Desde mediados de abril, la biblioteca Morosoli, que funciona en la plaza Liber Seregni (Eduardo Víctor Haedo y Martín C Martínez), está alojando un ciclo de debates sobre temas que cruzan la literatura y distintos temas actuales. Organizada por el Municipio B y por la Colección Feminista Guyunusa del sello Sujetos Editores, las lecturas y charlas tienen lugar todos los viernes de 19.00 a 21.00, y además de la charla con autores, hay venta y sorteo de libros y un espectáculo musical. Las actividades de Literatura al barrio son gratuitas y con entrada libre.
“Los encuentros vienen siendo hermosos: se arma mucho lío, es picante como debe ser, se genera discusión. Es muy precioso también habitar ese lugar lleno de libros y tan bonito como está, es un espacio hermoso, calentito, que da gusto la verdad habitar. La gente del barrio de a poco se va enterando y va viniendo a la biblioteca buscando intercambio, cultura, pensamiento, que es lo que nosotras estamos tratando de hacer”, dice Soledad Castro Lazaroff, una de las encargadas de la colección Guyunusa.
Este viernes, el tema convocante será “Literatura y dictadura” y participarán la periodista y docente Virginia Martínez, la investigadora Gabriela Sosa San Martín, el escritor Fernando Butazzoni y la dramaturga Alejandra Gregorio, con la moderación de la activista y escritora Lilián Celiberti.
“Es una mesa sobre memoria, que nos parece también muy importante seguir poniendo en problema, más ahora que la literatura, como constructora de verdad y de memoria, se encuentra tan amenazada. La idea es poder poner en discusión cuál es el aporte de la literatura a la memoria, al pasado, a la historia”, dice Castro.
“La selección de los temas y los autores tuvo que ver con la idea de que fuera un ciclo que trabajara, por un lado, la idea de lo feminista, de la literatura feminista, y poner en problema y en tensión ese concepto de qué es la literatura feminista en el sentido de trabajar la ficción y la violencia de género, trabajar el movimiento de bibliotecas populares, trabajar la poesía, la poesía joven, la poesía que todavía no está canonizada, trabajar sobre la edición independiente, que también es lo que nosotras hacemos. Como nosotras sostenemos el trabajo cultural, entonces poner en problema y en intercambio todas esas concepciones, además de también armar algunas mesas que tuvieran que ver directamente con lo que a nosotros nos interesa en términos de concepción y trabajo acerca de lo popular”, dice Castro.
La semana pasada hubo un debate sobre literatura policial. “Es una literatura que todas las bibliotecas populares dicen que es súper importante para el sostén del público lector”, opina Castro. La semana que viene se debatirá sobre literaturas rurales o de frontera: “Nos parecen súper interesantes y notamos que hay una ausencia, un vacío en torno a esas cuestiones que por ahí son bastante genéricas, pero nos parecen temas que son bien interesantes para discutir en entornos barriales”, dice Castro Lazaroff.
“La iniciativa de hacer el ciclo Literatura del barrio surgió de la preocupación de la colección feminista Guyunusa de no quedarse solamente en la publicación de libros y de armar un catálogo particular y que tenga, como tiene el catálogo de la colección, algunas características particulares que consideramos feministas, como no tener un género preconcebido, porque el primer libro de la colección es un libro de ensayo político, el segundo es una novela, el tercero es una reedición de literatura testimonial, el cuarto es un libro de cuentos, pero aun así sentimos que es importante como el trabajo en los barrios y que hay una parte del feminismo, de la literatura feminista, que tiene que ver con su difusión y su articulación con la cultura común”, explica Castro.
Entre los autores convocados figura Marisa Silva Schultze, Mario Delgado Aparaín, Mercedes Estramil, Gabriel Calderón, Mariana Olivera, Lucía Delbene, Cecilia Ríos, Rafael Massa, Virginia Mórtola, Camila Silva, Sofía Aguerre, Claudia Magliano, Daniel Zayas y Marcia Collazo.
“Siempre consideramos que era muy importante, por supuesto, la representación de género, pero también las representaciones generacionales, poner en discusión distintos enfoques, también distintas posiciones con respecto al feminismo, porque muchos autores en la mesa y muchas autoras no son personas que necesariamente se consideren o se declaren feministas, y otras sí, entonces ponemos en discusión los temas. Somos una colección feminista, pero nos interesa dialogar y pensar en torno a diferentes actores sociales y diferentes actores de la literatura, entendiendo la literatura como un campo súper vasto del cual hay que aprender y hay que intercambiar un montón de cosas. Es como tratar de generar un concepto del feminismo que incluya asociaciones insólitas, o sea, encontrar a gente que en general no se encuentra y ver qué pasa con eso y qué surge a partir de ahí y cómo se puede mover también el campo de la literatura a partir de eso. Y también nos parecía importante convocar autores y autoras que le dieran al espacio una diversidad, que lo dieran a conocer, que lo conocieran, que conocieran la biblioteca, que supieran que la biblioteca estaba ahí, que entraran en contacto con los funcionarios, con la gente. O sea, nos parecía también una oportunidad hermosa para sacar un poco al campo de lo literario, de la cuestión más céntrica, más centralizada y llevarla al barrio, llevarla a una biblioteca popular”, sentencia Castro Lazaroff.