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Infografía: Cécile Marin.

Un desafío para la nación iraní

9 minutos de lectura
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Cómo se viven los ataques aéreos en Irán.

La ofensiva militar de Israel, a la que se sumó Estados Unidos, golpeó sobre una sociedad iraní que venía protagonizando protestas y manifestaciones contra el gobierno, pero que ahora se muestra unida frente al enemigo occidental.

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Edificios destruidos en pleno Teherán, columnas de humo en el horizonte. El 13 de junio (un viernes, día consagrado a la oración en el Islam), ocurrió el ataque temido desde hace años. Ya desde las primeras horas, las familias más acomodadas huyeron de la capital iraní para refugiarse en sus casas de verano a orillas del mar Caspio. En las estaciones de servicio o las tiendas de alimentos, la gente formaba largas filas. Muchos jornaleros perdieron días de trabajo, mientras que el jefe de Policía buscaba testigos para desenmascarar a los “terroristas” ocultos entre la población.

“Nos enfrentábamos a una amenaza inminente, existencial”, declaró el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a la televisión estadounidense y, fiel a su costumbre, agregó un par de “revelaciones”, no por incomprobables menos impactantes: “Irán identificó a [Donald] Trump como su ‘enemigo número uno’ y tiene planes de asesinarlo”, dijo1. Enseguida, las Fuerzas Aéreas israelíes se apoderaron del cielo iraní, destruyeron centros de investigación nuclear y bases de lanzamiento de misiles. Esta ofensiva espectacular arrasó con científicos y asesinó al comandante del Ejército y de la “Guardia Revolucionaria” (pasdaran), un cuerpo paramilitar que responde de manera directa al líder supremo. Una infiltración audaz, capacidades tecnológicas y de inteligencia descomunales, así como un desprecio absoluto por el derecho internacional: todo eso parece haberle otorgado una ventaja rápida y decisiva a Israel. Pocos días después, Estados Unidos se sumaría a la ofensiva lanzando bombas antibúnker y misiles.

Israel cuenta con una población diez veces menor y un territorio 80 veces más chico que Irán. Al parecer, David vuelve a triunfar sobre Goliat. Pero su éxito también deja en evidencia la exageración de la amenaza. El gasto militar de Irán representa apenas un 14 por ciento del gasto militar de Israel. Y esta proporción va en descenso: en los últimos cuatro años había sido del 23 por ciento y en 2010, representaba el 43 por ciento. Ya en su momento, los ataques israelíes contra los aliados de Teherán (como Hezbollah en Líbano o las fuerzas de Bashar al Assad en Siria) dejaron claro que las amenazas de guerra del “Eje de la Resistencia” eran pura fanfarronería.

Sociedad modernizada

La conmoción provocada en las calles de Teherán tuvo el mismo impacto que la invasión iraquí de setiembre de 1980. En ese entonces, el país se encontraba en plena revolución y pudo movilizar a la población para recuperar los territorios conquistados por las tropas de Saddam Hussein. Pero hoy son muy pocos los iraníes que vivieron en esa época, con una sociedad mayormente rural y analfabeta. En la actualidad, el 80 por ciento de la población vive en ciudades, la mayoría de los niños van a la escuela y muchos jóvenes, sobre todo mujeres, asisten a la universidad. Además, los hijos de los funcionarios del régimen a menudo estudian en el extranjero, y suelen optar por América del Norte antes que por Rusia o China. El individualismo no deja de expandirse, de la mano de políticas económicas liberales que intensifican las desigualdades.

Los defensores del islamismo en Irán hoy no son más que los comunistas entusiastas que había en la Unión Soviética a finales de los años 1980. Pese a su estabilidad, esta “mularquía constitucional” —un régimen de apariencia democrática pero que en última instancia sigue subordinado al clero— perdió gran parte de su legitimidad. La feroz represión contra el movimiento Mujer, Vida, Libertad, que irrumpió luego del asesinato de una mujer kurdo-iraní por parte de la Policía de la Moral, sacudió al país en 2022, igual que en 2019, cuando el gobierno había arrasado con los manifestantes que protestaban contra el alto costo de vida2. La brutalidad del régimen aparece también en la cantidad creciente de condenas a muerte, sobre todo en casos de narcotráfico, con un récord de 975 ejecuciones el año pasado.

Sin embargo, la autocensura es cosa del pasado: en las semanas previas al ataque israelí, los iraníes no dudaban en expresar sus opiniones con bastante libertad, a punto tal que el gobierno se vio obligado a revisar algunas disposiciones. El 15 de diciembre de 2024 anuló una nueva ley opresiva sobre “el velo y la castidad”. En las calles de las grandes ciudades, más de un tercio de las mujeres no llevan velo. Aún más sorprendente, prescinden del velo incluso en algunos espacios de la administración pública, como en una oficina del Ministerio de Justicia o en las ventanillas en donde se tramita el documento de identidad. El apoyo a la causa palestina apenas se manifiesta en el espacio público, pero en eventos que no dependen del Estado (como una exposición de arte en solidaridad con Gaza) también se ven cabelleras de mujeres sacudidas por el viento.

