El portavoz de Vladimir Putin, Dmitri Peskov, anunció el sábado que el presidente ruso estaba dispuesto a conversar con Emmanuel Macron. El presidente francés había iniciado las conversaciones el viernes en la cumbre de la Unión Europea (UE) en Bruselas. Macron había explicado a sus socios de la UE que, después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, iniciara el diálogo con el líder del Kremlin, era, una vez más, “útil hablar con Vladimir Putin”.
A diferencia de otros altos cargos de la UE, Macron ya no considera al belicista ruso una persona insignificante, porque los estadounidenses tampoco tienen ningún problema en negociar con Rusia. “Creo que los europeos, y también los ucranianos, tenemos todo el interés en encontrar un marco para iniciar formalmente esta conversación (con Putin). De lo contrario, estaremos discutiendo entre nosotros con negociadores que luego discutirán sólo con los rusos, y eso no es lo ideal”, explicó Macron.
Macron teme que, de lo contrario, el destino de Ucrania podría finalmente negociarse y decidirse entre Moscú y Washington, excluyendo a los europeos. Esto no sólo sería una humillación para la UE, sino también una vergüenza personal para el ambicioso presidente francés.
A Macron le gusta señalar que Francia, como potencia nuclear creíble, es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Y dado que hasta ahora la UE apenas ha logrado ser tomada en serio como actor independiente en la política mundial, el francés cree que, bajo su liderazgo, Europa puede y debe desempeñar un papel igualitario en la diplomacia con las principales potencias mundiales. Querer desempeñar un papel de liderazgo, o incluso dominante, en Europa forma parte de la imagen y la tradición de Francia.
Los intentos anteriores de diplomacia telefónica no tuvieron éxito
No se ha olvidado cómo Macron, con su diligente diplomacia telefónica, intentó disuadir a Putin de su agresión hasta poco antes de la invasión rusa de Ucrania el 22 de febrero de 2022. Sin duda, era legítimo utilizar todos los medios diplomáticos para evitar el estallido de la guerra. Sin embargo, en retrospectiva, se puede afirmar que Macron estaba siendo manipulado por Putin.
Nada ilustra esto mejor que la histórica fotografía de la última reunión entre ambos jefes de Estado en el Kremlin el 7 de febrero de 2022: Putin y Macron estaban sentados uno frente al otro en una mesa blanca grotescamente larga, tan separados que era casi imposible conversar a un volumen normal. Desde entonces, según cifras oficiales, sólo han hablado una vez sobre la acumulación nuclear de Ucrania e Irán, por teléfono, el 1° de julio de 2025.
Macron ha dejado claro en repetidas ocasiones, respecto de las negociaciones de Trump para poner fin a la guerra en Ucrania, que aceptar las condiciones rusas es impensable para el interés de la seguridad europea, ya que equivaldrían a una capitulación ucraniana. Sobre todo, quiere garantizar que las negociaciones no se celebren a espaldas de Europa. Incluso la reciente y leve señal de una posible disposición a dialogar por parte de Rusia fue recibida por Macron durante el fin de semana como una invitación al diálogo.
El presidente francés no es tan ingenuo como podría interpretarse. El fin de semana pasado, durante una visita a las fuerzas armadas en la base francesa de Abu Dabi, Macron anunció la construcción de un segundo portaaviones masivo para 2038. Respecto al programa de desarrollo militar francés, pero también a su política exterior, declaró: “Sólo se respeta a los fuertes”. Este mensaje inequívoco, junto con la esperanza de una respuesta acorde, probablemente esté dirigido a Moscú.
Este artículo fue publicado originalmente por Die Tageszeitung.