El debate disciplinar y las reflexiones a propósito del rumbo que deben seguir las políticas urbanas con concepciones modernas y mirada estratégica incluyen en su caja de herramientas -entre otras- variables como: sostenibilidad, sustentabilidad, equidad social y territorial, economía circular, respeto ambiental, acceso democrático y apropiación colectiva del espacio público. La Nueva Agenda Urbana aprobada por las Naciones Unidas en 2016 no contemplaba en sus propuestas la atención al impacto que tiene y tendrán en las diferentes dimensiones de la planificación urbana y territorial fenómenos como los de la pandemia producida por el covid-19. No hubiera podido preverlo, no estaban en el radar de nadie1. La sociedad en general y la manera de pensarse, planificarse, vivirse y relacionarse serán diferentes, hay condiciones sociales, estructurales, de diseño de la vida y los espacios públicos que verán cambios dramáticos en su conformación y uso. El espacio público, el ecosistema urbano principalmente, pensado también como lugar de concreción material de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS2030), deberá reformularse en consecuencia.
El deporte es una dimensión específica que debe ser considerada como otro eje vertebrador, articulador y transversal en la planificación territorial y el diseño urbano. Este artículo pretende fundamentar esta premisa, haciendo foco en los ODS 2030.
La realidad emergente, a la salida de la pandemia, encontrará a los Estados y las políticas públicas sociales en un nivel de validación internacional indiscutible; en nuestro país la discusión está presente, pese a que los hechos demuestran que el entramado institucional construido fue y es soporte de políticas sociales mitigadoras de inequidades y desigualdad de oportunidades sin el cual los efectos de la crisis podrían ser aún más dramáticos, aunque queda por verse si la magnitud de las medidas implementadas es suficiente para evitar que la crisis golpee de modo irrecuperable a muchos uruguayos.
En un artículo publicado anteriormente ya pusimos a consideración y en debate esta mirada del territorio y su planificación que incorpora al Deporte con una dimensión política de primer nivel. Pensamos la ciudad y el territorio como un espacio vivo que es, a la vez, contenedor y contenido de las actividades sociales, culturales, económicas. Concebimos un acercamiento al urbanismo que entiende a los habitantes y sus actividades como actores constituyentes y como sujetos constituidos por los entornos físicos. Desde esa perspectiva propusimos que el deporte -la actividad física, creativa, recreativa y deportiva- tenga una capa (layer) de planificación y estructuración propia que dialogue, interactúe, incida, determine y sea condicionada por las otras dimensiones de acercamiento al territorio.
En ese acercamiento, además, esbozamos posibles “Ejes de Acción” entre los que estaba el de la Sostenibilidad -que ocupa la presente columna y la próxima- y se proponía considerar la misma “atendiendo las diferentes dimensiones que se desarrollan, por ejemplo, en los ODS2030 y que encuentran anclaje en varias de las posibles líneas de acción de las políticas deportivas.”
El deporte es, por naturaleza, un aliado transversal privilegiado en la construcción de los ODS2030 en virtud de su potencia social, cultural, económica y de articulación. Es un agente promotor de respeto por el medio ambiente, de desarrollo educativo, un factor de construcción de sinergias innovadoras, entre otras posibilidades. En El deporte como herramienta para el desarrollo sostenible, elaborado por la Secretaría General Iberoamericana y el Consejo Iberoamericano del Deporte, se puede leer información más detallada y datos contextuales.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 60% de la gente en Latinoamérica considera que el deporte es lo que más identifica a su país y su mayor motivo de orgullo. Debemos aprovechar esta fortaleza cultural para consolidar un desarrollo donde la ciudadanía sea protagonista y promotora consciente de la Agenda 2030.
El deporte puede encontrarse en los 17 ODS con marcada centralidad en algunos y desde lugares menos relevantes en otros. A continuación, propongo como puede participar en cada uno de los ODS, en tanto en una columna futura profundizaré, haciendo foco en aquellos en los que el deporte tiene un rol primordial. La incidencia en la configuración del layer deporte para el diseño urbano y la planificación territorial también es diferente según cada ODS: en unos es determinante, en algunos es lateral y en otros insignificante.
ODS 1. Fin de la pobreza: Para avanzar hacia este objetivo se destaca al deporte como factor de desarrollo en tanto es generador de empleo y de recursos genuinos; con su potencial para promover inserción social, facilitar permanencia y recorrido en el tránsito por lo educativo, así como vía de movilidad social. Los espacios públicos destinados a la actividad física creativa, recreativa y deportiva, son históricamente lugares de construcción de ciudadanía, integración social y convivencia, jugando un rol relevante en romper las lógicas segregacionistas, con lo que facilitan intercambios generadores de vínculos y sinergias multiculturales integrales.
