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Ilustración: Belén Valverde

Conservación de la materia

7 minutos de lectura
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Un cuento de Navidad fue la premisa y la escritora Tamara Silva Bernaschina cumplió dickensianamente con este relato en el que hay magia o, mejor dicho, ciencia, como explica la narradora en un interrogatorio misterioso.

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No, no tiene nada que ver con la fe. Se trata de ser constante, paciente. No, no es eso. Persistente, creo que es la palabra. Me parece. Sí, persistente. Como insistir y existir al mismo tiempo. Eso dijo mi mamá cuando le pregunté cómo funciona esa magia que la mamá de Jenni dijo que es de macumbera, una vez que en su casa hablábamos de eso. De macumbera no tengo nada, dijo mamá cuando le dije que sí que era porque a los muertos no se los puede revivir. Después me dijo lavate la boca, gurisa trompeta, te pudrieron el cerebro, y me apretó el cachete hasta dejármelo rojo. No, no me pegó. Nomás me apretó. ¿Que si fue fuerte? Un poquito. Es que tengo el cachete gordo y la grasa duele. Sí, sigo. Perdón, me distraigo si anota todo porque siento que tengo que decir algo importante. Perdón, sí, ya voy a eso, perdón. Es que antes de esa mañana yo quiero que sepan que no es mentira, que mi madre puede, sabe.

Este nuevo grupo se reúne todos los martes. Claro, digo nuevo porque el viejo es de los lunes que yo me quedo con mi papá. ¿Mi papá? Es vendedor de autos. No, nuevos no. Autos usados vende mi padre. Pero él no sabe nada de esto. Porque a él no le gusta andar metiéndose. No, no están separados. Nomás no le gusta a él andar averiguando. Y bueno, eso. Este nuevo grupo se reúne todos los martes. Aumenta la demanda por las fiestas, dice mamá, y por eso en octubre ya empezamos a repartir folletos por todos lados. Me paga ella. ¿Si me hace trabajar mucho? No, o sí, porque a veces caminamos un montón y yo me canso. Pero también paseamos por barrios chetos y comemos helado. Y me paga poco, Jenni dice que es poco, cien pesos por día. Estoy ahorrando para comprarme una cosa. Bueno, perdón. Sí, se reúnen en una casa. En la de Julia, que la prestaba para eso, pero si no lo harían en mi casa como el de los lunes que yo me quedo con mi papá. Claro que mi papá vive con nosotras, yo me quedo con él en la oficina porque el grupo es de mañana. Voy a la escuela de tarde. No, me lleva mamá. Sí, ya sigo. Es que si hacen preguntas me olvido lo que iba a decir. ¿Puedo tomar un poco de agua? Tengo la garganta media seca.

