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Foto: Narodowy Instytut Audiowizualny, CC By-Sa 2.0 (archivo, setiembre de 2011).

El hombre con la pipa

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Centenario de Zygmunt Bauman.

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El 19 de noviembre se cumplieron 100 años del nacimiento del filósofo de la modernidad líquida en Poznan, Polonia. A continuación, publicamos un fragmento de El desterrado. 21 escenas de la vida de Zygmunt Bauman, del periodista Artur Domoslawski, biógrafo de Ryszard Kapuściński y colaborador de la edición polaca de Le Monde diplomatique. Bauman como hombre del siglo XX envuelto en el humo de su tiempo.

–Si puedo pedirte algo, no pongas en la tapa una foto de Zygmunt con la pipa –dice medio en broma, medio en serio, Janet Wolff [una amiga británica de Bauman]–. Hay demasiadas fotos con la pipa.

Parece que en la mitad de las fotos de los últimos 30 años, publicadas con ocasión de entrevistas, premios o en las tapas y solapas de sus libros, Bauman sostiene o fuma una pipa.

Bauman y la pipa, ¿un cliché gastado?

“¡Pará! ¡No te apures! La pipa es un elemento muy marcado de su imagen y de su personalidad”, escribe Julio Villanueva Chang, con quien a veces converso sobre dilemas de escritura. Julio hace años que da talleres sobre perfiles periodísticos bajo un título significativo: “De cerca, nadie es normal”.

¿Es posible tener a Bauman con la pipa y evitar el cliché? ¿Se puede conservar la torta y a la vez comérsela?

En una historia sobre Bauman no se puede, por supuesto, omitir la pipa. Es uno de sus signos más reconocibles. Sus opiniones sobre fumar también dicen mucho sobre su carácter.

¿Cómo es Bauman con la pipa?

Pensativo.

Relajado.

Preocupado.

Tranquilo.

Apuesto.

Es famosa la foto en la que las nubes de humo de la pipa tapan por completo su cara. El mensaje tiene una gran fuerza simbólica. Permite tejer alrededor de él un relato sobre un hombre oculto tras una niebla de misterio. ¿Alguien que tiene algo que esconder? ¿Enigmático, inaccesible?

Yo no lo veo así. No tan así. Tenía cierto aire de misterio y, sí, tenía razones para esconderse del mundo. A veces tenía que hacerlo para sobrevivir. Para no desarmarse en pedazos. Pero esa foto transmite ese mensaje de manera demasiado tajante. No deja lugar para el matiz.

Prefiero pensar la pipa de Bauman –y a él mismo– de otra manera.

La pipa es la calma. Sentarse, limpiarla, rellenarla. El hombre con la pipa tiene tiempo para pensar con cuidado. Para conversar –con alguien o consigo mismo–.

La pipa de la tranquilidad.

La pipa de la paz.

La pipa de la prudencia.

La pipa de saborear, disfrutar el momento.

Saborear la vida. (Le gustaba saborearla ¡y cómo!)

La pipa, una ayudante para resolver los enigmas del mundo.

Microperfil

Hijo de siglo

Un niño judío maltratado por sus compañeros; un refugiado de guerra; un soldado que luchó contra el ejército de Hitler y celebró la victoria en Berlín en 1945. Más tarde, un oficial de una unidad militar especial que combatía la resistencia anticomunista; un ferviente estalinista que, con el tiempo, se convirtió en crítico del “socialismo real”. Profesor universitario, sociólogo y filósofo; víctima de una purga antisemita y, una vez más, exiliado. Crítico de la ocupación israelí de Cisjordania y la Franja de Gaza, que abandonó Israel después de tres años, negándose a abrazar el nacionalismo sionista, poco después de haber sufrido él mismo el nacionalismo polaco. Un académico “británico” cuya brillantez intelectual floreció plenamente en la jubilación, cuando se convirtió casi en una celebridad.

Autor de Modernidad líquida (2000) y Modernidad y Holocausto (1989), obras que han pasado a formar parte del canon de las ciencias sociales y las humanidades. Galardonado con prestigiosos reconocimientos como los premios Príncipe de Asturias, Theodor W Adorno y el Premio Europeo Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales, entre otros.

Zygmunt Bauman fue testigo, protagonista y víctima de la Historia.

Un Gran Narrador.

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En la cultura popular, el rey de resolver enigmas con una pipa es Sherlock Holmes. Resuelve un asesinato después de pasar la noche con la pipa en la boca y de fumar 30 gramos de tabaco. “La sostiene en el camino hacia la boca como señal de sorpresa. La saca de golpe cuando se le ocurre una idea. Cuando enfrenta un problema, la agarra como una especie de afrodisíaco intelectual”, leo en la página de una marca de pipas cuyas piezas “vende” ese detective inglés.

¿La pipa como atributo de quienes resuelven enigmas?

La lista de celebridades y sabios que descifraban los misterios del mundo y tenían la pipa como marca registrada es impresionante. Me limito a un once de gala, aunque en el banco de suplentes hay muchos más.

Bertrand Russell, Jean-Paul Sartre, Carl Gustav Jung, Claude Lévi-Strauss (pensador importante para Bauman), William Faulkner, Raymond Chandler, Pablo Neruda, Georges Simenon, Ernesto Che Guevara, J.R.R. Tolkien, Umberto Eco.

Lamentablemente, también Iósif Stalin. De vez en cuando con la pipa aparecía también Albert Einstein.

Uno de los últimos grandes de ese club es Bauman.

