Este miércoles fue un nuevo día de protestas en muchas ciudades de Irán, movilizaciones que comenzaron como respuesta a la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años de origen kurdo que murió el 16 de setiembre en Teherán, tras ser arrestada por agentes policiales que consideraron que no estaba usando el velo en forma correcta.
“Sé la voz de Sanandaj”, decía un panfleto distribuido por los organizadores de las movilizaciones en esta ciudad, la capital del Kurdistán iraní, donde las protestas están siendo particularmente intensas a pesar de la enorme represión llevada adelante por las fuerzas de seguridad.
De acuerdo a lo que informó AFP, grupos de activistas llamaron a la población a movilizarse “en solidaridad con la población de Sanandaj y el heroico pueblo de Zahedán”, ciudad capital de la provincia de Sistán y Baluchistán, cercana a la frontera con Pakistán, donde las protestas comenzaron el 30 de setiembre después de que una adolescente denunciara que un comandante de la policía regional la había violado.
En el marco de la agitación de estas protestas, miles de jóvenes, estudiantes universitarias y escolares tomaron la decisión de sacarse el velo y enfrentarse en las calles a las fuerzas de seguridad.
“Mujer, vida, libertad” y “Muerte al dictador” son algunas de las consignas que se pueden escuchar en las movilizaciones, que son las mayores protestas en el país desde 2019, cuando miles de personas salieron a las calles a protestar por el aumento de los combustibles.
La ONG Iran Human Rights (IHR), entidad con sede en Oslo, la capital noruega, actualizó el miércoles su recuento de víctimas desde que comenzaron las protestas. De acuerdo a esta organización los muertos son 201, repartidos en 18 provincias. Sólo en Sistán y Baluchistán murieron 93 personas, mientras que en la provincia de Mazandarán, situada en el norte del país, sobre las costas del mar Caspio, 28 perdieron la vida como consecuencia de la represión.
Además, grupos de defensa de los derechos humanos dentro y fuera del país denunciaron que al menos 28 menores fueron asesinados en las protestas y cientos fueron detenidos y están actualmente encarcelados, la mayoría de ellos en prisiones para adultos. El número total de personas detenidas en el marco de estas protestas también se cuenta por centenares y, aunque no hay balances claros, las autoridades sí informaron hace algunos días de más de 1.800 personas arrestadas, aunque las entidades defensoras de los derechos humanos estiman que la cifra real es mucho mayor.
“Pequeños incidentes”
En un mensaje televisivo, el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, volvió a referirse de manera más o menos indirecta a las protestas y tal como lo había hecho en ocasiones anteriores, responsabilizando a las grandes potencias occidentales, especialmente a Estados Unidos, de ser los instigadores de las movilizaciones. Según Jamenei, se trata de una “torpe” respuesta de los gobiernos extranjeros ante los avances del país, pero llamó a las autoridades locales a no dejarse distraer por lo que considera “pequeños incidentes”.
Asimismo, llamó a distinguir entre los verdaderos cerebros de las protestas, “elementos del enemigo”, y población que se habría visto “provocada” a sumarse.
En el exterior, en muchas ciudades europeas donde viven importantes comunidades iraníes se realizaron en las últimas semanas movilizaciones protestando contra la represión del gobierno, a la vez que varios estados, incluyendo Estados Unidos y la mayor parte de los que integran la Unión Europea, impusieron sanciones contra funcionarios involucrados en la represión.
La ONG IHR denunció que sus investigaciones sobre el alcance de la “represión” en la zona del Kurdistán fueron obstaculizadas por los bloqueos de internet que alcanzaron también a otras partes del país, y advirtió de una “inminente represión sangrienta” contra los manifestantes de la citada región. Además, como medida para evitar la propagación de noticias y de nuevas convocatorias a protestas, durante varios días, por orden del gobierno de Teherán, se bloquearon en el país el acceso a las redes sociales, incluyendo Instagram y Whatsapp.
Según la investigación oficial de las autoridades iraníes, Mahsa Amini murió por una enfermedad preexistente y no por la golpiza que sus familiares afirman que recibió luego de ser detenida.
Sus padres presentaron una querella judicial contra los agentes involucrados en su detención y uno de sus primos, residente en Irak, señaló que la joven murió por un “violento golpe en la cabeza”.