Gracias. Bueno, sí. Mirá, es así. Mi madre me lo explicó todo ese día que yo le dije macumbera, que les dije recién. Me dijo sentate, me vas a oír. No, no me pegó. Habló fuerte como cuando se enoja. No, no se enoja seguido. Solo cuando me porto mal o mi padre no viene a casa. ¿Seguido? No sé, yo no me doy cuenta a veces porque me hacen dormir temprano pero mi madre se levanta triste y ahí me doy cuenta. ¿Medicación de qué? No, no toma mi mamá nada. Solo la pastilla para no embarazarse, que la traga con la cena de noche. Sigo, ella me dijo que para ver al muerto, que en realidad no está muerto todavía cuando lo vemos, hay que tener un recuerdo recontra fuerte. No sirve algo así que te acordás a medias porque si no como que se confunde el tiempo o el lugar. Entonces, el recuerdo tiene que ser fuerte, fuerte como para dejar un ancla mental, material, ¿y qué era lo otro? Me olvidé porque es largo. Ah, ya sé. Ancla mental, material y temporal en el mundo. Eso es lo primero, porque si vos por ejemplo que estabas anotando exististe ahora, yo por ejemplo cuando vos te mueras podría pensar muy fuerte en este momento y verte escribiendo, si vengo a este mismo lugar. Porque la existencia deja como marcas en los lugares y algo de vos va a estar siempre acá. Eso dice mamá. ¿Como un fantasma? No, yo decía lo mismo antes pero desde que voy me doy cuenta de que no es lo mismo. Es como un fantasma al revés, ¿entiende? ¿Por qué no anotan esto? Si esto es lo importante. Es un fantasma al revés porque el fantasma se supone que viene para acá y asusta en este mundo, pero en los grupos lo que hacen es ir hacia el pasado, digamos, como espionaje. ¿Cómo sé? Porque yo voy a veces. Sí, yo voy y solo escucho, no participo en las dormidas. Bueno, no son dormidas, yo les digo así porque todos tienen que cerrar los ojos y mi madre los guía mientras por algún huequito del tiempoespacio. Todo junto se dice. Tiempoespacio. No, no me obligan a ir. Yo voy porque quiero y a veces las señoras hacen postres para compartir. ¿Cómo que qué tienen los postres? Cosas distintas, a veces frutilla, a veces chocolate, a veces dulce de leche. La última vez no comí porque llevaron pan dulce que no me gusta porque tiene fruta. No, nada más. Bueno, pasas de uva, que no sé si cuenta como fruta. Y la masa del pan dulce y ya está. Lo hizo Coco, que vende pan dulce por encargue y yo creo que llevó para que todas le compraran porque eso fue lo que pasó. ¿Pero por qué preguntan tanto si había algo adentro? Sí, todas comieron. No, a nadie le pasó nada. Nada de nada. Nomás dijeron halagos a Coco que parecían exagerados porque ella está viuda hace poco y todo el mundo la trata así, lo más bien. Ella por ejemplo está en el grupo para ver a su marido y a veces llora porque dice que casi, casi llega. Pero todavía no. Es que lleva práctica.

Esta práctica no tiene nada que ver con las apariciones, que seguro por ahí las hay. Esto es ciencia. Ley de conservación de la materia, señoras y señores. Pongo la voz así porque así habla mi madre. Eso me lo sé de memoria porque lo recontra repite. El resto no. ¿Qué pasó esa noche? Es que yo estaba en el cuarto de la hija de Julia. No, la hija de Julia no estaba. Es grande ella y está en Montevideo estudiando algo. Yo estaba jugando con sus cosas. No, yo no me metí, me dejaron ir porque estaba aburrida. Hubo mucho silencio ese día lo que pasa, estaban todas muy concentradas y yo me aburro cuando pasa eso, nadie habla, nadie nada. Entonces yo le dije a Julia voy al cuarto, y ella hizo que sí con la cabeza. Yo ya había ido antes, otro día.

Es que a mí me da miedo que ustedes quieren culpar a mi madre y mi madre no tuvo nada que ver. Hay reglas y las reglas se hacen por algo. ¿No? Hasta yo sé eso. ¿Cuáles son las reglas? Deberían preguntarle a mi madre porque ella las entiende mejor. Yo me las sé más o menos. Bueno, sí, intento. Pero necesito un poquito más de agua. Me hace dar frío el aire acondicionado. Gracias. Bueno. Son tres reglas. La primera es que hay que acordarse del muerto, vivo. Si por ejemplo yo viera cómo alguien le pega un tiro a usted, ahora, en la cabeza, no podría usar este recuerdo para volver a visitarlo después porque sería feo. Muy feo y no podría volver tal vez, encontrar el camino de vuelta para este año, este lugar. ¿Entiende? Como que de la impresión puedo mezclar la ruta. Confundirme o darme pánico. Esa es la primera regla. Pensar a quienes queremos espiar vivos. La segunda regla es que el recuerdo tiene que ser muy justo. No puede ser que te acordás de algo más o menos, porque entonces no vamos a llegar nunca a ningún lugar. Y el tercero es que si lo que se quiere hacer es ver mucho rato, hay que ir al lugar del recuerdo. Suponete que yo me acuerdo de vos ahora con mi vaso de agua en la mano. Estás apretando mucho el cartón y el vaso se arruga un poco. Bueno, si yo pienso en esto desde mi cama capaz no te encuentro nunca. Pero si vengo acá es más fácil. Es una ayudita, nomás, pero sirve. Y Julia lo que hizo fue no hacer caso. Y mi madre dice no es un juego esto, es ciencia, es ciencia. Solo que lo que viaja no es el cuerpo, es la energía. O algo así. Entonces no es un juego. Y Julia se pensó que era. Pero mi madre avisa. Y como dice mi padre. El que avisa no traiciona.

