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El presidente de Argentina, Javier Milei, antes de pronunciar su primer discurso político ante el parlamento durante la inauguración de la 142ª sesión ordinaria del Congreso.

Foto: Juan Mabromata, AFP

Milei anunció nuevas medidas contra sindicatos, provincias y partidos políticos

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El presidente argentino prometió avanzar en su agenda de cambios “con o sin la ayuda del resto de la dirigencia” y lanzó advertencias para quienes opten por el “conflicto”

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Leído por Mathías Buela.
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Lejos de intentar superar las tensiones con gobernadores, legisladores, sindicalistas y diversos dirigentes sociales, el presidente argentino, Javier Milei, dio en la noche del viernes un discurso en el que ratificó sus posiciones más resistidas. Mientras tanto, afuera del Congreso, la Policía dispersaba con gases a los manifestantes que convocaron un caceroleo contra sus políticas.

Al inaugurar el período anual de sesiones legislativas, Milei defendió los “82 días” de gobierno que encabezó hasta ahora y su política de recortes. Repudió el “desastre económico” y la “orgía de gasto público” que lo precedió, y advirtió que quienes elijan “el camino de la confrontación se encontrarán con un animal muy distinto” al que han encontrado hasta ahora.

Milei advirtió que seguirá adelante con sus políticas, aunque no cuente con el apoyo de otros dirigentes y deba recurrir sólo a las potestades que tiene el Poder Ejecutivo.

Dirigiéndose a los demás políticos, insistió en que promueve una “agenda de futuro” y no busca la confrontación. Los llamó a buscar un acuerdo, pero advirtió que “si lo que buscan es el conflicto, conflicto tendrán”.

En ese camino del acuerdo, convocó a gobernadores, expresidentes y líderes de partidos a reunirse el 25 de mayo, en Córdoba, para firmar un “Contrato de Mayo”, un “contrato social que establezca los principios del nuevo orden argentino”. Dijo que ese pacto consistirá en establecer diez políticas de Estado, que ya definió y enumeró. La lista incluye la inviolabilidad de la propiedad privada, el objetivo del equilibrio fiscal, la reducción del gasto público a un mínimo histórico de 25% del PIB y una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva.

En un momento en que está enfrentado a varios de los gobernadores porque recortó los recursos para sus provincias, uno de los puntos de este pacto es la rediscusión de la repartición federal de impuestos. Otro es el “compromiso de las provincias en avanzar con la explotación de los recursos naturales” con los que cuentan.

A estas políticas se suman una reforma laboral “moderna”, que “promueva el trabajo”; una reforma previsional que “dé sustentabilidad al sistema”, favorezca a quienes aportaron y permita optar por el sistema privado; una reforma política; y la apertura de Argentina al comercio internacional y global.

Varias veces, durante su discurso, las frases del presidente motivaron ovaciones y cánticos de hinchada. En el Congreso estaban presentes sus ministros, legisladores, autoridades judiciales e invitados, como la hija de Carlos Menem, Zulemita Menem, que aplaudió a Milei cuando citó un discurso de su padre.

El presidente argentino destacó sus “logros primerizos”, sintetizados en una “motosierra” contra el gasto público, y prometió nuevas medidas. “Estamos enviando al Congreso un paquete de leyes anticasta”, dijo.

“Eliminaremos las jubilaciones de privilegio para presidente y vicepresidente”, anunció, y desató los aplausos que continuaron cuando informó que “obligará” a los sindicatos a elegir sus autoridades por cuatro años, con una sola reelección, en una votación auditada por la Justicia electoral.

También con la intención de restarles poder a las organizaciones sindicales, afirmó que los convenios que grupos de trabajadores “en asociación libre” alcancen con una empresa “primarán sobre los convenios colectivos”.

Otras medidas apuntan a castigar a quienes sean condenados por corrupción. Aquellos que tengan una condena en segunda instancia por delitos de ese tipo no podrán presentarse como candidatos en elecciones nacionales y “todo exfuncionario público con condena firme en segunda instancia por corrupción perderá todo beneficio” que le brinde haber tenido ese empleo. También anunció que se descontará la jornada de sueldo a los funcionarios que adhieran a un paro.

Milei dijo que reducirá los recursos para asesoría de legisladores y que eliminará el financiamiento público de los partidos políticos. Resaltó que cada partido tendrá que sustentar su actividad con donantes propios.

También prometió que se “penalizará en forma imprescriptible al presidente y a los funcionarios y legisladores que aprueben un presupuesto que prevea financiar déficit fiscal con emisión monetaria”.

“Todos los economistas serios del mundo [...] coinciden en que financiar el tesoro con emisión del banco central genera inflación y licúa la capacidad de compra de los argentinos, sin embargo, en Argentina lo hemos hecho una y otra vez”, repudió.

Contra todos

“Todas estas medidas que hemos implementado y las reformas que hemos promovido han sido recibidas con recelo por la política, por no decir con rechazo”, dijo el presidente argentino al repasar su gestión. Afirmó que la ley ómnibus “fue rechazada y manoseada por parte de la clase política que no quiere abandonar los privilegios”.