ODS 2. Hambre cero: El deporte en general, pero los grandes referentes en particular y especialmente, pueden generar mensajes de concienciación sobre una correcta alimentación, muchas veces de mayor impacto que las campañas de bien público. Hay experiencias de campañas publicitarias exitosas sobre alimentación saludable (por ejemplo, la empresa de electrodomésticos Beko hizo una campaña con futbolistas del FC Barcelona, #EatLikeAPro). Además de bregar por alimentación saludable, el deporte hace aportes a la sostenibilidad general en tanto es un generador genuino de recursos que pueden aliviar necesidades presupuestales para otros fines, teniendo en cuenta que la gestión de recursos públicos no es ajena a la finitud de los mismos y, en consecuencia, toda fuente de riqueza repercute en la globalidad de las políticas públicas.
ODS 3. Salud y bienestar: La OMS identifica a la inactividad física como uno de los cuatro factores de riesgo más importantes para la salud. El deporte promueve hábitos saludables y genera bienestar físico y emocional. En relación con este objetivo, las estrategias de abordaje pueden estar cambiando hacia propuestas que se centren en incorporar la actividad física, creativa, recreativa y deportiva como conductas propias del ser humano y no como prácticas promotoras de salud, en la medida que esta última mirada suele perder fortaleza en momentos en que el individuo se enfrenta a eventos de enfermedad.
El entorno físico es condicionante de la actividad que en él se desarrolla. Lugares que faciliten la actividad física, la movilidad activa, el uso creativo y recreativo del espacio público pueden ser determinantes para alcanzar salud y bienestar. Susana Aznar (directora del grupo de investigación de la Universidad Castilla La Mancha Grupo Pafs habla de un “modelo socioecológico” que genere entornos activos determinantes de mayores y mejores niveles de actividad en ciudades, a la postre, saludables y sostenibles.
ODS 4. Educación de calidad: El deporte puede colaborar con favorecer los aprendizajes, ser un vector de acceso alternativo al conocimiento, cooperar científicamente y facilitar la permanencia y tránsito más fluido por el sistema educativo. Es destacable el desarrollo exponencial que han tenido, por ejemplo, propuestas como las de la Formación Profesional Básica en Deportes de la Universidad del Trabajo del Uruguay y los bachilleratos en Deporte y Recreación, posiblemente las currículas con mayor crecimiento en los últimos cinco años. Por otra parte, generar sinergias de usos de espacios entre el espacio público y el sistema educativo, así como dar cuenta de una realidad reconfigurada para las instituciones deportivas privadas -luego de la pandemia- con subutilización de infraestructuras instaladas, puede ser una oportunidad para resolver la ausencia de espacios adecuados en algunas instituciones educativas, tanto públicas como privadas. Detectar y estructurar una red de instalaciones deportivas que puedan servir al sistema educativo puede compensar las posibles pérdidas de usuarios de las primeras.
ODS 5. Igualdad de género: Promoviendo y facilitando la incorporación de la mujer al deporte, se genera y/o se fortalece el empoderamiento y liderazgo femenino. Esta incorporación debe dar cuenta de todos los ámbitos de acción, entre ellos: atletas, dirigentes, entrenadores, árbitros y profesionales de diferentes disciplinas relacionadas. Además de romper la brecha de inequidad de la actividad propiamente dicha, de este modo también se combaten prejuicios discriminatorios machistas instalados con respecto a muchas de las prácticas, disciplinas y actividades deportivas.
ODS 6. Agua limpia y saneamiento: Las instalaciones deportivas no sólo pueden ser puntos de acceso de agua potable y de conductas de higiene: soluciones de uso responsable de agua pueden ser producto de proyectos innovadores en instalaciones muy exigentes en consumo como piscinas y baterías de vestuarios, un campo de experimentación, ensayo y validación. Programas y certificaciones de sostenibilidad ambiental serán un diferencial para las actividades, las instituciones deportivas y las ciudades.
ODS 7. Energía asequible y no contaminante: Programas e instalaciones deportivas pueden contribuir a la sensibilización y al desarrollo de prácticas eficientes y renovables. Las instalaciones deportivas, en especial las piscinas cerradas y climatizadas, son grandes consumidores de energía, y producto de ello, proyectos de eficiencia energética pueden ser parte de emprendimientos en los que converjan actores participantes de experiencias innovadoras del modelo de innovación cuádruple hélice, que articula esfuerzos y recursos de empresas, administración, academia y usuarios
En Uruguay existe un adecuado marco normativo al respecto, tanto del consumo de agua (ODS 6), como de la eficiencia energética que tal vez pueda ser ajustado. En la Secretaría Nacional del Deporte se estudió durante dos años y estaba en fase de implementación un detallado programa de reconversión de toda la matriz energética de sus instalaciones a energía renovable con plazos de repago menores a 30 meses.
