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Javier Darío Restrepo. Foto: Fundación Gabo

La constelación ética: Javier Darío Restrepo (1932-2019)

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El domingo falleció, a los 87 años, el prestigioso periodista colombiano Javier Darío Restrepo, considerado un referente ineludible de la ética periodística. Autor de una veintena de libros fundamentales para el periodismo latinoamericano, Restrepo fue, además, catedrático de Ética de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, y de universidades como Javeriana y de los Andes, columnista de los diarios El Espectador, El Colombiano, El Heraldo y El Tiempo, y ganador de premios como el reconocimiento a la excelencia del premio Gabriel García Márquez de periodismo (2014), los premios nacionales del Círculo de Periodistas de Bogotá (1993) o el Simón Bolívar (1985 y 1986).

En 2006, cuando el Sindicato de Prensa de Rosario lo invitó a participar en su foro de periodismo argentino, Restrepo le decía al diario Página 12 que el periodista de nuestro tiempo enfrentaba un triple desafío: “El primero es el compromiso con la verdad. El segundo, la independencia que se necesita para cumplir con ese compromiso. Y el tercero, la responsabilidad ante la sociedad”. En cuanto a los difusos límites entre realidad y ficción que, desde hace décadas, comenzó a signar ciertos movimientos de crónica narrativa, planteaba que el pacto del periodista era narrar la realidad, sin concederle “el más leve respiro a la imaginación”. Y recordaba una enseñanza de Gabriel García Márquez a partir de su libro Noticia de un secuestro (1996), en el que trabajó durante tres años: “Cuando él nos cuenta qué vestido, qué lápiz labial y qué perfume usaba Doña Marina Montoya el día en que la asesinaron, alguien le dijo, ‘pero, Gabriel, esto es novela’. Y él contestó: ‘todo lo que está ahí escrito lo he verificado con una concienzuda tarea de reportería, porque una crónica se cae si usted se equivoca al describir el color de ojos de alguien’”. Para él, sin necesariamente convertirse en un apóstol o en un predicador de la justicia social, el periodista debe reflejar su realidad, de modo “que la realidad misma sea la encargada de hablarle a la gente de sus necesidades concretas”.

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