Si bien la norma fue aprobada por los diputados en general, se estancó cuando se trató el texto artículo por artículo. Por ese entonces, Milei publicó listas con los nombres de legisladores que no apoyaron la ley, incluso expuso de esa manera a algún integrante de su partido, La Libertad Avanza, que apenas cuestionó un artículo.

Este viernes, en su discurso, criticó a quienes no lo acompañaron así como a “los jinetes del fracaso, Sergio Massa, Hugo Moyano, Juan Grabois y Máximo Kirchner”, y a la expresidenta Cristina Fernández, a la que responsabilizó por la crisis económica actual.

Milei aludió a su predecesor, Alberto Fernández, y a una investigación judicial que lo involucra y que se conoció esta semana. Un juez indaga su supuesta participación en irregularidades en la contratación de seguros de la Administración Nacional de la Seguridad Social.

También criticó al dirigente sindical docente Roberto Baradel y dijo que “en una Argentina donde los chicos no saben ni leer ni escribir, no podemos permitir más que Baradel utilice a los chicos” para lograr negociaciones salariales, en referencia a un paro a comienzos del año de clases.

Del mismo modo, acusó a periodistas de que “cayeron casi en la difamación para defender la pauta”, la publicidad oficial para los medios que suspendió por un año.

Entre sus anuncios, el presidente incluyó el cierre de la agencia de noticias estatal Télam, de la que dijo que fue utilizada como medio para la “campaña kirchnerista”. Semanas atrás, había dicho que quedaría bajo la órbita de su hermana, la secretaria de Presidencia, Karina Milei, junto a los demás medios públicos.

Con o sin ayuda

Su discurso, que cerró con gritos de “Viva la libertad, carajo” y citas bíblicas, se enfocó sobre todo en la crítica a los dirigentes opositores.

“Nosotros no vinimos a jugar el juego mediocre de la política. Vinimos a cambiar el país en serio”, dijo. “Por eso antes de aprobar un proyecto vaciado de contenido, preferimos retirarlo”, agregó en referencia a la ley ómnibus.

“Lo haremos aunque sea como lo hicimos hasta ahora, con sólo los resortes del Ejecutivo”, dijo Milei en referencia al cambio que propone. “Hoy nos encontramos ante un punto de inflexión”, en el que es necesario “hacer algo totalmente distinto a lo que se hizo hasta ahora y ha fracasado”. Pero reiteró: “Nos hemos encontrado con resistencia a todo atisbo de cambio”.

Esto “nos deja frente a dos escenarios posibles”: “uno es el camino en el que estamos inmersos, en el de la confrontación, el conflicto”, que “si bien no lo queremos, tampoco le hemos escapado”, apuntó.

Dirigiéndose a los demás políticos, advirtió: “Nosotros no vivimos de la política, lo único que tenemos es sed de cambio. No tomamos decisiones pensando en nuestra carrera política. Vinimos pensando que íbamos a tener que pagar el costo de la fiesta obscena que muchos de ustedes estaban realizando. No buscamos la confrontación, vinimos a plantear una agenda de futuro”.

“A diferencia de algunos de ustedes, que están pensando en su próxima elección, nosotros sólo pensamos en la causa de la libertad, en construir nuestra nación y en brindarles un futuro a nuestros hijos a cualquier precio”, dijo.

Como alternativa al conflicto, presentó el camino del acuerdo del 25 de mayo. “Esta es la oferta que nosotros ponemos sobre la mesa”, agregó. “Quedará en ustedes aprovechar esta oportunidad de cambiar la historia”.

De todos modos, aclaró que puede gobernar sin ese pacto. “Ordenaremos las cuentas fiscales de la Argentina con o sin la ayuda del resto de la dirigencia política, pero si el resto de la política acompaña, lo haremos más rápido y mejor”, dijo.

Antes del discurso

En las horas previas a su comparecencia en el Congreso, Milei usó sus redes sociales para alimentar las expectativas acerca de su discurso y publicó un pasaje de la Biblia en hebreo, que, según los medios que lo tradujeron, decía: “Dios pide a Moisés que haga nuevas tablas de ley en lugar de las tablas que rompió”. Esta cita, acompañada de su consigna “Viva la libertad, carajo”, generó especulaciones acerca de que reformularía sus proyectos de ley que no prosperaron.

También se especulaba con que su discurso sería confrontativo. A las tensiones con los gobernadores, se suman las que mantiene con organizaciones sociales, que convocaron manifestaciones y caceroleos contra sus políticas en la noche del viernes afuera del Congreso, y con el propio Poder Legislativo, al que calificó como un “nido de ratas”.

“No necesito del Congreso para salvar la economía”, dijo en una entrevista reciente con el Financial Times. El presidente también llamó a los legisladores “coimeros” y “extorsionadores” y advirtió que “quienes voten en contra serán identificados como enemigos del cambio”.

A la espera de manifestantes de organizaciones de izquierda, estudiantiles, barriales y de trabajadores que convocaron a cacerolear y concentrarse en el Congreso, se había dispuesto este viernes un operativo de seguridad semejante al de la asunción presidencial, con vallados y unos 5.000 funcionarios de distintas policías.

“El hambre no espera. Basta de ajuste”, decía una de las pancartas que se veían en la movilización, que comenzó con un “molinetazo”, en el que la gente saltó los molinetes de varias estaciones de tren y de subte en protesta por el aumento del boleto.

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