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Ilustración: Horacio Guerriero

Flores de primavera

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Margaret Randall.

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La simple enumeración de sus múltiples e incesantes actividades llevaría varias páginas, de modo que debo conformarme con señalar que Margaret Randall es, a sus 88 años, una referencia ineludible en el panorama cultural, político y social tanto de Estados Unidos como de América Latina.

Cuando la leo, lo que se me aparece es un huracán que sirve como pasaje entre dos mundos, entre culturas distintas y distantes, unidas sin embargo por la fraternidad, el espíritu de lucha y el buen afán. Desde mediados del siglo pasado Margaret Randall es en sí misma un ciclón de ideas que se expresan de muchas formas y que abarca disciplinas como la poesía, el ensayo, la historia oral, la fotografía, el feminismo, la traducción, la política. A estas alturas es una fuerza de la naturaleza que ha sido capaz de recorrer varios continentes, siempre en la pelea. Ha vivido en su Nueva York natal, en Albuquerque, en México, en Cuba, en Nicaragua, en España. Llegó a Vietnam del Norte durante la guerra. Estuvo en Hanói varias semanas, luego volvió a Cuba.

No fue la suya una vida de vagabundeo intelectual, sino de trabajo, de militancia, de búsqueda. Y también de creación: ha publicado más de 100 libros, y además tiene cuatro hijos y, por ahora, diez nietos y tres bisnietos. Su tarea fructificó en muchos sentidos, y ha recibido numerosos reconocimientos académicos y sociales.

La historia documenta que, después de 23 años y decenas de miles de kilómetros recorridos, en 1985 Margaret decidió volver a Estados Unidos para afincarse allí, pero se topó con que su gobierno le era hostil. El huracán Randall lo cuenta con una sencillez devastadora: “El Servicio de Inmigración y Naturalización ordenó mi deportación en virtud de la cláusula de exclusión ideológica de la Ley McCarran-Walter de 1952. Consideraron que mis escritos eran subversivos y señalaron que las opiniones expresadas en varios de mis libros contradecían las opiniones manifiestas en la política exterior estadounidense. El PEN International, así como destacados escritores, artistas, sindicatos, organizaciones religiosas y ciudadanos comunes, se unieron a mi caso. En agosto de 1989, tras una serie de derrotas en instancias judiciales inferiores, recuperé mi ciudadanía y, con ella, el derecho a vivir en mi país natal”.

Especial significación le ha dado en su obra a la palabra y la voz de mujeres sencillas del pueblo que relatan cómo son sus vidas, dónde guardan sus sueños, qué las desvela. En el arte de escuchar y transmitir la experiencia femenina, Randall es insuperable. Textos como “La mujer cubana”, “Mujeres en la revolución” o “¿Como vive la mujer trabajadora en el Perú?” son emblemáticos.

También lo son muchos de sus poemas, recogidos a lo largo de los años en libros, antologías y revistas. Cabe señalar que ella fue, junto con su entonces marido, el mexicano Sergio Mondragón, creadora y editora de la revista bilingüe El Corno Emplumado, que se editaba en Ciudad de México, considerada una de las experiencias más influyentes de la poesía de vanguardia en los años 1960. El proyecto no resistió las tensiones políticas mexicanas y concluyó de manera abrupta en 1969. Mondragón se fue a Estados Unidos y Randall a Cuba.

Ella considera que la poesía antecede al propio poema, y también que lo continúa luego de diferentes maneras. Por eso muchos de sus textos son el reflejo de experiencias concretas que, a primera vista, puede tener una apariencia irrelevante. La descripción de una niña que dibuja una casita es el pretexto para una reflexión que nos transporta, siempre con esperanza, al principio de todas las cosas: “Adentro de la elección de luchar por la justicia / hay flores de primavera”. (De “La casa de la nena”).

Una mujer llega de urgencia al hospital con una sepsis que le puede costar la vida. Se llama Margaret Randall y mientras lucha por no morir mira los ojos y las manos de una humanidad que padece por ella y junto a ella: “Yo soy la mujer de 86 años / que carga su historia / en temblorosas manos, cuidada / por manos de Camerún / de India, de México”. (De “Habitación 5007”).

Siempre la esperanza y la lucha: el domingo 27 de abril, hace unos días apenas, la poeta leyó algunos de sus textos en la prestigiosa librería Collected Works, de Santa Fe, en Nuevo México, y en junio estará en Boulder, Colorado. Como se ve, el huracán no cede.

Fernando Butazzoni, escritor y periodista.

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