¿Puedo ir al baño? Es que me hago. Bueno, me apuro entonces. ¿Mi padre sigue afuera, esperando? Bueno, qué bien. Pobre, no pudo trabajar hoy entonces. Sí, ya sigo. Están apurados. Yo escuché el grito y después miré por la ventana y corrí para afuera. Para ese momento la Julia ya estaba, usted sabe. Mucha sangre. Me agarró Coco y dijo tesorito, no mires. Pero yo quería mirar. Porque yo ya sabía que al nieto de Julia lo habían atropellado enfrente a su casa. Un camión de troncos, de esos machazos. Claro, porque la casa de Julia está en la ruta de tránsito pesado. Hay un cartel que dice eso. Tránsito pesado. Y la Julia no hizo caso, igual pensó en su nieto en la calle. Y se confundió y salió corriendo como loca. Se ve que ella se fue al momento en el que pasó lo de su nieto, porque se metió a la ruta de repente y la moto no la esquivó. Ella quiso evitar algo que ya había pasado. ¿Entiende? Eso es todo lo que yo vi. ¿Estoy hablando muy rápido? Bueno. Es que necesito ir al baño. Ya sé que es importante. Es que yo no sé mucho y además estoy preocupada. Sí, preocupada. Porque Papá Noel no va a saber llegar a la comisaría, señor. ¿Que si yo sigo creyendo? No, ya en la escuela Jenni le dijo a todos que son los padres. Era un chiste. Cómo voy a seguir creyendo. Pero mañana no vamos a tener problemas, ¿no? Porque yo estoy hablando todo. Y mañana es noche buena y viene el tata a comer pollo a la cerveza con nosotras. Y mi papá también. Y mis primos y mis tías. Sí, sí. Ya sé. Pero esto también es importante yo creo. Porque viene mucha gente. Si no viniera mucha gente mi mamá tal vez sería mala, pero no. Eso debería contar para algo. Que es buena y ella avisó siempre que no se podía hacer lo que Julia hizo. No es culpa de mi madre. Y yo sé por qué preguntan lo que había en los postres. Y no había nada. Es de verdad. Yo una vez vi a mi perrito cuando fui al grupo y después no quise más porque me puse triste. Pero sé que funciona. Y mi mamá no es macumbera ni estafadora ni nada de lo que dicen. Es una guía mi mamá. Y va a volver porque mañana es noche buena. Por qué ponen esa cara de no creer. Va a volver mi mamá, no debe estar lejos. Ella corrió del susto, debe haber ido cerca. ¿Qué? Sí, ya está. ¿Puedo ir al baño? Tengo frío y yo no sé más nada.

Tamara Silva Bernaschina (Minas, Uruguay, 2000) es autora de Desastres naturales (2023), su primer libro de cuentos, galardonado en 2023 con dos Premios Bartolomé Hidalgo: Narrativa y Revelación. Al año siguiente, recibió el Premio Nacional de Literatura en la categoría Ópera prima. Su novela Temporada de ballenas (2024) recibió una mención de honor en el concurso literario Juan Carlos Onetti. Su último libro de cuentos, Larvas (2025), fue publicado por la editorial española Páginas de Espuma. Vive en Montevideo.

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