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Manifestantes en Beijing en protesta por las muertes de un incendio en Urumqi, norte de China, y contra las restricciones de movilidad debido al Covid-19.

Foto: Noel Celis, AFP

Después de que la política de cero covid desatara protestas, varias ciudades de China suavizaron sus medidas restrictivas

6 minutos de lectura
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En distintas regiones la gente salió a las calles contra los rigurosos confinamientos y los test masivos que se aplican en forma periódica.

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La muerte de diez personas en el incendio de un edificio en la ciudad de Urumqi, en la región de Xinjiang, fue el detonante de una serie de protestas que ponen a prueba la política de cero covid que lleva adelante China. Pese a que las autoridades lo niegan, muchos manifestantes creen que las víctimas del incendio no pudieron escapar porque las puertas estaban bloqueadas para asegurar el confinamiento de los residentes, o que los bomberos tuvieron una reacción lenta debido a las restricciones que se aplican en el país.

En cualquier caso, el hecho fue la gota que desbordó el vaso para los manifestantes que salieron a las calles el fin de semana para reclamar un cambio en la política oficial o incluso para pedir la salida del gobierno, según informaron distintas agencias internacionales.

La política de cero covid consiste en aislar a todos los contagiados y sus contactos cercanos, aplicar pruebas PCR masivas y frecuentes cuando se detecta un caso en una zona, exigir un resultado negativo para acceder a lugares públicos o restringir la movilidad con el cierre de municipios, entre otras medidas. Algunas ciudades, por ejemplo, comenzaron a aplicar pruebas PCR semanales o cada 72 horas, sin las cuales no se puede acceder a parques, hospitales o supermercados.

Las medidas aplicadas en Urumqi, que está en cuarentena desde hace más de 100 días, son parte de esta política, que se instaló en China en 2020, poco después de que en marzo de ese año se anunciara que no había más contagios locales de covid-19. Por entonces, además, para evitar la aparición de casos importados, se restringió el ingreso de personas al país y se impusieron cuarentenas de por lo menos 14 días a quienes llegaran del exterior.

Con la política de cero covid, los contagios y las muertes fueron reducidos. Recién esta semana China llegó a un total acumulado de 300.000 casos sintomáticos de covid-19 (no cuenta los asintomáticos en sus números oficiales) y apenas supera los 5.200 fallecidos desde que comenzó la pandemia en una población de 1.412 millones de personas.

Pero por estos días los habitantes del país comenzaron a mostrar su hartazgo frente a estas medidas, al tiempo que las cifras de contagios diarios crecieron. La situación sanitaria cambió desde enero, cuando llegó la variante ómicron, y ya se superan los 30.000 casos diarios. Una de las ciudades afectadas por este aumento de casos fue Shanghái, que fue sometida a un fuerte confinamiento de varios meses.

Según recordó la agencia Efe, antes del incendio en Urumqi hubo otros episodios que tuvieron gran impacto en el rechazo de la población a las medidas restrictivas: los abortos que sufrieron dos mujeres embarazadas a las que se les negó atención médica por no contar con una prueba PCR negativa, y la muerte de 27 personas en un ómnibus que las trasladaba a un centro de cuarentena y tuvo un accidente. Incluso la transmisión de partidos del Mundial de Qatar causó malestar en la población, según se reflejó en redes sociales. La gente veía a una multitud gritando en los estadios sin tapabocas y la comparaba con las estrictas medidas que se aplican en China.

Huida de Zhengzhou

Las protestas del miércoles 23 en la principal planta de fabricación de iPhone en China, Foxconn, ubicada en la ciudad de Zhengzhou, fueron otro episodio en el que se pusieron en cuestión las restricciones de la política china anticovid.

Desde 2020, grandes fábricas como esta han tomado medidas para asegurarse de que la política de covid cero no afecte su producción. De acuerdo con Efe, cuando se registran casos de covid cercanos, algunas empresas optan por instaurar un “circuito cerrado”, un régimen que consiste en aislar a los trabajadores del mundo exterior y alojarlos en sus instalaciones para evitar que se contagien afuera y que la producción resulte afectada. La planta de Foxconn llevaba un mes funcionando en esa modalidad cuando se desataron las protestas.

La crisis en Foxconn había comenzado en octubre, cuando el pánico llevó a cientos de trabajadores a huir de la fábrica. Según informó la BBC, por entonces corrían rumores de que había enfermos de covid y que podrían confinarlos a todos juntos. Si bien Foxconn informó a sus empleados que no había casos positivos, algunos hechos, malentendidos y rumores -como el de que el lugar sería objeto de un experimento consistente en promover el contagio masivo-, causaron que muchos trabajadores huyeran del lugar con sus cosas. Salieron de los dormitorios de la empresa a las calles de una ciudad que ya estaba en gran parte confinada, con escaso transporte y barreras para transitarla.

Después de ese episodio, para recuperar el personal que necesita, la empresa aumentó los bonos que paga a los trabajadores que permanecen allí un determinado número de días, y facilitó el traslado de quienes tuvieran que hacer cuarentenas. Pero el miércoles 23, los trabajadores salieron de las instalaciones en las que residen para protestar en reclamo del pago de esos bonos y pedir mejoras en las condiciones de higiene y la comida en el régimen de “circuito cerrado”. Las imágenes de personas enfrentándose a guardias vestidos con equipos de protección personal, como los que se utilizan para protegerse al entrar en una zona en cuarentena, recorrieron las redes sociales, en particular Twitter, que en China no está permitida.

