Armenia y Azerbaiyán firmaron en Washington un acuerdo preliminar de paz que podría resolver décadas de conflicto. El pacto, mediado por el mandatario estadounidense, Donald Trump, y sin participación rusa, establece un corredor territorial que conectará Azerbaiyán con su enclave de Najichevan, consolidando así aspiraciones de Turquía.
Al obtener, el 8 de agosto, en el Salón Oval de la Casa Blanca, la firma de un acuerdo preliminar en vistas a un tratado de paz entre el presidente azerí, Ilham Aliyev, y el primer ministro armenio, Nikol Pashinian, Donald Trump consiguió lo que el Grupo de Minsk no había logrado en más de 30 años de conflicto. Copresidida por Estados Unidos, Francia y Rusia, esta instancia multilateral creada en 1992 incluía a varios países europeos, a Turquía y a las partes beligerantes. Con la Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacionales (TRIPP, por su sigla en inglés), que se supone que conectará Azerbaiyán con su enclave de Najichevan a través del territorio armenio mediante infraestructuras financiadas, e incluso protegidas, por Estados Unidos, Trump contribuye a eliminar el principal obstáculo para la paz y, además, lleva a cabo una de esas operaciones político-comerciales a las que es tan afecto. Pero este corredor de tránsito materializa sobre todo un gran sueño panturco: garantizar la continuidad territorial entre Turquía y el mundo turcófono oriental.
Herencias del conflicto
El acuerdo pretende poner término a un conflicto que tuvo múltiples reactivaciones relacionadas con la fragmentación de los grupos étnicos en la región.1 Sin ahondar en la historia de este territorio que se disputan armenios y azeríes desde hace siglos, podemos fechar su origen en julio de 1921. [El líder soviético] Joseph Stalin impuso entonces una distribución asimétrica: por un lado, Najichevan, separada del resto de Azerbaiyán por la región armenia de Syunik y con una importante población azerí (entre la que se encontraba el poderoso clan Aliyev), sería una república autónoma bajo la tutela de Azerbaiyán; por otro lado, Karabaj (“jardín negro” en turco; llamado “Artsaj” por los armenios), poblado mayoritariamente por armenios, sería una región autónoma enclavada en el territorio azerí, también bajo la autoridad de Azerbaiyán.
En 1994, después de una guerra con un saldo de miles de víctimas, sobre todo azeríes, y que provocó desplazamientos masivos de la población, los armenios de Karabaj impusieron la autonomía de su territorio y ocuparon todos los distritos de Azerbaiyán circundantes, que habían quedado vaciados de sus habitantes. Durante 20 años, los sucesivos gobiernos armenios, todos dirigidos por hombres procedentes de Karabaj, no supieron darle sostén institucional a esta victoria militar en el terreno diplomático.2
Los dirigentes de Armenia hicieron como si los territorios que controlaban desde 1994 estuvieran definitivamente adquiridos, pese a las declaraciones del presidente Heydar Aliyev (1993-2003), y después de su hijo y sucesor, Ilham, quienes proclamaron que nunca su país cedería ni una pulgada de estas regiones, a las que prometían reconquistar mediante las armas si no se encontraba solución diplomática. Asimismo, el maná financiero que representaba la explotación de los yacimientos offshore azeríes poco a poco permitió a Azerbaiyán modernizar el país y equipar a su Ejército multiplicando por diez su presupuesto militar.
En dos ataques decisivos, en 2020 y después en 2023, el Ejército azerí, ahora modernizado y sostenido por Turquía e Israel, dio vuelta la situación a su favor multiplicando las presiones y obligando a la población armenia de Karabaj a huir masivamente hacia Armenia. Así, la depuración étnica practicada por los armenios en los territorios ocupados entre 1992 y 1994 se volvió contra ellos. La comunidad internacional asistió impotente a este viraje. El alto el fuego firmado por iniciativa del presidente ruso, Vladimir Putin, el 9 de noviembre de 2020, dio inicio a la entrada en el juego de Turquía, que controló su aplicación.3 Preveía el establecimiento de un corredor de transporte entre Azerbaiyán y Najichevan. Pero a inicios de 2025, el proyecto no había avanzado ni un ápice. Azerbaiyán, que sigue controlando alrededor de 200 km² de territorio sustraído a Armenia en estos dos ataques, amenaza con abrir el corredor por la fuerza, si fuera necesario.
La cuestión del corredor no se menciona en el acuerdo de paz que se firmó el 8 de agosto, pero sí fue mencionada en una declaración conjunta de ambos líderes –armenio y azerbaiyano– y se la trató aparte en un protocolo de entente trilateral entre Azerbaiyán, Armenia y Estados Unidos. Este padrinazgo estadounidense simboliza el retroceso estratégico que registró el Kremlin en el Cáucaso Sur desde la primera guerra del Alto Karabaj en 2020.
