Una vez más, y como era previsible, la Marcha de las Banderas, celebración en la que los sectores más nacionalistas y derechistas de Israel recuerdan la reunificación de Jerusalén tras la Guerra de los Seis Días de 1967, generó este domingo severos incidentes en la ciudad.
Según estimaciones, alrededor de 25.000 personas participaron en la marcha en la que los nacionalistas judíos, fuertemente custodiados por la Policía, recorrieron, como es tradicional, varias zonas de Jerusalén. Este lugar, ocupado en forma ilegal desde la guerra anteriormente mencionada por el Estado israelí, es poblado mayoritariamente por árabes palestinos, generándose así una enorme tensión en el lugar cada año el día del desfile.
De acuerdo a lo que informó el diario israelí The Jerusalem Post, las peleas entre palestinos con israelíes y también con la Policía se extendieron por varias horas, con más de 150 heridos, de acuerdo a lo que informaron fuentes de la Media Luna Roja, y alrededor de 60 detenidos. Cerca de 20 personas que fueron heridas sufrieron lesiones provocadas por armas de fuego disparadas por las fuerzas israelíes.
Los enfrentamientos fueron particularmente duros en el barrio Sheij Yarrah, una zona que en los últimos años estuvo en el ojo de la tormenta por una serie de litigios presentados por la propiedad de viviendas entre palestinos e israelíes.
En la Puerta de Damasco, un lugar icónico de la Ciudad Vieja de Jerusalén, fueron grabados videos de grupos de participantes en la marcha cantando consignas antiárabes como “Muerte a los árabes” y “Mahoma está muerto”.
A pesar de las amenazas en días previos a la marcha de Hamas, la Jihad Islámica Palestina y otras facciones, no se registraron disparos de cohetes desde la Franja de Gaza hacia territorio israelí.
Según el diario The Times of Israel, frente al temor de que la movilización ultranacionalista provocara una nueva ola de violencia como la que había generado el año pasado, autoridades estadounidenses pidieron al gobierno que encabeza Naftali Bennett que desviara la ruta de la marcha, pero el Ejecutivo desistió de la propuesta de Washington y mantuvo el recorrido tal cual estaba establecido.
El gobierno palestino manifestó su rechazo ante lo ocurrido. Nabil Abu Rdeneh, portavoz del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, acusó a Israel de “jugar con fuego de manera irresponsable y temeraria”.
Mientras tanto, el primer ministro palestino, Mohammed Shtayyeh, condenó la marcha y los “ataques a ciudadanos palestinos en la ciudad ocupada de Jerusalén”, según informó la agencia Wafa.
Shtayyeh advirtió sobre las peligrosas repercusiones de la marcha y sus provocaciones sobre los sentimientos de los ciudadanos palestinos. El alto funcionario palestino también hizo un llamado a la comunidad internacional para que “intervenga urgentemente para detener las violaciones contra los lugares sagrados en la ciudad de Jerusalén”.