Pese a la resistencia del gobierno de Jair Bolsonaro, comenzó este lunes la vacunación de niñas y niños de cinco a 11 años en Brasil. Un mes atrás la había aprobado la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria, pero el gobierno decidió hacer consultas al respecto, y llegó a plantear que la vacunación estuviera condicionada a contar con una prescripción médica.
Finalmente, el sábado se comenzó a aplicar algunas vacunas en capitales regionales y este lunes se lanzó la campaña en grandes ciudades como San Pablo, Río de Janeiro, Curitiba o Belén. Se estima que comprenderá a unos 20,5 millones de niños y niñas.
De acuerdo con una encuesta del instituto Datafolha, 58% de los brasileños cree que el presidente actúa para dificultar la vacunación contra la covid-19 entre los cinco y 11 años. Según el estudio, publicado por Folha de São Paulo, sólo 25% opina que Bolsonaro se propone ayudar a que se lleve adelante esta campaña. De los encuestados, 79% respalda la vacuna, mientras que 17% se opone y 4% no respondió.
La vacunación en estos tramos de edad comenzó a un año de que se iniciara la de los adultos. Según informó la agencia de noticias Efe, desde el 17 de enero de 2021 75% de esa población recibió su primera dosis y 68% tiene la vacunación completa en Brasil.
Desconfianza en Bolsonaro
Desde comienzos de la pandemia Bolsonaro fue acusado de difundir noticias falsas, recomendar medicación que no beneficiaba a los pacientes y minimizar la importancia de la situación sanitaria. Según una encuesta reciente, muchos brasileños desconfían de los dichos del presidente. Seis de cada diez no confían en “nada” de lo que dice, 26% confía “a veces”, y 13% le cree siempre, según otra encuesta de Datafolha difundida hace un mes, el 17 de diciembre.
“Hicimos lo correcto durante la pandemia”, dijo Bolsonaro este lunes a Radio Viva FM, y una vez más cuestionó la vacunación infantil diciendo que tiene “efectos colaterales”, sin decir cuáles son ni aportar más datos. Frente a esta posición del presidente, el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, llamó a los padres a “creer en la ciencia” y les pidió “no jugar con la vida de sus hijos”. En declaraciones a la prensa pidió: “No crean teorías fantasiosas, tonterías o mentiras en esas redes de Whatsapp. Vamos a vacunar a los niños y salvar el futuro de esta ciudad”.
En la misma entrevista, citada por Efe, Bolsonaro se quejó de que las redes sociales bloqueen perfiles por desinformar y lamentó: “Hemos visto páginas retiradas en Facebook, la desmonetización de otras, pero sólo de gente de nuestro lado, gente que defiende la familia, defiende las buenas costumbres, que quiere luchar por la libertad”. Agregó que hay una “saña”, un “poderío dictatorial de controlar a las personas” que “ha crecido” y que “la izquierda ha ganado mucho con eso, en detrimento de las opiniones de la derecha”.
El 7 de enero el senador Randolfe Rodrigues, de Rede Sustentabilidade, presentó un recurso para que la Corte Suprema le prohíba a Bolsonaro divulgar noticias falsas sobre la vacunación infantil contra la covid. El presidente había afirmado, como argumento contra la vacuna, que en Brasil no se habían registrado muertes de niños por covid-19 y que ningún estudio comprobaba la eficacia de la vacuna a esa edad.
“Además de confundir y desinformar a la población sobre un asunto de mucha importancia para la salud y la vida de los brasileños, la saña del titular del Poder Ejecutivo contra las vacunas repercute en las acciones adoptadas por el Ministerio de Salud”, dijo Rodrigues.
Brasil es el segundo país con más muertes, cerca de 620.000, y el tercero con más contagios de covid-19 en el mundo, con más de 22 millones de casos.
Pase sanitario
También otra investigación de Datafolha muestra las distancias entre las posiciones de Bolsonaro y las de gran parte de la población brasileña. Según informó Folha de São Paulo, 81% de los brasileños están a favor de la presentación de un comprobante de vacunación para acceder a locales cerrados como oficinas, bares, restaurantes y locales de espectáculos. Sólo 18% está en contra y 1% no contestó. La exigencia de ese comprobante fue adoptada por algunos estados, municipios o sectores de la actividad, informó el periódico brasileño.
Según Datafolha, quienes más apoyan esta política son personas de más de 60 años, con enseñanza básica, y que ganan hasta dos salarios mínimos, mientras que quienes manifiestan mayor rechazo son hombres de 25 a 34 años que ganan más de diez salarios mínimos.