El emblemático mirador del balneario Sauce de Portezuelo, cuya estructura se encuentra abandonada desde hace décadas y afronta un fuerte proceso de deterioro, fue declarado “bien patrimonial departamental” por la Intendencia de Maldonado, lo que da un nuevo impulso a los vecinos, que desde hace años evalúan la posibilidad de restaurarlo.
La petición de declaración de interés patrimonial fue planteada por la Asociación de Fomento y Turismo de Sauce de Portezuelo, que desde hace una década recopila información con vistas a la preservación del mirador. En junio de 2023, la subdirección de Cultura aconsejó al entonces intendente, Enrique Antía, que adjudicara al mirador el grado 2 establecido por el artículo 20 del decreto de protección de bienes patrimoniales.
Este nivel corresponde a los bienes “con significación exclusivamente local, sean muebles o inmuebles. Pueden ser modificados parcialmente o recibir agregados que no cambien su significación a criterio de la Comisión de Patrimonio, correspondiente al Área Patrimonial en que se encuentre ubicada y de la Comisión Departamental de Patrimonio”.
La sugerencia de Cultura fue acompañada por la dirección de Planeamiento del pasado gobierno departamental y también contó con el aval del Municipio de Piriápolis, con jurisdicción en el balneario. Al mismo tiempo, un agrimensor de la IDM determinó que el mirador se encuentra en un padrón de propiedad pública.
Sin embargo, el expediente no avanzó y hace unas semanas la Asociación de Fomento y Turismo se reunió con el secretario general de la IDM, Álvaro Villegas, para plantearle la necesidad de retomar el tema y de regularizar la obra, de la que no existen planos originales ni permisos de construcción.
Finalmente, el 27 de noviembre el intendente Miguel Abella atendió la sugerencia y resolvió la declaratoria como bien de interés patrimonial departamental con grado de protección 2.
Nuevo estudio de la FADU con vistas a la preservación
En 2024 se estimó que la puesta en valor y restauración del mirador rondaría los 150.000 dólares, tomando como base un informe técnico realizado en 2017 por el Instituto de la Construcción de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República (FADU).
Aquel estudio, que formó parte de una actividad de extensión universitaria, se realizó “en función del interés académico debido a las particularidades formales del proyecto construido, y del avanzado estado de deterioro en que se encuentra la construcción”.
El secretario de la asociación vecinal, Fernando Niggemeyer, dijo a la diaria que la FADU confirmó, esta semana, que realizará un nuevo relevamiento para determinar cuál es la situación de la estructura de hormigón armado. Esto permitirá ajustar las cifras en función del grado de deterioro y continuar en la búsqueda de interesados en financiar la restauración.
“En su momento había aparecido un mecenas que se retiró ante la demora nuestra para determinar en qué tipo de padrón se encuentra el mirador. Sin embargo, hay constructores privados que manifestaron su interés en colaborar si logramos algún tipo de incentivo fiscal”, destacó Niggemeyer.
Recordó, por otra parte, que en 2024 se postularon a una convocatoria de la Embajada de Estados Unidos con fondos orientados a la restauración de bienes patrimoniales y, aunque no fueron seleccionados porque “el proyecto era débil”, la experiencia movió a pensar en profundidad qué tipo de restauración se pretende.
Apuntes para la reflexión
En tanto columnista de la comunidad Ballena Rabiosa, Niggemeyer planteó recientemente que “ya no tiene sentido” la restauración del mirador tal como lo pensó el italiano Dino Lapi en la década de 1940. En aquella época, el empresario quería vender terrenos en el balneario y construyó la singular escalera helicoidal diseñada por el ingeniero Enrique Chiancone, con una confitería instalado en las alturas (La Goleta), para que los potenciales compradores se tentaran con la belleza del paisaje.
Ahora no hay intenciones de reconstruir aquella confitería, pero sí de reparar la construcción abandonada durante décadas a los embates del viento, el salitre, la arena y la lluvia propios del ambiente marino donde está enclavado. El asunto es, con qué objeto, más allá de reconocerlo como un emblema de Sauce de Portezuelo similar al del arco que indicaba la llegada al balneario y que, para tristeza de los lugareños, fue destruido con la ampliación de la ruta Interbalnearia.
“Podría pensarse en una restauración ecológica-patrimonial, un gesto híbrido que combine la recuperación del ecosistema con la resignificación del objeto construido. Convertir el mirador en un espacio de lectura del paisaje, en un observatorio costero, en un sitio donde el visitante entienda que mirar implica también cuidar. Así, el mirador podría renacer como símbolo de reconciliación entre memoria y naturaleza”, escribió Niggemeyer en el artículo “El mirador y la ola” publicado en Ballena Rabiosa.
“El mirador de Sauce es una pregunta abierta sobre quiénes somos y cómo habitamos la costa. Su suerte, si se preserva, se deja caer o se transforma, dirá mucho sobre nuestra capacidad como comunidad para definir que esa obra nos representa y procurar ante el gobierno su preservación”, planteó en otro tramo.
Por último, Niggemeyer abrió interrogantes para la reflexión: “¿Podemos aceptar que el tiempo modifica los significados y que restaurar a veces implica reinventar? El mirador fue construido para mirar el paisaje. Tal vez haya llegado el momento de mirar desde él hacia nosotros mismos. Porque, en última instancia, lo que está en juego no es sólo una obra de hormigón, sino nuestra manera de comprender la relación entre cultura y naturaleza, entre pasado y porvenir, entre la piedra y la ola”.
Una obra singular
El mirador de Sauce de Portezuelo se encuentra en la franja costera, a la altura del kilómetro 109 de la ruta Interbalnearia. La escalera en espiral (helicoidal), que se desarrolla en torno a un pilar cilíndrico de un metro de diámetro y 11 metros de altura, culmina en una plataforma ovalada a 7,68 metros, y un mástil de 12,30 metros remata la estructura.
El informe elaborado por el Instituto de la Construcción de la FADU concluyó en 2017 que, “a pesar del estado de abandono y de las múltiples patologías presentes, la estructura posee rigidez y la forma se mantiene estable. Sin embargo, el tipo y la entidad de las lesiones constatadas comprometen el desempeño estructural del mirador”.
También señaló que, “en caso de mantenerse la construcción, requerirá una importante intervención que garantice la estabilidad de la estructura para determinadas condiciones de uso que deberán ser establecidas”. Por recomendación técnica, está prohibido el ascenso a la plataforma superior, dado que la construcción presenta riesgo de desprendimiento de materiales.