Pese a la retórica de los “fanáticos religiosos” y a los muchos mitos que los medios occidentales no se cansan de alimentar, no hay que olvidar que el régimen es consciente de las relaciones de poder y sabe ser pragmático. En 1988, Ruhollah Jomeini —el primer líder de la Revolución— aceptó un alto el fuego con Irak. En 2015, su sucesor, Ali Jamenei, firmó en Viena un acuerdo nuclear con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y Alemania. En marzo de 2023, China intervino para normalizar las relaciones diplomáticas con Arabia Saudita. En julio de 2024, el líder no se opuso a que fuera electo presidente de la República el “reformista” Masoud Pezeshkian, que tenía el mérito de representar dos minorías étnicas importantes, ya que es hijo de madre kurda y de padre azerí.

El fin de las negociaciones

Netanyahu, que justifica la guerra con el argumento de la amenaza nuclear iraní, no se inmutó ante los posibles riesgos, como el de contaminar toda la región. El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, reiteró que bajo ninguna circunstancia hay que bombardear infraestructura nuclear: “Estos ataques tienen graves implicaciones para la seguridad tecnológica nuclear, la seguridad física nuclear y las salvaguardias, así como para la paz y la seguridad regional e internacional”3.

El objetivo a corto plazo de Israel —y ahora de Estados Unidos— se planteó como bombardear Irán hasta destruir los sitios donde se procesa uranio, pero es poco plausible que logren cumplirlo. Por mucho que las bombas estadounidenses puedan penetrar en las instalaciones más profundas, eso sólo serviría para retrasar el enriquecimiento de uranio, no para impedirlo, salvo que intervenga luego algún mecanismo internacional de control. Si el propósito de Israel era empujar a Irán a negociar, ¿por qué le pidió a Donald Trump que saboteara el acuerdo nuclear de Viena? ¿Y por qué fue asesinado poco después uno de los principales negociadores iraníes, justo cuando Washington y Teherán estaban discutiendo la cuestión clave de los límites al enriquecimiento de uranio con fines civiles o militares?

Desde el punto de vista de la proliferación nuclear, los miembros del G7 no fueron muy responsables cuando, de manera explícita o no, le dieron carta blanca a Israel para que bombardee Irán. En su momento, los 20 países más importantes del mundo árabe-islámico —a excepción de Irán— firmaron un comunicado conjunto en el que insistieron sobre “la urgencia de crear una zona libre de armas nucleares y otras armas de destrucción masiva en Medio Oriente, que alcance a todos los Estados de la región, sin ninguna excepción”4. Es obvio que la insinuación está dirigida a Israel, que no firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Quizá potencias como Turquía, Arabia Saudita o incluso Egipto empiecen a preguntarse cuál es la mejor manera de protegerse de las constantes injerencias del importuno vecino y si, a fin de cuentas, no sería más conveniente contar con armas nucleares.

“Basarse en la fuerza en vez de hacerlo en las negociaciones es la forma más eficiente de destruir el TNP. El mensaje que transmite a los demás países es muy claro: ¡la única forma de garantizar su seguridad es desarrollar armas nucleares!”, expresó alarmado Mohamed el Baradei —ex director general del OIEA— en un posteo en X el 18 de junio. Irán —que, según Estados Unidos, está “a punto” de poseer el arma desde hace treinta años— podría cambiar oficialmente su postura y abandonar el TNP. Jeffrey Lewis, especialista del Instituto de Estudios Internaciones de Middlebury en Monterrey, imagina este diálogo entre funcionarios iraníes: “Todos los nuestros que hace seis meses se opusieron a desarrollar armas nucleares murieron asesinados. Mejor no cometamos el mismo error”5.

Unidos contra Israel

Israel bautizó su ofensiva contra Irán “Operación León Naciente”. Un nombre que deja en evidencia sus intenciones: el símbolo “del león y el sol” era el emblema del imperio persa hasta que la revolución de 1979 lo eliminó de la bandera iraní. Este interés por lograr un cambio de régimen recuerda al golpe de Estado que en 1953 promovieron los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses para acabar con la nacionalización del petróleo y devolver el trono al sha Mohammad Reza Pahlavi6. Es verdad que su hijo, refugiado en Estados Unidos y apoyado desde hace tiempo por Israel, tiene contactos en la diáspora iraní, pero los macabros recuerdos que dejaron el sha y su siniestra policía secreta —la Savak— socavan cualquier posible legitimidad. Del mismo modo, la imagen de los Muyahidines del Pueblo —el otro gran pilar de la oposición contra el régimen iraní, en este caso de orientación socialista— sigue manchada debido a su antigua alianza con Saddam Hussein, por más que algunos de ellos sigan activos en el interior del país.