ODS 8. Trabajo decente y crecimiento económico: El deporte en tanto factor de desarrollo y crecimiento económico es una actividad generadora de empleos decentes y recursos genuinos, aspectos centrales de una sociedad que construye sostenibilidad social. La dinámica innovadora del deporte es creadora y facilitadora de nuevas formaciones y capacidades, actividades conexas generan externalidades que suelen determinar la aparición de nuevos negocios. Asimismo, por la propia cultura del ambiente y el sector se fortalecen valores como cooperación, juego limpio y establecimiento y búsqueda de objetivos.
ODS 9. Industria, innovación e infraestructura: La industria del deporte está relacionada con muchas otras, generando cadenas de valor creadoras de riqueza, empleos y recursos. Infraestructura de calidad, resiliente y sostenible puede generar espacios deportivos cualificados, mejores, más accesibles y democráticos espacios públicos, lugares de construcción de ciudadanía, de socialización, esparcimiento y actividades creativas, recreativas, deportivas y de disfrute del ocio. Fue referida en este mismo artículo -y en el anterior- la posibilidad de que el sistema deportivo se transforme en un centro de innovación: el “Montevideo Hub de Innovación Deportiva”.
ODS 10. Reducción de las desigualdades: Al promover la inclusión, la diversidad y facilitar el empoderamiento y la inserción social de colectivos vulnerables, el deporte genera y construye igualdad de oportunidades. Es evidente la convergencia de objetivos y resultados que se atienden en coordinación con las acciones de otros de los ODS. La planificación territorial y el diseño urbano deben proponer soluciones a la inequidad de acceso y uso de espacios, infraestructuras e instalaciones adecuadas para las actividades creativas, recreativas y deportivas; el paradigma de la “Ciudad de los 15 minutos” apunta en esa dirección.
ODS 11. Ciudades y comunidades sostenibles: Ciudades dotadas de infraestructura deportiva asequible y accesible pueden promover una mayor igualdad de oportunidades y una mejor cohesión social. El concepto del “modelo socioecológico” anteriormente mencionado, promotor de ciudades activas, es un ejemplo de muchas otras iniciativas que estudian, proponen, diseñan y construyen espacios públicos amigables, respetuosos del medio ambiente, ecológicamente sostenibles, seguros, accesibles y democráticos.
ODS 12. Producción y consumo responsables: De la misma manera que se planteó para los ODS 6 y 7, el deporte es una actividad promotora de estilos de vida sostenibles que incluye, por ejemplo, producción y consumo responsable y sostenibles tanto de productos como de instalaciones (en las dimensiones energéticas, de agua, etc.) o eventos deportivos, extrapolando conceptos a otros ámbitos de la vida de las personas. No es por casualidad que haya iniciativas empresariales que se centran en la fabricación de implementos y artículos deportivos a partir del reciclado de plásticos y otros desechos (Nike y Adidas tienen líneas específicas en ese sentido).
ODS 13. Acción por el clima: El cambio climático también afecta locaciones, espacios y ecosistemas en los que se practican actividades deportivas. La propia actividad creativa, recreativa y deportiva, el turismo deportivo, o las iniciativas innovadoras o productivas relacionadas tendrán interés propio y contenido intrínseco que determinen movimientos sociales y culturales para promover el cuidado de los espacios de uso. Las acciones o líneas de acción propuestas para los ODS 6, 7 y 12, contribuyen a que este ODS tenga un marco conceptual claro en la planificación territorial, el diseño urbano y sus normativas respectivas, para la construcción tanto pública como privada.
ODS 14. Vida submarina: Con la misma lógica que se expuso el rol que el deporte tiene en la consecución del ODS anterior, se puede considerar la riqueza que tiene toda actividad recreativa y deportiva en este ítem. El río de la Plata, especialmente en las áreas cercanas a Montevideo, es un lugar único en el mundo en cuanto a la variedad de vientos, corrientes, mareas, entre otros factores, que lo constituyen un escenario privilegiado para la práctica y el entrenamiento de los deportes náuticos. Esta particularidad tiene un enorme potencial para el desarrollo del turismo deportivo (específicamente náutico), en el cual se debe considerar también la red hidrográfica que sirve a la capital, conformada por el río Santa Lucía y los arroyos Miguelete, Pantanoso y Carrasco, así como toda la extensa red de ríos y arroyos navegables del país. El diseño urbano y la planificación territorial según los lineamientos de la Nueva Agenda Urbana de las Naciones Unidas, por ejemplo en el numeral 68, expresa compromisos internacionales de sostenibilidad2.
