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Las elecciones intermedias consolidan a Milei y redefinen el mapa político argentino

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La reciente elección de medio término en Argentina tuvo como resultado la renovación parcial de la Cámara de Diputados y de la Cámara de Senadores, una elección que, en condiciones normales, no tiene mayor relevancia que algunos cambios en las cámaras. Pero esta no fue una elección en condiciones normales. Estaba en juego el crecimiento político, y por lo tanto el consenso social, de un gobierno –el de Javier Milei y La Libertad Avanza– que había aparecido intempestivamente a fines de 2023. Milei gobernó disruptivamente en estos dos últimos años, con un logro indiscutible: el control abrupto de la inflación y cierto equilibrio macroeconómico, y con carencias también indiscutibles: precarización social, torpeza política y confrontación excesiva.

Campañas antagónicas

En setiembre, la provincia de Buenos Aires –sede de la capital argentina y que concentra el 36% del padrón nacional– eligió diputados y senadores provinciales. El oficialismo de la provincia, heredero del liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner, triunfó holgadamente sobre La Libertad Avanza. Desde ese día y hasta la reciente elección, algunas variables macroeconómicas temblaron: tipo de cambio, tasas de interés, pérdida de reservas. El panorama que se abría para el gobierno nacional se tornaba endeble.

Pero también durante ese lapso, Milei recorrió medio país en actos de campaña, con un estilo ruidoso y provocador, escénico, a veces al borde de lo grotesco, centralizando en su figura las candidaturas de su partido. Al mismo tiempo, ingentes negociaciones con Estados Unidos desembocaron en un auxilio financiero inédito, gestionado personalmente por el presidente Donald Trump, mediante un swap de 20.000 millones de dólares para sostener las reservas. Y finalmente, una última jugada con la anticipación, para después de la elección, de una “oxigenación” de su gabinete.

Por su parte, la oposición peronista, enmarcada en Fuerza Patria, consumió el mes de campaña acunada en las expectativas que emanaban del triunfo de setiembre en Buenos Aires, con candidaturas en muchos casos de baja densidad política, algunas gastadas y otras producto de presiones internas. Fue una campaña anodina, con actos políticos más orientados a la interna de esa fuerza que al electorado, y sin referencias personales de peso. Parecía, según la mayoría de las encuestas, que no hacía falta mucho más: el triunfo era previsible, el único interrogante residía en el margen porcentual de la victoria.

El resultado de la elección fue contundente: 41% para La Libertad Avanza de Javier Milei y 31% para Fuerza Patria. Los triunfos holgados se festejan; si son remontadas épicas, mucho más. Así lo expresaron el gobierno y Milei tras la elección.

¿En qué se traducen los resultados, al menos en el mediano plazo?

El oficialismo pasa de 36 diputados a 93 y de 7 senadores a 21. Si bien aún no le alcanza para un quórum propio, el crecimiento le permite tejer alianzas rápidas y “seguras” con diputados y senadores de fuerzas minoritarias ubicadas en la centroderecha del espectro político, es decir, con afinidad ideológica con el oficialismo.

Ahora Milei cuenta con la fuerza suficiente para avanzar en un programa económico institucional ultraliberal por medio de alianzas y sin necesidad de recurrir a decretos de necesidad y urgencia.

El gobierno alcanzó lo que le solicitaban a gritos tanto desde Estados Unidos después de firmar el swap como desde los grupos de poder económico locales: gobernabilidad. Ahora Milei cuenta con la fuerza suficiente para avanzar en un programa económico institucional ultraliberal a través de las alianzas y sin necesidad de recurrir a decretos de necesidad y urgencia (mecanismo constitucional) y quedar expuesto al rechazo del Congreso.

Con este resultado, La Libertad Avanza se transformó en la fuerza política dominante del espacio político ultraliberal del país, relegando al partido Propuesta Republicana de Mauricio Macri. De esta manera, se revierte lo que se daba desde 2023: el macrismo, dada la debilidad del presidente, entendía que su apoyo era indispensable para que pudiera gobernar y lo condicionaba a la ocupación de cargos políticos de primer nivel. A partir de ahora y durante los dos años de gobierno que le quedan a Milei, para no desaparecer el PRO tendrá que apoyar sumisamente al gobierno.

Por otro lado, la principal fuerza de oposición, el peronismo en sus distintas vertientes, si bien no disminuyó su fuerza parlamentaria, se ha visto debilitado. El principal problema que atraviesa ahora, rumbo a las presidenciales de 2027, es reconstituir su dirigencia. Al liderazgo en caída libre de la expresidenta Cristina Kirchner le sucede ahora el declive de quien parecía sucederle tras la elección provincial de setiembre: el gobernador Axel Kicillof. Si bien este mantiene potencialmente su lugar, la derrota de ayer en la provincia lo devuelve varios casilleros atrás. Y en el resto del peronismo no hay otras figuras visibles.

Para terminar, nuevamente un tercer espacio que buscaba irrumpir en la polarización entre Milei y el kirchnerismo fracasó. De cara a la elección, algunos gobernadores de grandes provincias habían armado un espacio político –Provincias Unidas– de afinidad centrista de diversas procedencias pero con fuertes liderazgos provinciales para comenzar a fortalecer un tercer espacio hacia 2027. Sin embargo, la experiencia ha sido frustrante y en ciertas provincias las listas atadas a su gobernador terminaron terceras tras La Libertad Avanza y Fuerza Patria.

En síntesis, esta fue una elección de medio término que se planteó y se consumó como un plebiscito nacional. Y en esa contienda el gobierno arrasó. Milei tiene dos años de gracia hasta el final de su mandato en 2027.

Diego Raus es director de la Licenciatura en Ciencia Política y Gobierno de la Universidad Nacional de Lanús. Es profesor titular de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Licenciado en Sociología y en Ciencia Política. Este artículo fue publicado originalmente en latinoamerica21.com.

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