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Foto: Federico Gutiérrez (archivo).

Apicultura en Maldonado: la innovadora experiencia del encantador de abejas

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Un productor local creó un sistema de trampas para evitar que las abejas aniden en domicilios y ganar rentabilidad en un rubro con “nefastos” precios de exportación.

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Julio Casas llegó a la apicultura casi de casualidad. Cuando era joven se enteró que daban un curso cerca de su casa y se anotó. Recuerda que tenía un tío que había sido apicultor y que tal vez algo de ese linaje familiar le había quedado grabado en su memoria inconsciente.

Durante cuatro años fue a la provincia de Alberta, en Canadá, a hacer temporada y continuar capacitándose en apicultura. A su regreso, se instaló definitivamente en Maldonado, donde comenzó a vincularse con otros apicultores de la zona y rápidamente se dio cuenta de que iba a tener que rebuscársela de alguna forma porque se dificultaba encontrar espacios libres donde tener colmenas. 

Así fue que comenzó a ofrecer un servicio de extracción y reubicación de colmenas en predios particulares. “Saco las colmenas que hay en las casas y las llevo hacia al campo. Este tipo de servicio me ha conectado con gente y ahí fui consiguiendo lugares para llevar las colmenas que retiro”, contó a la diaria.

Trampas amigables para prevenir colmenas en las casas

De charla en charla con vecinos y compañeros, Julio comenzó a notar una creciente demanda de alguna solución para prevenir que las abejas instalaran sus colmenas en las casas. Fue entonces que desarrolló un sistema de prevención y construyó unas “trampas” que coloca entre las plantas, cerca de las viviendas. De a poco, fue descubriendo que las abejas preferían hacer hogar en esas trampas más que en los muros de las residencias. 

Las trampas se llaman “núcleos” y son cuadros que tienen la mitad de tamaño que una cámara de cría de una colmena completa. Julio las pinta de verde para mimetizarlas con la vegetación y las esconde en el entorno de las casas. 

Dentro de los núcleos coloca cuadros usados, sin miel, para que sea un espacio “un poco más apetecible para la abeja, porque tiene cera vieja” y “es una opción saludable”. “No hago una atracción por atraer, sino que es un proceso natural, ofrezco la posibilidad de que el enjambre entre solo allí”, detalló. 

Luego de colocadas las trampas, Julio realiza visitas a los sitios dos veces al mes para descubrir si ya hay abejas haciendo su labor. “Durante este proceso hago también un trabajo de formación y docencia a las personas, para que sepan la importancia de preservar a la especie”, dijo el apicultor.

Foto: Gentileza, Julio Casas.

Super Bee, emprendimiento apoyado por la ANDE

El proyecto de Casas ganó el programa de Economía Circular de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) y recibió un préstamo no reembolsable cercano a 150.000 pesos para poder crecer. Se postuló tras informarse en el Centro Pyme que funciona en el Campus de Maldonado.

“Me presenté para comprar más trampas y un vehículo eléctrico que me permitiera recorrer el barrio con un medio de transporte más eficiente, con menos ruido y de economía circular”, explicó. 

Actualmente su empresa Super Bee cuenta con casi 50 trampas en diferentes barrios cerrados y casas de la zona de La Barra y Maldonado. Además, Julio comercializa la miel que produce como un ingreso extra para su familia durante los meses de invierno. Generalmente, se la compran los mismos clientes que contratan sus servicios de apicultor.

“Los apicultores viejos no abrazan los cambios”

Respecto a la organización de apicultores en Maldonado, Casas entiende que “en este momento está un poco acéfala, hay grupos de Whatsapp pero no hay agrupaciones”. 

“Lo que he visto en Maldonado es que los apicultores viejos no abrazan los cambios”, opinó, en referencia a “la introducción de genética un poco más dócil, más productiva, o el hecho de ser más eficientes en la sala de extracción que hay en San Carlos”.

“Es muy difícil. Todo funciona bien y como ellos no pagan nada y la Intendencia de Maldonado pone todo, lo dejan así. Te encontrás con mucha gente cerrada que te dice que la apicultura es así y funciona bien, y ahora los ves a muchos fundidos prácticamente, porque siguen con una abeja mala y se necesitan abejas dóciles”, acotó. 

Las ventajas del menudeo y la cercanía con la costa

La rentabilidad del negocio de la miel es difícil. El productor consideró que el precio de exportación -50 pesos por kilo- es “nefasto” y lleva a los apicultores a tener números en rojo. “El exportador no sacrifica su ganancia y el productor es el que tiene que seguir perdiendo”, lamentó.

Una opción en Maldonado es buscar la venta minorista, donde pueden conseguir precios de hasta 300 pesos por kilo. “Los que amamos este rubro y este insecto somos así, resilientes. Llega la primavera y ponemos todas las pilas ahí, aunque el precio sea malo”, explicó. En la extracción y reubicación de colmenas, Casas trabaja casi a diario entre setiembre y abril. 

Maldonado es “un lugar propicio”, ya que la cosecha de miel se extiende de noviembre a junio. Esto lo convierte en uno de los pocos departamentos donde se puede trabajar hasta comienzos del invierno, por motivos que el productor atribuyó a la cercanía de la costa. “El mar regula la temperatura y permite que las colmenas se mantengan con buena población hasta avanzado el otoño”, explicó.

Casas no integra la Sociedad Apícola del Uruguay (SAU), dijo que no se ha sentido representado por la directiva. “No hicieron nada por la apicultura, más bien han ocupado cargos que usan como escalón político. Este año la SAU ni siquiera participó de la Exposición Rural en el Prado”, lamentó.

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