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Ararat Mirzoyan.

Foto: Alessandro Maradei

Ararat Mirzoyan, canciller de Armenia: “La posibilidad de que se reanude un conflicto en la región está presente todos los días”

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Con motivo de la inauguración de la sede de la embajada de Armenia en Uruguay, el ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Ararat Mirzoyan, visitó esta semana Montevideo.

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Desde 2020 a esta parte, Armenia tuvo dos guerras con Azerbaiyán en las que fue derrotado y tuvo que ceder, entre otros territorios, la región de Nagorno Karabaj –Artsaj para los armenios–, una zona que históricamente estuvo poblada, en su enorme mayoría, por integrantes del pueblo armenio.

En la última ofensiva azerí, el año pasado, con base en su superioridad militar y la desprotección en la que quedó Armenia ante la falta de acción de mecanismos internacionales que en algún momento controlaron los movimientos en la región, Azerbaiyán forzó el desplazamiento de más de 100.000 armenios que vivían en Nagorno Karabaj, lo que generó un enorme malestar entre los pobladores de Armenia y también en las comunidades armenias en el mundo, incluyendo, claro está, la uruguaya.

Sobre este y otros temas, la diaria habló con el jefe diplomático del gobierno de Ereván que encabeza el primer ministro, Nikol Pashinyan.

En los últimos años el conflicto histórico de Armenia y Azerbaiyán resurgió y dejó muchas consecuencias; la más dura para los armenios es la pérdida de territorios ancestrales. ¿Cómo van en este momento las conversaciones de paz con los azeríes?

En este momento Armenia vive tiempos difíciles. En 2020 Azerbaiyán quiso resolver el conflicto con el uso de la fuerza y en setiembre de 2023 nuevamente volvieron a hacer lo mismo contra la población de Nagorno Karabaj. Como consecuencia de ello, hubo una limpieza étnica y más de 100.000 personas tuvieron que abandonar su patria para salvar su vida y la de sus familias.

En los últimos tres o cuatro años el uso de la fuerza por parte de Azerbaiyán no se limitó a Karabaj, sino que también hubo algunas incursiones en el territorio de la República de Armenia, y en estas circunstancias hay 200 kilómetros cuadrados ocupados por las fuerzas de Azerbaiyán. A pesar de toda la sangre que se ha vertido en nuestro territorio, estamos convencidos de que hay condiciones para establecer la paz. El gobierno que integro y el primer ministro, Nikol Pashinyan, somos fieles a la creencia de que hay una solución pacífica. Estamos comprometidos a lograrla, pero lamentablemente todavía hay cuestiones esenciales en las que las posturas de las partes son muy diferentes.

En el marco de esas negociaciones, ¿cómo toma el gobierno armenio algunas exigencias de Azerbaiyán que implican la cesión de algunos territorios e incluso modificaciones en la Constitución armenia?

Hay dos cuestiones esenciales que yo quiero marcar. La primera cuestión fundamental es el reconocimiento a la integridad territorial mutua y la posterior delimitación de las fronteras. En realidad, en 1991 ambos países reconocieron su integridad territorial, y ese mismo año, luego de la desintegración de la Unión Soviética, 11 países, entre ellos Armenia y Azerbaiyán, firmaron la declaración de Alma Ata. Entre otros puntos, esa declaración decía que la Unión Soviética dejaba de existir y que las delimitaciones administrativas que existían entre las repúblicas se reconocían como límites internacionales. En los últimos años, varias veces dirigentes de Armenia y también de Azerbaiyán reafirmaron estas declaraciones, que fueron ratificadas por otros actores internacionales, como el presidente francés, Emmanuel Macron, y también por la Unión Europea. Pero ahora, durante las conversaciones de paz, cada vez que los representantes armenios hacen alusión a esta declaración, Azerbaiyán la rechaza y esto nos convence de que ellos no tienen la disposición para llegar a un acuerdo de paz, sino que tienen otras pretensiones respecto del territorio soberano de Armenia.