El vacío de Rusia
Armenia, signataria de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) en 2002, fue durante mucho tiempo una pieza maestra de la presencia rusa en la región. Pero en 2020, durante la primera guerra, que duró 44 días, Rusia no cumplió la cláusula de ayuda militar en caso de agresión, alegando que, según el derecho internacional, Karabaj formaba parte oficialmente de Azerbaiyán. El Ejército ruso sólo se desplegó a último momento, en noviembre de 2020, impidiendo por poco la toma de Stepanakert (Jankendi) por parte del Ejército azerí. Con posterioridad, la fuerza de interposición rusa no obligó a los azeríes a levantar el bloqueo impuesto sobre el corredor de Lachín, vía vital para la supervivencia de la población del enclave. Tampoco reaccionó ante el hecho de que el Ejército de Azerbaiyán se estuviera apoderando de forma paulatina del territorio soberano armenio.
Sintiéndose abandonado por su aliado principal, el poder armenio se mostró cada vez más crítico respecto de la política de Rusia. En 2023, Pashinián calificó como “falla estratégica” la decisión tomada por sus predecesores de confiar la seguridad de su país sólo a Rusia.4 Boicoteó las cumbres de la OTSC y congeló la participación de Armenia en la organización. Al mismo tiempo, Armenia diversificó sus fuentes de seguridad, acercándose de manera proactiva a Estados Unidos y a la Unión Europea, en particular Francia, que se proclamó lista para entregarle armas.5 La reunión de Pashinián con el entonces secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, en mayo de 2022, abrió la vía a numerosas visitas oficiales a Armenia, como la realizada por la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. A inicios de 2025, guardias fronterizos rusos que controlaban los pasos con Irán y Turquía en virtud de un acuerdo firmado en 1992 se retiraron, por pedido del gobierno armenio, del puesto fronterizo de Agarak, en el sur del país, algunos meses después de haber dejado el aeropuerto internacional de Zvartnots (cerca de Armenia). Al mismo tiempo, las negociaciones directas entre los dos países beligerantes se activaron bajo el patrocinio de Estados Unidos y la Unión Europea, pero sin Rusia. Las relaciones entre Rusia y Azerbaiyán se enfriaron aún más después del accidente de un avión de línea azerí en Rusia en diciembre de 2024. En la actualidad, el acuerdo del 8 de agosto acentuó el debilitamiento ruso en el Cáucaso Sur. Empero, todavía hace falta que la realización del proyecto estadounidense concrete las esperanzas que ha despertado.
Infografía: Cécile Marin.
El corredor en disputa
La ejecución del eje de comunicación propuesto por Trump sigue siendo incierta. En los 42 kilómetros que separan Azerbaiyán y Najichevan a lo largo del río Aras, se trata de reabrir una vía ferroviaria acompañada de una vía rápida paralela, cables de internet y caños para hidrocarburos. Vinculando Turquía con el conjunto del mundo turcófono, de un lado al otro del mar Caspio, este “corredor” sería financiado por Estados Unidos y gestionado por un consorcio mixto estadounidense-armenio, según la legislación armenia. Al menos es la solución que defiende Armenia, hostil a todo cuestionamiento de su soberanía. Solución que recuerda a la adoptada por ambas Alemanias a propósito de Berlín Occidental: la autopista que vinculaba Alemania Occidental con esta parte de Berlín era propiedad de los alemanes del Este y estaba gestionada por ellos, garantizando un derecho de paso sin detenerse en su territorio (no existía la posibilidad de bajar por salida alguna).
Por el contrario, Azerbaiyán y Turquía querrían que la ruta fuera extraterritorial y estuviera gestionada por terceros –una opción que dejaría de lado a los armenios en el control de su territorio, pero sin recurrir a una anexión lisa y llana del corredor por parte de Azerbaiyán–. Ya en 1992, recordando las fuentes del problema de la discontinuidad de los territorios poblados por armenios y azerbaiyanos, Paul Goble, por entonces miembro del personal diplomático estadounidense, había sugerido una transferencia de la franja sur del territorio armenio a Azerbaiyán a cambio del “corredor de Lachín”, el pasaje que unía Karabaj con Armenia.6 Mencionada frecuentemente, esta idea hoy quedó perimida porque Azerbaiyán recuperó por la fuerza esa provincia y los territorios adyacentes. Armenia, Rusia, así como Irán, siempre rechazaron esta propuesta, que habría privado a Armenia de su frontera común con Irán, de la cual depende su supervivencia económica.
El término “corredor”, que preocupa a los armenios por la posibilidad de una deriva hacia la anexión, desapareció de los distintos documentos firmados en Washington, pero eso no resuelve la cuestión de la seguridad de dicho eje. Dado que Azerbaiyán se niega a que sea puesto bajo control de los armenios, y que los rusos abandonaron la frontera a partir de enero de 2025, se especula con recurrir a una fuerza occidental, incluso a los herederos de Blackwater, el Ejército privado estadounidense, cuyo fundador, Erik Prince, es cercano a Trump.7 El artículo 7 del acuerdo del 8 de agosto precisa bien que ninguna fuerza extranjera debe ser desplegada en la frontera de ambos Estados, pero nada dice con relación a las fronteras que separan Armenia de Irán o Turquía.
