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Fiesta del Inti Raymi en Santa María, Catamarca.

Devoción andina

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En la región andina del Cono Sur las celebraciones populares calan hondo. Enriquecen el acervo cultural y contribuyen a preservar tradiciones ancestrales que llevan siglos replicándose a través de la danza, la música, los cantos. De Jujuy a Catamarca, en Argentina, o de Puno a Cusco, en Perú, fiestas como el Inti Raymi, el Toreo de la Vincha y La Candelaria replican escenas de profunda devoción y desenfreno, contemplación y reflexión.

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Saludo al sol

La fiesta del Inti Raymi es un homenaje al dios más importante de la civilización incaica, que se consideraba hija del astro rey. A él había que rendir pleitesía y entregarle ofrendas para que alumbrara las cosechas. Durante el esplendor del imperio, el inca (el monarca), su corte y el pueblo se juntaban antes del amanecer en la plaza de armas de Cusco a esperar su salida. Hoy en día se trata de una recreación de la fiesta original, inspirada en recopilaciones de las crónicas de época.

Fiesta del Inti Raymi en Cusco, Perú.

En Santa María, provincia de Catamarca, hasta donde se extendió el brazo del Imperio inca, también lo celebran con una fiesta coreografiada que emula el viejo ritual. Y hay otra pequeña ceremonia, muy íntima, en lo alto de una montaña, el punto donde está la intiwatana o reloj solar, esa hendija de piedra que aquí llaman “la ventanita” por donde pasan los primeros rayos solares en cada solsticio de invierno: el sitio exacto en el que se aguarda este momento desde los tiempos previos a la conquista.

Fiesta del Inti Raymi en Cusco, Perú.

La Candelaria

Durante los primeros días de febrero se realiza en Puno, Perú, una de las mayores celebraciones populares de Latinoamérica, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. El festejo es en honor a la Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad, cuya imagen llegó de la mano de los conquistadores españoles desde las islas Canarias. Aquí, la cosmovisión indígena del altiplano se entrevera con el cristianismo, en una muestra más del sincretismo latino.

Celebración de La Candelaria en Puno, Perú.

Un centenar de conjuntos folclóricos típicos del altiplano bailan entre el 2 y el 8 de febrero para venerar a la virgen, que sale en procesión el día inaugural. La fiesta continúa con desfiles de danzas autóctonas en los que participan conjuntos de los pueblos rurales que rodean la ciudad. Una semana después, la celebración sigue con el concurso de danzas folclóricas, en el estadio de la ciudad, y un desfile callejero al día siguiente.

Celebración de La Candelaria en Puno, Perú.

El Toreo de la Vincha

Cada 15 de agosto, en Casabindo, un pueblo diminuto de la puna jujeña, se vive una fiesta única. Toreros insólitos, bandas de sikuris, devotos y forasteros inundan este caserío de adobe de 200 habitantes para presenciar esta ancestral e incruenta corrida de toros en honor a la Virgen de la Asunción. Por la mañana, entre puestos de comida y artesanías, las bandas de sikuris y los samilantes —devotos de la virgen que visten plumas de ñandú y cascabeles— bailan la danza del suri (ñandú), un baile ancestral con el que los antiguos pobladores pedían por las lluvias. Lideran la procesión alrededor de la iglesia, seguidos de pobladores de comunidades cercanas que cargan las imágenes de la virgen.

El Toreo de la Vincha en Casabindo, Jujuy.

Pasado el mediodía, la gente se junta en la plaza de toros, donde toros y toreros se sucederán con el correr de la tarde. Algunos logran su cometido y se arrodillan, emocionados, para ofrendarle el tesoro a la virgencita. Otros son embestidos y vuelan por el aire o son revolcados por el piso.

El Toreo de la Vincha en Casabindo, Jujuy.

Al atardecer, cuando la iglesia se tiñe de ocre, la multitud se pierde a lo lejos para dejar Casabindo, nuevamente, sumido en su más profunda soledad.

El Toreo de la Vincha en Casabindo, Jujuy.

Saludo al sol en la montaña en Santa María, Catamarca.

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