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Indígenas kayapós realizan un ritual en su llegada al Acampamento Terra Livre.

Foto: Mariana Greif

Diversa y combativa

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Brasilia, la ciudad del progreso, con sus 60 años como sede del poder y su diseño limpio, albergó durante una semana, del 23 al 27 de abril, una aldea indígena que estuvo a años luz de lo uniforme. La diversidad cultural, de género y de modos de vida, así como la alegría de la resistencia compartida —y también las desilusiones—, estuvieron presentes en esta acampada.

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El sentimiento del poder comunitario floreció incluso en la desolación de la emergencia climática actual y la negación constante a sus derechos y territorio. Con el lema “Nuestro marco es ancestral, siempre estuvimos acá”, cerca de 9.000 indígenas participaron en la 20ª edición del Acampamento Terra Livre, donde se reunieron para celebrar, debatir y enfrentarse a los tres poderes de Brasil.

Una de las mayores preocupaciones es la propuesta de establecer un “marco temporal” para la demarcación de tierras indígenas. Esta tesis jurídica afirma que sólo tendrían derecho a la tierra aquellos pueblos indígenas que pudieran demostrar que ocupaban el territorio en cuestión en la fecha de promulgación de la Constitución de 1988. Esto representa un retroceso significativo en los derechos indígenas, ya que muchos pueblos han sido desplazados de sus tierras debido a la violencia, la explotación y la destrucción ambiental. Además, ignora las formas tradicionales de ocupación y uso del territorio, que a menudo no se ajustan a los conceptos occidentales de propiedad de la tierra.

Un informe realizado por el Coletivo Proteja revela que en el primer mes tras la aprobación de la ley 14.701, la que establece el marco temporal, entre el 14 de diciembre de 2023 y el 21 de enero, se registraron 13 conflictos en territorios ubicados en siete estados brasileños y seis líderes indígenas fueron asesinados. Uno de estos asesinatos fue el de la pajé Nega Pataxó, del pueblo Hã-Hã-Hãe, durante una acción violenta de la policía militar del estado de Bahía en colaboración con el grupo Invasão Zero. Ocurrió durante la retoma del territorio Caramuru-Paraguaçu, en el municipio de Potiraguá.

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