“Fumar me salvó la vida”, confesó una vez Bertrand Russell, filósofo, matemático y defensor de grandes causas sociales. El 2 de octubre de 1948 viajaba en un avión pequeño y, al subir a bordo, insistió en que lo sentaran en la sección para fumadores. “Si no puedo fumar, me muero”, le habría dicho a la azafata. El avión cayó al mar. Todos los que estaban sentados en la parte para no fumadores murieron. Russell y los pasajeros de la sección para fumadores sobrevivieron.

A causa de la prohibición de fumar en los aviones –ya en tiempos posteriores– Bauman muy rara vez se decidía a hacer viajes transatlánticos.

Se enojaba con Estados Unidos cuando ahí se introdujeron restricciones estrictas para fumadores. “Una vez, en Nueva York, fui con él y con su esposa Janina a almorzar a un restaurante, y no podían quedarse sentados: a cada rato salían a fumar. Se quejaban de que Estados Unidos hostigaba a los fumadores”, cuenta con una sonrisa Irena Grudzińska-Gross.

En una carta a Cezary Wodziński, Bauman llamó a esas restricciones, con su habitual gracia, “el fascismo antinicótico estadounidense”, que “puede pulverizar la salud hasta el hueso”.

Tenía varias pipas favoritas. Durante muchos años fumó tabaco de la marca Clan, en el sobre verde con diseño escocés. Le encantaba recibir como regalo un paquete de buen tabaco.

–No hacía un ritual exagerado del acto de fumar –recuerda John Schwarzmantel–. Cuando invitaba gente a cenar a su casa, después del primer plato anunciaba que el segundo, antes de que llegara el plato principal de la noche, iba a ser “fumador pasivo”. Claro, para quienes no fumaban.

También fumaba cigarrillos; empezó más o menos a los 16 años. En la última etapa de su vida le gustaban los Sobieski rojos. En Inglaterra, cuando no tenía Sobieski, fumaba Winstons rojos. (Sí, sí, ya sé, los rojos).

–Hace poco celebré el septuagésimo quinto aniversario de mi primer cigarrillo –dijo en una de sus últimas entrevistas–. Si en este mismo instante me muriera, creo que nadie culparía al tabaco.

El comentarista Przemyslaw Witkowski, más joven que los propios nietos de Bauman, recuerda una situación simpática de aquella época, cuando le tocó salir a fumar un cigarrillo con el profesor en medio de una conferencia.

–Le digo a Bauman –recuerda– que ya va siendo hora de dejar de fumar de una vez. “Hace 75 años que fumo” –respondió Bauman a esa sugerencia–. “Tal osadía podría matarme en el acto”.

Se burlaba en voz alta de las advertencias en los paquetes de cigarrillos de que fumar causa cáncer, impotencia, muerte.

–Alguien debería demandar a todas esas empresas por mentir. ¿Fumar mata? ¡Mírenme a mí!

Cuando alguien cercano intentaba dejar de fumar, lo retaba:

–¡Estás cayendo en modas!

Él mismo no soportaba seguir modas ni que sus seres queridos las siguieran. Decirle que algo “se hace así”, que “es lo que corresponde”, que “todos lo hacen”, era suficiente para sacarlo de quicio.

Ser como todos –una ofensa y un agravio serio; o, en el mejor de los casos, un motivo de desprecio–.

¿Que supuestamente seguía modas intelectuales, como dicen algunos? Esa es una de las opiniones más erradas y, al mismo tiempo, más difundidas entre quienes no le eran favorables.

¿Bauman “coqueto de las modas”?

Más bien Bauman, un hombre a su modo. A su modo con la pipa, que fumó durante más de 40 años y vivió más de 90.

Ser un individualista que rehúye grupos, escuelas, camarillas y clanes se convirtió en parte de su emploi. A veces le daba fuerza interior. A veces despertaba admiración, a veces sospechas de que se creía superior. Cuando tenía a muchos en contra, cuando se convertía en chivo expiatorio, ser un hombre que no pertenece a ningún grupo lo volvía un blanco fácil.

En los últimos años de su vida volvió a experimentarlo, dolorosamente, una y otra vez más.

Artur Domoslawski (1967), escritor y periodista y polaco. Su biografía de Zygmunt Bauman recibió en Polonia el Premio literario de Alta Silesia “Juliusz” a la mejor obra biográfica en 2022.

Punto uy

En su libro La patria, el humo o la tumba (2004), sobre el juicio que enfrentó a Uruguay con la tabacalera Phillip Morris, a raíz de las exitosas políticas antitabaco del presidente uruguayo Tabaré Vázquez (1), el periodista Emiliano Zecca se mueve entre la crónica política y la crónica cultural del cigarrillo. Quiere la casualidad de los calendarios, que mientras se recuerda el centenario de Bauman –ese fumador empedernido–, Zecca sea parte de una avanzada literaria uruguaya en México. El 27 de noviembre presentó su libro en la librería Rosario Castellanos de la capital mexicana. Una semana después, otros dos destacados escritores orientales, Eugenia Ladra y Diego Recoba, participan en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en una feliz idea de poner a dialogar voces actuales con los 75 años de la publicación de La vida breve, novela esencial de Juan Carlos Onetti, otro fumador impenitente y voz central de la literatura de un país donde, cada día, mueren 14 personas a causa del tabaco (2).

(1): Entre 2006 y 2018, la prevalencia de fumadores descendió de 32 a 7 por ciento en adultos mayores de 15 años. Fuente: Día Mundial sin tabaco 2022.

(2): Programa de tratamiento del tabaquismo, Fondo Nacional de Recursos.

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