Si alguien nos pregunta dónde trabajamos, quienes nos dedicamos a la demografía podemos explicarlo fácilmente si en vez de decir “el Programa de Población de la Facultad de Ciencias Sociales”, respondemos que lo hacemos en el espacio fundado y largamente coordinado por Adela Pellegrino. Esta respuesta tiene una ventaja adicional: las personas que la reciben sonríen automáticamente. Y el mecanismo funciona en personas de distintas disciplinas y con las más variadas opiniones. Adela es uno de los grandes consensos de la Universidad de la República (Udelar).
El martes, cuando se le otorgó el doctorado honoris causa de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS), esto quedó de manifiesto en las palabras del rector saliente, Roberto Markarian, y de las del entrante, Rodrigo Arim, quienes modificaron la agenda de la transición para estar presentes. Si a esto le sumamos la presencia en el público del Rodrigo Arocena, puede decirse que todos los rectores de la Udelar de 2006 a 2022 coincidieron en querer estar presentes. Además, llegaron muestras de reconocimiento desde todas partes del mundo, incluyendo Francia, Venezuela y Argentina, los países en que Adela vivió en su etapa de formación (se doctoró en la célebre École des Hautes Études en Sciences Sociales, donde colaboró nada menos que con Fernand Braudel) o sus años de exilio, tras haberse licenciado en Historia en la Udelar en 1970.
Además de una suerte, ser parte de una unidad académica fundada por Adela es una responsabilidad y un orgullo, porque permite participar de una tradición marcada por su impronta. En primer lugar, una impronta académica, terreno en el que su aporte es descollante. Adela es una referente regional en el estudio de las tendencias migratorias de los países latinoamericanos, en especial por su trabajo precursor en la explotación de datos censales para estudiar la emigración calificada de los países latinoamericanos. Fue una de las primeras investigadoras en utilizar el banco de datos censales Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (IMILA), a partir del cual describió de forma exhaustiva el funcionamiento de la migración en América del Sur.
Esta agenda de investigación se vincula a su oficio de historiadora, desde el cual Adela pudo identificar los contextos del cambio demográfico en los países de la región, dar densidad interpretativa a los movimientos migratorios del Sur y analizar la historia poblacional del Uruguay, que ayudó a comprender definitivamente. Además, en una disciplina que descansa fuertemente en los métodos, enriqueció varios debates conceptuales, como los que giran en torno a la migración calificada y el desarrollo de los países emisores; aquella que solemos asociar con la idea de “fuga de cerebros”, una noción que Adela y otros autores discutieron y complejizaron.
Como investigadora y docente, estas contribuciones serían suficientes para ganar cualquier distinción. Pero Adela es, además, una constructora institucional destacada, fundadora de la demografía en Uruguay, impulsora del Programa de Población y sus carreras de posgrado (que hoy incluyen diploma, maestría y doctorado) y de la propia FCS. En paralelo a esa construcción institucional, fue decisiva en la instalación de los temas demográficos en las ciencias sociales uruguayas y los hizo visibles como tema de políticas públicas. Es cierto que reconocimientos como este doctorado honoris causa suelen ser campo fértil para la hipérbole, pero no tenemos miedo a exagerar: si hoy el Programa de Población es un centro de cierta importancia para la investigación y la formación de recursos humanos en el área de demografía, es por el trabajo de Adela durante casi 30 años ininterrumpidos.
Dicho todo esto, la abrumadora cantidad de muestras de reconocimiento y cariño que recibió esta semana no es normal y no puede explicarse exclusivamente por todo lo que dijimos más arriba. Tampoco por lo que omitimos: los premios recibidos, como el Morosoli en Ciencias Sociales de 2011, sus publicaciones (que se cuentan por cientos y tienen una repercusión que rompe las agujas de cualquier indicador bibliométrico), o su labor como representante de la Universidad en el Comité Asesor de la Comisión Nacional para la Vinculación con los Uruguayos Residentes en el Extranjero. Hay una explicación adicional, nada misteriosa. De hecho, fue mencionada por todos quienes la homenajearon esta semana. Adela se desenvuelve en el mundo académico de un modo tal que le hace honor a los retratos casi ingenuos de la ciencia como empresa colectiva donde las metas personales no importan tanto como lo común.
Esta forma de trabajar, que podría llamarse ética universitaria o de algún otro modo, puede describirse por enumeración de principios: el cultivo riguroso de las funciones universitarias, el fomento de la colaboración por sobre la competencia, la honestidad intelectual, la transparencia, la ausencia de divismo, la responsabilidad frente a los problemas sociales, la promoción generosa de nuevas generaciones de colegas y la curiosidad insaciable. Pero incluye también un atributo más inasible, del orden del estilo; un estilo cálido y horizontal, que trasciende los aportes científicos. O es acaso otro de los aportes de Adela a la vida académica: haber demostrado que la generosidad no es sólo un buen negocio para el avance de la ciencia, sino que también tiene otras ventajas. Por lo pronto, hace que al recibir un reconocimiento como este doctorado honoris causa, no haya sala que contenga la cantidad de gente que se atropella de tanto cariño y agradecimiento.
Wanda Cabella e Ignacio Pardo son docentes del Programa de Población, (FCS-Udelar).
Honoris causa
El martes 16 de octubre, en una sala de conferencias abarrotada, la historiadora y demógrafa Adela Pellegrino recibió el título de doctora honoris causa de la Facultad de Ciencias Sociales (FSC). Hablaron en el evento el aún rector Roberto Markarian y el rector electo, hoy en funciones, Rodrigo Arim, además del decano de la FCS, Diego Piñeiro, y el coordinador del Programa de Población, Ignacio Pardo. Constanza Moreira, Gerardo Caetano y Carmen Varela, docentes de la Facultad, recorrieron parte del anecdotario de la vida académica de Pellegrino y resaltaron sus contribuciones, al igual que Andrés Peri, docente encargado de moderar el evento. Un video acercó saludos de colegas de varias partes del mundo. Al momento de recibir el título, un enorme enjambre de nietos acompaño al estrado a Pellegrino, quien es la primera docente distinguida con este título honorífico en la historia de la Facultad de Ciencias Sociales.