, a las ocho de la noche, Camerata Punta del Este tocó los primeros acordes del concierto inaugural de las Jornadas Ecuatorianas de Solidaridad con Uruguay, en el Teatro Nacional Sucre, de Quito. Le siguieron los uruguayos Alfredo Zitarrosa y Manuel Capella, y los conjuntos ecuatorianos Jatari y Pueblo Nuevo. Hubo actividades similares en Loja y Cuenca. La ocasión fue propicia para que en el museo de Oswaldo Guayasamín, en Quito, se subastaran cerca de 200 pinturas en solidaridad con Uruguay. No fue una selección de obras de autores menores, sino que las firmas incluían a artistas de la talla de René Portocarrero, Wifredo Lam, Roberto Matta y Cándido Portinari.

Todas esas instancias dan cuenta de los profundos vínculos del exilio uruguayo, que trascendieron incluso los límites de América Latina, y de cómo, además de las intervenciones de denuncia política (como las de Zelmar Michelini en el Tribunal Russell II, en Roma, en 1974)3, se llevaron adelante acciones culturales destinadas a aislar a la dictadura entre la opinión pública de los países que acogían a los desterrados.

Este texto forma parte de la investigación de Roberto López Belloso sobre el exilio orgánico del PCU, centrada en las experiencias de Camerata Punta del Este en México y de la brigada de cooperantes en Angola.


  1. Según citan Marina Cardozo y Ana Costa en “‘Como el clavel del aire’: cultura y compromiso”, en El Uruguay del exilio, Silvia Dutrenit (coord.), Trilce, 2006. 

  2. Virginia Martínez, Tiempos de dictadura, Ediciones de la Banda Oriental, 2005. 

  3. Coloquio: Memoria del Tribunal Russell, Fundación Zelmar Michelini, 2010. 

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