La otra cuestión esencial es el desbloqueo de los medios de comunicación y transporte en la región. Lo que quiere hacer Azerbaiyán es establecer una línea férrea que comunique a su territorio con el enclave de Najicheván, línea que pasaría por toda la frontera sur de Armenia. Nosotros no estamos en contra, sino que estamos interesados en que exista esta comunicación regional, porque si eso se concretara, no solamente dinamizaría los vínculos económicos, sino que también sería garantía de la paz.

¿Pero el gobierno armenio no consideraría que esta vía de comunicación vulneraría la integridad territorial de su país?

Como dice el dicho: el diablo está en los detalles. Precisamente, Azerbaiyán exige que a lo largo de toda esa vía férrea haya tropas rusas, y para nosotros eso es inaceptable. Además, ellos pretenden que para el ingreso y salida por dicha vía no haya ningún tipo de control aduanero ni de migración, por lo que se transformaría en una especie de unidad extraterritorial, lo que por supuesto viola nuestra soberanía. Armenia está dispuesta a garantizar la seguridad en ese lugar, en el traslado de personas y también de mercaderías, pero sin violar la soberanía.

Además de las dos cuestiones que ya mencioné, hay otras. Azerbaiyán insiste que en la Constitución armenia hay obstáculos para el establecimiento de la paz, pero nosotros vemos no sólo en el sistema legal, incluso en su Constitución, sino también en los programas de las escuelas, factores que obstaculizan el establecimiento de la paz. Por lo tanto, tenemos una pauta dentro de las conversaciones de paz que es que nadie haga alusión a las leyes del otro país como condición que impida la firma del acuerdo. Así que esta cuestión no existe en realidad. Y si Armenia decide cambiar algo de su Constitución, es un asunto totalmente interno, obviamente.

Hace pocos días el primer ministro Pashinyan alertó que los azeríes podrían retomar el conflicto armado atacando específicamente cuatro pueblos situados en la zona norte del territorio armenio, sobre la frontera con Azerbaiyán. ¿Existe la posibilidad de que haya un nuevo conflicto armado?

En realidad, la posibilidad de que se reanude un conflicto en la región está presente todos los días. No sólo vemos que Azerbaiyán no tiene una postura constructiva respecto de un posible acuerdo de paz, sino que, por el contrario, da pasos para la escalada de la violencia. Esa cuestión de un posible ataque sobre esas cuatro aldeas es una de las tantas excusas que podrían usar para volver a las armas.

La semana pasada en Ereván, la capital de Armenia, hubo una movilización de personas desplazadas del territorio de Artsaj que demandan poder retornar a su tierra, pero no bajo la administración de Azerbaiyán, sino con sus autoridades propias. ¿Piensa que esto es viable?

Nosotros no podemos resolver el hogar de los armenios de Karabaj. Si ellos ven que no existen condiciones de seguridad para que puedan reiniciar su vida normalmente allá, lo que podemos es, lo más rápidamente posible, tratar de integrarlos dentro de la sociedad armenia. Cuando se produjo la expulsión de esas personas, nuestro gobierno rápidamente trató de encontrar una solución a las cuestiones inmediatas, y también estamos trabajando en resolver cuestiones de mediano y largo plazo, como lo es el tema de la vivienda. Es importante señalar que los estudiantes de todos los niveles educativos ya comenzaron sus cursos y que más del 30% de las personas con capacidad activa provenientes de Artsaj ya están trabajando.

¿Cuál es la situación legal de esos ciudadanos de Artsaj dentro de Armenia?

Son refugiados que fueron expulsados de manera forzosa y me consta que gran parte de ellos ya empezaron a hacer los trámites para recibir la ciudadanía armenia, un proceso que trataremos de hacer lo más rápido posible.

Como consecuencia de los ataques de Azerbaiyán sobre los armenios, empezó a existir una lógica desconfianza sobre la protección que Rusia les podía dar. ¿Cuál es la estrategia geopolítica armenia en este momento?

En los últimos tiempos la paz de Armenia estaba vinculada con Rusia y con los países que forman la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva [entidad que integran, además de Rusia y Armenia, otras ex repúblicas soviéticas: Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán], pero cuando se produjeron los ataques de Azerbaiyán, ese mecanismo no funcionó, como tampoco funcionaron las fuerzas de paz que estaban establecidas en Artsaj. Naturalmente dentro de la sociedad armenia surgieron muchas dudas respecto de la efectividad de ese mecanismo y, en particular, sobre la participación de Rusia, y no dudo en decir que en los encuentros sociales entre los armenios es uno de los temas sobre los que se discute más. Si ese mecanismo no funciona, habría que ver cuáles serían las salidas para solucionar ese tema.