En respuesta a las movilizaciones la empresa manifestó que “el salario siempre se ha pagado en base a la obligación contractual” y agregó por otra parte que es falso que haya personas con covid hospedadas en los dormitorios. “Antes de que los nuevos empleados se muden, el entorno del dormitorio se somete a procedimientos estándar de desinfección, y sólo después de que el perímetro pasa el control del gobierno, los nuevos empleados pueden mudarse”, comunicó.

Manifestantes y policías durante una protesta contra la política de Cero Covid en Shanghai, China.

Foto: Héctor Retamal, AFP

Menos restricciones

El fin de semana las manifestaciones en reacción al incendio de Urumqi se extendieron por más de una decena de las principales ciudades chinas, y en algunas de ellas continuaron los días siguientes. El martes en Cantón, varias personas se enfrentaron con policías antidisturbios vestidos con trajes de protección personal. El aumento de contagios derivó allí en cierres de varios distritos, en los que muchos inmigrantes de zonas rurales tuvieron que improvisar refugios para alojarse.

Después de las protestas, las autoridades locales de Cantón suspendieron algunas de las restricciones que aplican por el covid. “Los confinamientos, en caso de establecerse, deben ser levantados rápidamente y deben llegar a su fin cuando sea necesario para minimizar los inconvenientes ocasionados para la población”, dijo la subdirectora de la comisión de salud de Cantón, Zhang Yi, según citó Europa Press. A su vez, las autoridades sanitarias locales anunciaron en un comunicado que levantaban las restricciones impuestas a varios distritos: Panyu, Liwan, Tianhe, Conghua y Huadu. Además, tanto en Cantón como en Shenzhen se dispuso que en algunos distritos las personas que tuvieron contacto con contagiados se confinen en su casa y no en centros estatales.

A su vez, en Zhengzhou, las autoridades locales evalúan levantar parte de las medidas restrictivas, en particular las de confinamiento. La ciudad informó que retirará los “controles de movilidad” para reemplazarlos por “medidas normales frente a la covid-19”.

A partir de ayer, la ciudad de Chengdu dejó de exigir un resultado de test negativo reciente para entrar en los lugares públicos o tomar el metro. Sí sigue exigiendo un pase sanitario verde que informa que la persona no atravesó zonas “de alto riesgo”, informó la agencia Télam. Por último, en Pekín, las autoridades pidieron a los hospitales que ya no rechacen a aquellos pacientes que no tengan un test PCR negativo de menos de 48 horas.

El jueves, la vice primera ministra china Sun Chunlan, que está a cargo de supervisar la política de cero covid, dijo que China se enfrenta a una “nueva situación” y que la patogenicidad de la variante ómicron “se debilita”, al tiempo que “cada vez más gente está vacunada” y “se acumula una mayor experiencia en la contención del virus”. Todo esto, dijo, ha “creado las condiciones” para que el país “ajuste las medidas contra la pandemia”.

Protestas y hojas en blanco

Poco antes de que se hicieran esos anuncios, el martes China desplegaba a la Policía en varias ciudades para evitar nuevas protestas. Así, detuvieron en la calle a personas que transitaban, para revisar sus teléfonos y buscar contenidos sospechosos o aplicaciones para evitar la censura en internet, informó la agencia DPA.

Además de protestar contra las restricciones, los manifestantes en algunos casos llegaron a pedir que el presidente Xi Jinping abandone el poder y mostraron hojas de papel en blanco para comunicar su rechazo a la censura y la falta de libertad de expresión en el país. Llevaron esos papeles el domingo algunas de las personas que se reunieron en Shanghái para recordar a quienes murieron en el edificio de Urumqi, y lo mismo hicieron ese día quienes protestaron en Pekín, en la Universidad Tsinghua, en la que se educó el presidente chino. Según informó la BBC, para evitar que se hable sobre las protestas, la palabra “Urumqi” fue agregada a una lista de términos de búsqueda censurados por plataformas como Weibo.

Durante las manifestaciones fue detenido un periodista de la BBC, Ed Lawrence, que fue pateado por policías cuando filmaba a los manifestantes, según denunció. El caso llevó a que la cancillería británica convocara al embajador chino en Londres, Zheng Zeguang, para transmitirle su malestar.

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas pidió a China que garantizara “el derecho de la gente a concentrarse pacíficamente, a asociarse y a manifestarse en paz”. También Amnistía Internacional pidió el domingo calma al gobierno chino ante las protestas, y su subdirectora regional, Hana Young, afirmó que “en lugar de penalizar al pueblo, el gobierno debería escuchar sus llamados. Las autoridades deben permitir que las personas expresen sus pensamientos libremente y protesten pacíficamente sin temor a represalias”. Young reclamó además que el gobierno investigue con rapidez el incendio de Urumqi, “para evitar que vuelva a ocurrir, hacer justicia a las víctimas y sus familias, y mostrarle a la gente que responde a sus quejas”.

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