ODS 15. Vida de ecosistemas terrestres: En momentos de discusión acerca del futuro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, incorporar la dimensión del turismo deportivo permite agregar otras opciones a su sostenibilidad. Este ODS debe ser considerado de igual manera que los dos anteriores, con la perspectiva de desarrollo de iniciativas específicas, no sólo en el cuidado de los espacios, sino en el aprovechamiento para la práctica creativa, recreativa y deportiva o para la promoción de turismo y turismo deportivo, así como la reafirmación de la imagen país según el concepto “Uruguay Natural”. También este ODS es considerado en la Nueva Agenda Urbana3, estableciendo líneas concretas para la planificación territorial sostenible.
ODS 16. Paz, Justicia e instituciones sólidas: Cito textualmente el documento El deporte como herramienta para el desarrollo sostenible, elaborado por parte de la Secretaría General Iberoamericana y el Consejo Iberoamericano del Deporte: “el deporte puede ayudar a reconstruir sociedades post-conflictos y animar a individuos con traumas provocados por los mismos. Puede ayudar a disminuir índices de violencia, a promover la unidad e identidad nacional de forma pacífica, facilita el diálogo y la cohesión social.” Esta dimensión del deporte fortalece, por si fuera aún necesario, la tesis de su importancia política, social e institucional, en la construcción de sociedades integradas, democráticas y sostenibles.
ODS 17. Alianzas para lograr los objetivos: El deporte construye naturalmente redes y alianzas que pueden contribuir a consolidar estructuras que promuevan el desarrollo sostenible y la paz. Las redes tienen diferentes alcances: locales, nacionales, regionales, internacionales, mundiales, etc. Al decir de Kofi Annan, ex secretario general de las Naciones Unidas (1997-2006), “el deporte es un lenguaje universal que puede unir a las personas, sin importar su origen, sus creencias religiosas o su situación económica.”
Montevideo, como centro de un Área Metropolitana que encuentra en Canelones un par sinérgico natural, puede pensarse, diseñarse y planificarse para ser polo regional del deporte. Con centro en este polo se pueden desarrollar iniciativas y proyectos de diferente alcance, por ejemplo de escala país (naturalmente), de escala regional (alcanzando al sur de Brasil y al litoral argentino), o de escala internacional (tejiendo redes con ciudades y regiones de características similares o complementarias: Río de Janeiro, Barcelona).
En mi opinión, el deporte tiene contenidos, capacidades y potencialidades suficientes como para ser también un eje estructurador de la planificación territorial y el diseño urbano. El desafío está planteado, depende principalmente de que los actores del sistema deportivo tomen la posta para que sea asimilado y aceptado por todos.
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La Nueva Agenda Urbana Habitat III de las Naciones Unidas establece correctamente que los diseños urbanos y la planificación territorial deberán seguir los lineamientos de sostenibilidad, de eficiencia, propendiendo a: “el uso sostenible de los recursos naturales y la tierra, un nivel adecuado de compacidad y densidad, policentrismo y usos mixtos, mediante estrategias de relleno de espacios vacíos o de planificación de nuevas ampliaciones, según proceda, con el fin de impulsar las economías de escala y aglomeración…”. La realidad emergente de la pandemia obligará a repensar y redefinir los conceptos de “compacidad y densidad adecuadas”, así como de determinar un diseño adecuado de las “estrategias de rellenos de espacios vacíos”, en definitiva el escenario plantea nuevos y profundos desafíos a las disciplinas del planeamiento y específicamente al Planeamiento Territorial y al Diseño Urbano. ↩
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En el numeral 68, la Nueva Agenda Urbana establece el compromiso de “prestar especial atención a las zonas urbanas donde existen deltas fluviales, costas y otras áreas especialmente vulnerables desde el punto de vista ambiental, poniendo de relieve su importancia como proveedores de ecosistemas que proporcionan importantes recursos para el transporte, la seguridad alimentaria, la prosperidad económica, los servicios de los ecosistemas y la resiliencia.” ↩
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Tanto el numeral 69 como el 71 expresan el compromiso internacional de “preservar y promover la función social y ecológica de las tierras, incluidas las zonas costeras que dan apoyo a las ciudades y los asentamientos humanos” y más adelante “fortalecer la gestión sostenible de los recursos, entre ellos la tierra, el agua (los océanos, los mares y los recursos de agua dulce), la energía, los materiales, los bosques y los alimentos, prestando especial atención a la gestión racional desde el punto de vista ambiental y la reducción al mínimo de todos los desechos, los productos químicos peligrosos, incluidos los contaminantes del aire y del clima de corta vida, los gases de efecto invernadero y el ruido…” ↩