Entonces, ¿cómo garantizar que este dispositivo cumpla con la función de enlace? Porque los dirigentes armenios, al igual que los rusos o iraníes, no interpretan que la TRIPP esté ahí para bloquear la ruta sino las líneas de alta tensión y los gasoductos que, siguiendo un eje norte-sur, conectan Irán con Rusia a través de Armenia y Georgia. Goble, hoy investigador en el Institute of World Politics de Washington, predecía en un artículo previo al acuerdo del 8 de agosto: “Cuanto más se acerca el acuerdo de paz, más probable es que estalle un nuevo conflicto más amplio”.8 Ali Akbar Velayati, consejero del presidente iraní, parece hacerle eco: “Este pasaje no será una puerta a los mercenarios de Trump, será su tumba”.9 Sin embargo, ni Irán ni Rusia, hoy debilitados, parecen tener la capacidad de bloquear el proceso si se concretara.
Además, los promotores del proyecto hacen de la TRIPP un eje multimodal, que abarca gasoductos y oleoductos y que se convertiría en el líder del “corredor medio” entre Europa y el mar Caspio. Ahora bien, la situación actual ya no es la que imperaba cuando la Unión Europea y 14 países de Europa del Este, del Cáucaso y de Asia Central lanzaron, en 1992, el Corredor de Transporte Europa-Cáucaso-Asia (Traceca, por sus siglas en inglés).10 Mientras tanto, los puertos georgianos o azeríes y el ferrocarril que los vincula fueron renovados: en 2005 y 2006 se inauguraron el oleoducto Bakú-corredor-Ceyhan y el gasoducto del Cáucaso Sur, que une Bakú-Tiflis-Erzurum; una nueva autopista financiada por China en el marco del proyecto Nueva Ruta de la Seda (también conocido como Una ruta, un cinturón) conecta Tiflis con el mar Negro; se abrió otro ferrocarril, Bakú-Tiflis-Kars, en 2017. Es difícil, entonces, dar crédito a los impresionantes anuncios concernientes a la rentabilidad del nuevo eje, apenas algo más corto que los otros.
Por último, no pocas condiciones políticas siguen en suspenso. Para desembocar en una ratificación jurídica completa del acuerdo, Pashinián se comprometió a hacer modificar la Constitución que incluye al Karabaj dentro del territorio de la República de Armenia. Ahora bien, hace falta el acuerdo de una mayoría de los armenios, lo que está lejos de haberse logrado. La oposición reprocha al texto del acuerdo que no mencione los territorios armenios (aproximadamente 200 km²) siempre ocupados por Azerbaiyán, y que se desinterese de la suerte de los prisioneros retenidos en Azerbaiyán.
En Armenia se insiste también en el derecho de los armenios que así lo quieran a entrar al Karabaj y en el destino que les depara a los monumentos armenios de esa región, algunos de los cuales ya fueron destruidos. Estas son también las condiciones de una paz duradera y, frente a un presidente estadounidense versátil, las presiones francesas y europeas contribuirían sin duda a la aplicación –todavía muy incierta– de dicho acuerdo de paz. ¿El Estados Unidos de Trump será para Armenia un mejor garante de la seguridad que la Rusia de Putin? Queda por demostrarse.
Jean Radvanyi, profesor emérito en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales. Traducción: Merlina Massip.
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Étienne Peyrat, “À l’origine des conflits en Transcaucasie”, Le Monde diplomatique, París, enero de 2021; Philippe Descamps, “Une terre disputée depuis deux siècles”, cronología publicada en línea, noviembre de 2023. ↩
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Philippe Descamps, “État de guerre permanent dans le Haut-Karabakh”, Le Monde diplomatique, París, diciembre de 2012. ↩
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Sergueï Markedonov, “Défaite arménienne au Haut-Karabakh”, Le Monde diplomatique, París, noviembre de 2020; Igor Delanoë, “Bras de fer russo-turc dans le Caucase”, Le Monde diplomatique, París, diciembre de 2020. ↩
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The Moscow Times, 3-9-2023. ↩
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“La France a ‘donné son accord’ à l’Arménie en vue de livraison de matériel militaire”, Le Monde, París, 3-10-2023. ↩
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“Caucasus Report”, RadioFreeEurope RadioLiberty, 8-6-2000. ↩
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Christophe Châtelot, “Le retour en grâce d’Erik Prince, fondateur de Blackwater”, Le Monde, 28-9-2025. ↩
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Paul Goble, “Moscow and Tehran working to block U.S. involvement in Zangezur corridor”, Eurasia Daily Monitor, 29-7-2025. ↩
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“Iran rejects planned transit corridor outlined in Armenia-Azerbaijan pact”, aljazeera.com, 9-8-2025. ↩
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El proyecto europeo y estadounidense Traceca tenía que facilitar el comercio este-oeste, evitando la participación de Rusia e Irán. ↩