En los últimos meses, en un clima de crisis y tensión, parecía que muchos iraníes estaban dispuestos a todo con tal de pasar a una nueva etapa. Pero quizá la ofensiva de Israel y Estados Unidos termine por dar vuelta a la opinión pública. Aunque muchos se oponen al régimen y ven con buenos ojos un posible acercamiento con Occidente, sería un gran error de cálculo subestimar el poder del nacionalismo. Las mismas personas que antes del 13 de junio fustigaban a los mulás en las redes sociales, luego de los bombardeos posteaban el mapa de su país. “Prefiero morir antes que ser un traidor”, declaró Ali Daei, exfutbolista estrella crítico del régimen, en rechazo de cualquier colaboración con las fuerzas extranjeras7.

Perseguidos por la Policía y condenados a prisión domiciliaria tras la llamada “revolución verde” de 2009 (que denunció fraude en la elección presidencial a favor del candidato conservador), los principales líderes reformistas condenaron los bombardeos de forma inequívoca. “La mano criminal y la naturaleza violenta de Netanyahu golpean nuestra nación con ataques militares que arrasan con la infraestructura, los científicos e incluso la vida de civiles inocentes, hombres, mujeres y niños, violando flagrantemente todas las normas internacionales”, sostuvo Zahra Rahnavard, la esposa de Mir Hossein Musavi —ex primer ministro y candidato declarado perdedor en aquellas elecciones— en un comunicado publicado por la agencia oficial de noticias IRNA (Islamic Republic News Agency).

También Mostafa Tajzadeh —quien fuera viceministro del Interior durante la presidencia del reformista Mohammad Jatami (1997-2005)— hizo llegar un mensaje desde la prisión donde se encuentra encarcelado: “Defender una ofensiva militar extranjera (al mando de un hombre como Netanyahu, al que la Corte Penal Internacional acusa de cometer crímenes de guerra) es política y moralmente injustificable. Incluso si esta guerra lograra acabar con este régimen religioso deficiente, Irán quedaría en ruinas y seguramente se sumiría en la anarquía y el caos”8. Tajzadeh propuso formar una asamblea constituyente para lograr una transición pacífica hacia la democracia.

En este marco, queda por ver si las autoridades iraníes van a ser capaces de construir una verdadera unión nacional y de abrirse a otras fuerzas, más allá de los reformistas. Sucede que la guerra también les da pretextos para reprimir. Pero una anécdota es muy elocuente: después del 13 de junio, cuando algunas mujeres recibieron sanciones por no usar velo, el jefe del servicio de inteligencia se apresuró a disculparse por un “error del sistema”.

Muchas organizaciones sociales independientes (por ejemplo, el sindicato de conductores de autobús y el que nuclea a los jubilados) denunciaron las mentiras israelíes: “No albergamos ninguna ilusión de que Estados Unidos e Israel tengan interés en traer libertad, igualdad y justicia, como tampoco nos hacemos ilusiones respecto del carácter represivo, intervencionista, temerario y antiobrero de la República Islámica”, dijeron9.

A diferencia de los representantes occidentales reunidos en Canadá para la Cumbre del G7, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan opinó que “una vez más, Netanyahu demostró ser la mayor amenaza para la seguridad de la región. Irán tiene el derecho natural, legítimo y legal de defenderse contra la brutalidad y el terrorismo del Estado de Israel”. Decepcionados por la “doble moral” del derecho internacional, muchos gobiernos no occidentales se muestran de acuerdo con Ankara. Pero por mucho que los iraníes se reconforten con estas declaraciones, está claro que su país sólo cuenta con algunas simpatías en Rusia y China, pero no con aliados que puedan brindarle ayuda militar.

Pasado el pánico de los primeros días, la vida en Irán continuó bajo las bombas. No parece haber escasez de productos de primera necesidad y ya no hay filas en las panaderías, pero la conexión a internet se sigue interrumpiendo con frecuencia. Si las negociaciones se cancelan de manera permanente, el desenlace del conflicto va a depender de la capacidad de resistencia de los dos pueblos. Y si la guerra llegara a continuar en tierra, sería el principio de otra historia.

Shervin Ahmadi y Marmar Kabir, respectivamente, director de la edición en farsi de Le Monde diplomatique y periodista y traductora de la misma edición. Con la contribución de Philippe Descamps. Traducción: Agustina Chiappe.


  1. Fox News, 15-6-2025. 

  2. Ver “Iran. En attendant la tempête” y “L’espérance israélienne d’une révolte populaire en Iran”, Orient XXI, 28-10-2024 y 16-6-2025, respectivamente. 

  3. “Declaración sobre la situación en Irán”, OIEA, 13-6-2025. 

  4. AFP, 17-6-2025. 

  5. Le Monde, París, 16-6-2025. 

  6. Cf. Mark Gaziorowki, “Quand la CIA complotait en Iran”, Le Monde diplomatique, París, octubre de 2000. 

  7. Tehran Times, 18-6-2025. 

  8. Etemad, 16-6-2025. 

  9. akhbar-rooz.com, 17-6-2025. 

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