Es una mujer. Una mujer bellísima. Una rubia deslumbrante. Escultural. Poderosa. Radiante. Una luz que seduce y que te atrae como si fueras una polilla contemplando un farol encendido en una tórrida noche de verano.
Esa es Liz Paola: una llamarada que desgarra el espeso velo gris que tienen en común todas las dictaduras del mundo. Un resquicio, una brecha, una esperanza.
Su fiesta es clandestina porque su mundo de encajes y portaligas, de transparencias y medias de red, de tangas estampados y aventuras furtivas está oculto por decreto y por hipocresía. Pero Liz Paola no se esconde. Su existencia misma es un desafío, un grito triunfal en el rostro absurdo y enojado del poder, que quiere condenarla a las sombras. A quienes la juzgan y critican, Liz Paola les sopla el humo descarado de su cigarrillo. Un solo golpe de su tacón es un terremoto en las vidas sucias de sangre y mierda de los milicos.
Liz Paola aprende a vivir y a sobrevivir sin conocer la vergüenza. Conoce, en cambio, los brazos del amor, las alegrías del cuerpo. Es la encarnación del orgullo, una cabeza bien alta que es imposible agachar. Es puro encanto, pura valentía. Pero en sus gestos, despreocupada, parece no darse cuenta de que está haciendo historia.
Porque esa también es Liz Paola: magia y cotidianidad. Un escote abismal un día, un gorro de lana al otro. Ella desempolva recuerdos con la misma fiereza con la que se empeña en vivir su presente.
Liz Paola Cortaza es la mujer trans más longeva de Paraguay y sobrevivió a la dictadura más larga de Sudamérica sólo para demostrarnos que es posible reírse en la cara de quienes le deseaban la muerte y que seguir viva es la mejor de las venganzas.
Jess Insfrán Pérez (Asunción, 1993) es fotógrafa. Colabora con la agencia Presentes, entre otros medios. Busca un acercamiento a los feminismos y ahondar en la mirada de la memoria y la resistencia de la diversidad sexogenérica en su país.