Las relaciones entre Irán e Israel se tensaron todavía más este miércoles, después de que un ataque en Teherán matara al líder político de Hamas, Ismail Haniyeh, ex primer ministro palestino y actual representante en las conversaciones para establecer una tregua en la Franja de Gaza.
“Con este acto, el criminal y terrorista régimen sionista ha preparado el terreno para un duro castigo, y consideramos que es nuestro deber vengar el asesinato en el territorio de la República Islámica de Irán”, manifestó en un comunicado la máxima autoridad de ese país, el ayatolá Alí Jamenei. Haniyeh y uno de sus guardaespaldas murieron cuando un proyectil impactó contra la residencia en la que se alojaban en la capital iraní. El dirigente palestino había viajado a Teherán para participar en la ceremonia de investidura del presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, con quien se reunió el martes.
En el encuentro también participó el líder de la Yihad Islámica, Ziyad al Najala, que se encontraba en el edificio cuando fue atacado, informó Europa Press. La muerte de Haniyeh fue anunciada por Hamas, que atribuyó el ataque a Israel, tal como lo hizo Irán. El gobierno israelí no suele asumir ni negar la autoría de asesinatos como este.
Un integrante de la cúpula política de Hamas, Musa Abú Marzuk, dijo que este fue un “acto cobarde” y “que no quedará sin castigo”. A su vez, un vocero de esa organización, Sami Abú Zuhri, consideró que “la ocupación quiere quebrar la voluntad del movimiento y quiere quebrar la voluntad del pueblo palestino, pero Hamas es una idea”.
Haniyeh provenía de una familia originaria de lo que hoy es la ciudad israelí de Ashkelon, que fue desplazada de allí en 1948, recordaron Efe y la BBC. El dirigente nació en el campo de refugiados de Al Shati, cerca de la ciudad de Gaza, y se unió a Hamas poco después de su creación, en 1987.
Varias veces fue encarcelado por Israel y luego fue deportado al sur de Líbano. Cuando ya era parte de la dirección de Hamas, sobrevivió a un intento de asesinato en el que murió su mentor, Ahmed Yassin, en 2004. Actualmente vivía en Qatar, adonde serán trasladados sus restos, pero su familia seguía en Al Shati.
Los bombardeos israelíes contra ese campo de refugiados lanzados en los últimos meses mataron a tres de los hijos de Haniyeh, tres de sus nietos, una hermana y decenas de otros familiares del dirigente. El gobierno iraní dijo que este ataque “agregó una hoja más a la vergonzosa lista de crímenes cometidos” por Israel y pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por esta crisis.
La cancillería de Irán pidió a “los países y las organizaciones internacionales” que “tomen las medidas políticas, legales y punitivas necesarias contra este régimen” y afirmó que “este acto terrorista no sólo es una violación flagrante de los principios y normas del derecho internacional y de la Carta de Naciones Unidas, sino también una grave amenaza a la paz y la seguridad regionales e internacionales”, agregó.
También los gobiernos de Egipto, Qatar, Líbano y Siria repudiaron el ataque y afirmaron que este hecho aumenta el riesgo de una escalada de violencia en la zona.
El primer ministro libanés, Nayib Mikati, llamó a la comunidad internacional a “dejar de ser un mero espectador de las transgresiones de Israel”. Un día antes, su país sufrió un ataque similar cuando Israel bombardeó un edificio de Beirut para matar a Fuad Shukr, uno de los líderes de la milicia chiita Hezbolá.
Para el gobierno egipcio, el asesinato de Haniyeh muestra que Israel no tiene “voluntad política” de terminar con una violencia, que ahora podría extenderse a otros países, y señaló que lo ocurrido socava “los extenuantes esfuerzos realizados por Egipto y otros países para mediar y “detener la guerra en la Franja de Gaza”.
Por su parte, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo que Washington no estaba al tanto ni involucrado en el asesinato, y volvió a defender un acuerdo para el cese del fuego en Gaza. Según informó Efe, con la muerte de Haniyeh el liderazgo de Hamas recae en Yahya Sinwar, un dirigente más radical y al que se vincula con los ataques del 7 de octubre en Israel, que dejaron 1.200 muertos y unos 240 secuestrados.
Después del ataque en Teherán, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, convocó una reunión del gabinete de guerra. Al finalizar, afirmó: “Estamos listos para cualquier escenario, nos mantenemos unidos y determinados a afrontar cualquier amenaza”.