¿Una solución podría ser un acercamiento con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)?

Actualmente en Armenia hay una misión de observadores internacionales de países europeos que están permanentemente monitoreando lo que pasa en la frontera entre Armenia y Azerbaiyán. Y debo confesar que desde que está esa misión la situación es mucho menos tensa en la zona, esto no puede no notarse. Vemos que esto es duramente criticado por Moscú, pero dentro de nuestras metas no está la de pasar a formar parte de la OTAN.

¿Y de la Unión Europea?

En estos días esa cuestión se está analizando, porque realmente el pueblo armenio siente cercanía con Europa. Pero yo quiero repetir las palabras que dijo el primer ministro Pashinyan cuando estuvo en el Parlamento Europeo, en Bruselas: “Armenia está dispuesta a acercarse a Europa, tanto como a Europa le parezca pertinente”.

Un país vecino de Armenia, Georgia, está en una posición parecida, aunque su ingreso en el bloque europeo parece estar un poco más adelantado.

Realmente saludamos que se le conceda la posibilidad de ser miembro de la Unión Europea a Georgia y no se puede negar que con ese paso Europa se estaría acercando más a nuestra región. Nosotros, siguiendo ese camino, estamos profundizando las relaciones con muchos países europeos.

¿Cómo estiman que Rusia vería un acercamiento directo entre Armenia y la Unión Europea?

Nosotros no estamos participando en ningún proyecto dirigido contra nadie, somos un Estado soberano que tiene el derecho de velar por sus intereses y obviamente también con su agenda internacional. Tenemos muchos vínculos con Rusia, históricos, políticos, culturales, y no tenemos ninguna intención de estropear esa relación, pero esperamos que también tengan una actitud de respeto acerca de nuestras decisiones y de nuestra soberanía.

Volviendo al conflicto con Azerbaiyán, recientemente el primer ministro Pashinyan dijo que existe la posibilidad de retirar una serie de demandas que Armenia presentó contra su país en tribunales internacionales. ¿No consideran que hacer esto sería dar un paso atrás en las reivindicaciones armenias?

Quiero decir una vez más que el objetivo final en este contexto es la construcción de la paz y la creación de condiciones de desarrollo pacífico para nuestra gente. Puede haber en este proceso elementos que contribuyan al establecimiento de esa paz y yo considero posible la utilización de varios de esos instrumentos. Lo que vemos como algo fundamental y en lo que no haremos ninguna concesión es en la soberanía armenia y en la unidad territorial.

Una larga espera

Uruguay fue el primer país del mundo en reconocer el genocidio armenio en 1965. A pesar de esta iniciativa pionera y de la importante comunidad armenia que desde hace cerca de 100 años comenzó a llegar y a integrarse en el país, recién ahora, más de 30 años después de la independencia de Armenia, se está instalando una representación diplomática armenia en Montevideo.

Acerca de las razones de esta demora, Mirzoyan explicó: “Esa observación es cierta, pero las causas podrían decirse que son estrictamente técnicas. Yo te puedo asegurar que en Armenia todo el mundo conoce a Uruguay y sabe que fue el primer país del mundo en reconocer el genocidio, y eso obviamente tiene una gran valoración por parte del pueblo armenio. Más que eso: Uruguay se ha convertido en el hogar para muchos armenios sobrevivientes del genocidio, y no sólo ofreciendo refugio, sino permitiendo el desarrollo de su vida en todos los ámbitos, y nos alegra ver cómo ellos y las generaciones que los siguieron lograron ser ciudadanos plenos, y participar en la vida política, económica, cultural y también en otros ámbitos. Desde 1992, cuando se establecieron las relaciones diplomáticas entre Armenia y Uruguay, siempre hemos tenido un vínculo cordial. Si bien la decisión se demoró más de lo esperado, ahora podemos decir que en Ereván flamea la bandera uruguaya y en Uruguay la bandera armenia”.

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