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Foto: Gentileza de café lavandería.

Antifascismo y Che Guevara en un café de Japón

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Café Lavandería es un reducto de latinoamericanismo en pleno Tokio. Por allí pasaron Noam Chomsky y músicos que van desde la argentina Carolina Peleritti hasta el vasco Fermín Muguruza.

En línea recta, el trayecto que separa América del Sur de Asia es de 16.949 kilómetros. Y en Japón, que está más lejos que lo lejos, esa distancia se achica cuando un tendal de nipones advierten que, en su país, América Latina es sinónimo de agitación y vanguardia. Tal vez sea por diferencias estéticas, morales y políticas, o posiblemente por un tema de trechos. Lo que brota en nuestro continente se adscribe en su reverso exacto: somos muy distintos y eso nos magnetiza. O, al menos, así lo sugieren desde Café Lavandería, la primera cafetería antifascista y prolatinoamericanista de Japón.

Emplazado en Shinjuku Ni-chōme, en el centro de la subcultura gay de Tokio, Café Lavandería es un espacio para que las personas puedan expresarse políticamente. “Buscamos ser la puerta de entrada para la gente que quiere participar en movimientos políticos y sociales, porque estamos viviendo en una sociedad que les hace difícil su participación”, dice a Lento Hanako Suga, una de las administradoras del lugar.

Antiguamente, Café Lavandería era un lavadero para gente que trabajaba en la zona. Sus viejos dueños eran activistas de izquierda que, motivados por la empatía ideológica, les cedieron el espacio a un precio económico. Desde ese postulado, esta inusual cafetería se convirtió en un espacio para que las personas se conozcan y, como señala Suga, “vayan juntas a las manifestaciones, tomen café o puedan tomarse unas cervezas”.

Por estos días, este espacio alternativo está administrado por aproximadamente 20 personas. Ya lleva unos diez años en Shinjuku Ni-chōme. Antes, este mismo convoy artístico manejaba otro lugar, llamado Poetry in the Kitchen, en el que se brindaban talleres de serigrafía y lecturas de poesía, que además era la sede de distintos eventos políticos. “Café Lavandería no tiene dueño”, explica Suga.

Su admiración por la cultura latina también les llega por oposición: “En Japón estamos llenos de la cultura norteamericana y somos bastante capitalistas, por eso vemos a América Latina como una contracultura”. Este lugar, además de ser un venue para bandas latinas, también brinda talleres de español, monta muestras de cine independiente, organiza diversos eventos de música lejana a los sonidos comerciales, arma convites antifascistas, vende libros beatniks y publica pequeñas ediciones de poesía.

“Cuando llegan las noticias de América Latina, lo hacen filtradas por Estados Unidos”, dice Suga. Y sigue: “Creemos que eso es horrible, y la verdad es que Japón parece una colonia de Estados Unidos”. Por eso, también, se enfundan tras los ideales del Che Guevara (“Nos interesa demasiado”), colgaron una bandera de la Confederación Nacional del Trabajo española (“Nos la dejó uno de sus miembros”, dicen respecto de la presencia simbólica de esta unión de sindicatos autónomos de ideología anarcosindicalista) y se yerguen bajo el eslogan “Música y anticapitalismo”.

Foto: Gentileza de café lavandería.

Últimamente, Café Lavandería ha tenido algunos sacudones financieros. Llegaron nuevos propietarios, con los que no logran ponerse de acuerdo: “Vivimos una crisis, nos están haciendo un juicio para que nos vayamos de aquí”. De fondo, los flamantes capitales japoneses pretenden renovar el edificio y ellos, con su propuesta, están en las antípodas.

Por sus tablas pasaron artistas como los argentinos Che Sudaka, Gicela Méndez Ribeiro y Carolina Peleritti, el vasco Fermín Muguruza, la mexicana Elis Paprika y el activista estadounidense de izquierda Noam Chomsky. Y, entre su público, personas con gustos alternativos e ideas políticas radicales. “También nos visitan mucho por nuestros cuatro gatos, que viven en la tienda y la gente quiere jugar con ellos”.

Si bien no se consideran intelectuales y se expresan con mucho cuidado a propósito de la situación política en América del Sur, tienen su mirada bien marcada: “Deseamos que aumenten los gobiernos de izquierda y que haya menos de derecha”. No conocen al Partido Nacional ni al Frente Amplio, y piden disculpas por no estar al tanto de algunos detalles políticos de Uruguay. “Lo cierto es que nosotros queremos unirnos con todas las personas que están luchando contra el fascismo y buscamos encarar juntos esa pelea”, dice Suga.

Y en esta lucha política, ella y los suyos hacen un close-up hacia la comunidad LGBTIQ+ japonesa. “Mucha gente de la comunidad en Japón tiene ideas políticas bastante diferentes, por ejemplo, algunos no aceptan trans o queers en sus tiendas y son bastante capitalistas”. Y, aunque Café Lavandería esté situado en la “zona rosa” de la ciudad, sienten que ahí mismo falta dar muchas discusiones. “Aquí no hay una corriente LGBTIQ+ antifascista, por eso estamos viviendo un movimiento separado del resto”.

¿Cómo resisten siendo el único café antifascista de Japón? Hay una experiencia parecida en Irregular Rhythm Asylum, también en Shinjuku Ni-chōme, y eso nos entusiasma. Sin embargo, la verdad es que nosotros no tenemos idea de hasta cuándo vamos a poder mantener este espacio.

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