“No apto para kukas. No apto para zurdos. No apto para progres. No apto para periodistas ensobrados”, así se definió el encuentro La Derecha Fest, organizado por La Derecha Diario, del español Javier Negre, que tuvo lugar en la noche del martes en la provincia argentina de Córdoba.
El principal orador fue el presidente Javier Milei, que calificó el encuentro como “el evento más antizurdo del mundo” y llamó a defender sus ideas en todos los ámbitos para que “la izquierda no sea más que un mal sueño”. A pocos meses de las elecciones legislativas de mitad de mandato, en las que el 26 de octubre se renovará casi la mitad de las bancas de diputados y un tercio del Senado, Milei auguró que “muchos se van a sorprender con los resultados”.
Aunque hoy su partido, La Libertad Avanza, sólo cuenta con 15% de los diputados y 10% de los senadores, el presidente consideró que la lucha por los votos en Argentina “es una marcha que sólo va en una dirección”, a favor del oficialismo. También se refirió a las elecciones del 7 de setiembre en las que se renueva parcialmente el Parlamento de la provincia de Buenos Aires. “En 2023 los argentinos decidieron un cambio de rumbo que tenemos que confirmar en setiembre en la provincia de Buenos Aires, en cada provincia, y dar un tremendo batacazo violeta”, dijo.
Sin nombrar a la vicepresidenta Victoria Villarruel, Milei aludió a ella al hablar de quienes “quieren ser libertarios, pero votan con los zurdos”, y la calificó de “bruta traidora”. Más adelante, en su discurso, agregó: “Tardó pocos minutos en demostrar que es casta, se dio vuelta y le dio la espalda al pueblo argentino, deslumbrada por la casta política. Así como la historia reconoce a los héroes también reconoce a los traidores, el tiempo pondrá a cada uno en el lugar que le corresponde”.
El mayor quiebre entre los dos excompañeros de fórmula ocurrió el 10 de julio, cuando Villarruel, como presidenta del Senado y siguiendo las normas de la cámara, habilitó una sesión en la que la oposición aprobó leyes que beneficiaban a los jubilados y a las personas con discapacidad.
Milei había anunciado que vetaría esas normas porque atentaban contra su meta de alcanzar el equilibrio fiscal. Durante su discurso del martes, confirmó que “el veto sale próximamente”. El presidente atacó a “la casta política chorra, parasitaria e inútil, los periodistas ensobrados, los sindigarcas y los empresarios prebendarios”. Dirigió el mismo tono agresivo contra la exmandataria Cristina Fernández y el expresidente fallecido Néstor Kirchner. Según citó el diario Perfil, Milei animó a sus seguidores a cantar: “¡Saquen al pingüino del cajón para que vea que los pibes cambiaron de idea y llevan la bandera que trajo el león!”.
El presidente defendió su gestión al decir que logró bajar la inflación con más rapidez que el gobierno de Carlos Menem, y elogió a Luis Caputo, “el mejor ministro de Economía del mundo”. En su opinión, además de hacer lo que evalúa como un buen gobierno, es necesario dar “la batalla cultural”, y en ese sentido pidió a sus seguidores: “Aseguremos que estos cambios sean sostenibles en el largo plazo, educando al soberano. En definitiva, que quienes tienen poco empiecen a verla”.
Antes de que hablara Milei hubo otros oradores, entre ellos, Negre, que aunque se presenta como periodista, dio una charla titulada “No odiamos suficiente a los periodistas”. Según citó el diario La Nación, Negre dijo que la suya “es una de las profesiones más corrompidas”, “es gente que se vende por un sobre, corrupta”.
El rechazo al periodismo opositor se reflejó en la expulsión de la periodista Melisa Molina, del diario Página 12, que según dijo estaba acreditada y había comprado una entrada para el evento. “Se me acercó personal de la Casa Militar, que me conoce la cara porque soy acreditada en Casa de Gobierno, y me dijeron que ‘desde Buenos Aires’ no querían que mi medio esté adentro del salón”, dijo. Agregó que alguien que se identificó como “un contratado” la sacó del lugar con la excusa de hacerle “un par de preguntas”, la llevó a un espacio donde había algunos autos estacionados y le dijo que sólo querían ponerle una pulsera de prensa.
“Anotaron mi nombre y mi apellido, me preguntaron cómo había llegado al evento y me tiraron encima dos billetes de 20.000 pesos, que era lo que valía la entrada que yo compré por la página web. No los acepté y me dejaron detrás de unas rejas sin permitirme salir, con personal de seguridad privada y de Casa Militar. No me dejaron volver a entrar”.
De acuerdo con La Nación, los periodistas acreditados debían usar una pulsera y permanecer en una especie de “corralito” frente al lugar desde donde no podían ver ni escuchar lo que pasaba en el encuentro. Sólo quienes pasaron desapercibidos y entraron como un militante más pudieron cubrir el acto.