La exposición de motivos del proyecto de ley presupuestal quinquenal define, mediante el discurso que la constituye, conceptos vinculados a las políticas sociales. Más allá de cualquier aspecto estadístico, el análisis del discurso lleva a la interpretación de la realidad. Es importante comprender cómo parte de los lineamientos son planteos discursivos que serán reproducidos en varios ámbitos cotidianos (en instituciones educativas, lugares de trabajo, lugares de militancia, espacios religiosos, etcétera), logrando de alguna manera “nuevas formas” de entender cómo el Estado gestiona problemas relacionados con la pobreza y con la exclusión sistémica.
En primer lugar, en materia de políticas de protección social, se plantea la necesidad de dar mayor protagonismo a las personas. Podemos destacar algunos ejemplos.
En la página 107 del documento1 se señala: “Las políticas sociales no son un servicio que un proveedor ofrece a un cliente. Son un esfuerzo de toda la sociedad para convertir a cada uno de sus miembros en protagonistas de su propia vida. Si bien la distribución de apoyos materiales y de oportunidades es importante, el objetivo final es construir identidad, conciencia de la dignidad personal y sentido de vida”.
Este fragmento demuestra una preocupación por parte del gobierno actual por dar cierto “protagonismo” a los ciudadanos y ciudadanas. En una primera instancia dan un maquillaje directo a las políticas sociales, sobre todo en una cuestión idealizada sobre formas de generar autonomía; esa autonomía tiene por debajo el desmantelamiento de distintos programas y políticas de contención de situaciones emergentes en formas de vulneración. Inmediatamente nos lleva a cuestionar cuál será el futuro de aquellas poblaciones que sufren un grado de vulnerabilidad que las lleva a una dependencia de políticas contenedoras. La concepción de reproducción social y habitus de Bourdieu se encuentran sumamente presentes, son claro ejemplo de cuestiones estructurales consecuentes de un sistema económico excluyente y reproductor de diversas formas de statu quo de desigualdad, se refleja en el sistema educativo, cultural, o en el acceso al mercado laboral, por ejemplo. No atender estas cuestiones estructurales hace dificultoso (por no decir imposible) el trabajo que apunta a la reinserción social y el ejercicio de una ciudadanía plena de cada uruguaya y uruguayo. Apostar a una inserción social que centralice más la responsabilidad en la familia y el sujeto es, en realidad, poner en mayor riesgo a núcleos familiares que necesitan apoyo en todos los niveles de las políticas sociales. Es no tener la capacidad de empatizar con el otro y apostar en cierto grado al libre albedrío de la meritocracia.
Esta visión de la pobreza, totalmente sesgada, desliga al sujeto y lo pone en un papel central como “protagonista” de su propia pobreza.
Nuevo concepto de pobreza
“La pobreza se expresa en la insuficiencia de recursos materiales y deterioro en las condiciones de vida, y en muchas ocasiones subyace detrás de ello la incapacidad de generar esos recursos o ese bienestar en forma autónoma ya sea a través de ejemplos dignos o de emprendimientos sustentables. Una comprometida política contra la pobreza debe crear las oportunidades para que las familias y los individuos se vuelvan capaces de generar ingresos y establecer lazos de cooperación con el resto de la sociedad”, afirma el proyecto de ley en su página 109.
Considero que este, a pesar de su brevedad, es el argumento más pesado y que intenta imponerse a la hora de construir una realidad a través de un relato. El intento del gobierno nacional por definir la pobreza es un arma sutilmente peligrosa, y aquí es donde los legisladores deben poner lupa a la hora de discutir. Muy libremente se habla sobre la insuficiencia de materiales y recursos, así como de la incapacidad autónoma para generar recursos. Este planteo muestra claramente cómo el gobierno actual no toma en cuenta las cuestiones estructurales mencionadas previamente, esas que determinan desde su nacimiento a aquellas personas que nacen dentro de un entorno de desigualdad y exclusión. En cambio, busca que estas personas, en su comunidad, se hagan cargo de estas cuestiones.
Esta visión de la pobreza, totalmente sesgada, desliga al sujeto y lo pone en un papel central como “protagonista” de su propia pobreza, le adjudica aquellas dificultades estructurales que forman parte de procesos históricos de exclusión generacionales, que apenas tienen que ver directamente con el propio sujeto, entrando en una lógica de meritocracia; confundiendo a la hora de analizar la pobreza, la exclusión y sus causas. Pero sobre todo, este relato busca ser fácilmente repetible en el cotidiano de nuestro pueblo, agravando así, cada vez más, la exclusión. Aumentando cada vez más las distancias en materia social y cultural.
Se debería crear un relato que apoye acciones de reconocimiento de un otro con dificultades al que es necesario atender y ponderar más allá de la propia autonomía relativa. En una teoría de juegos, en lo político, en la dinámica de conflictos, es necesario crear contrarrelatos que nos hagan pensar. Una tarea sumamente dificultosa y que lleva un trabajo fino y de artesanía a largo plazo. Son herramientas que no se deben descuidar.
Gervasio Riveiro Martínez es licenciado en Sociología.