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¿Renta básica, renta básica vital o salario universal?

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En las ciencias sociales el vocabulario es siempre muy impreciso. Hoy ha entrado ya en nuestro debate público –sugerida primero por el PIT-CNT y poco después (con variantes) por el Frente Amplio– la idea de una renta básica (temporaria) para hacer frente a la situación terrible en que se encuentran centenares de miles de personas.

El gobierno, constituido por una derecha heterogénea, ha rechazado la idea; sin embargo (hasta ahora) no se ha producido ningún debate importante sobre este asunto complejo, pero que tiene una trascendencia mucho mayor que la que tuvo, hace un siglo y poco, la ley de ocho horas. Este tema puede incidir no sólo en atenuar las penurias urgentes y así reducir algo las injusticias sociales, sino en abrir un camino para superar al sistema capitalista.

Desde la derecha existe ya alguna legislación, al menos en Alemania, Dinamarca, Gran Bretaña, etcétera, que atiende la situación de despidos de asalariados de un modo diferente al del seguro de desempleo. En esos países el Estado dispuso que las empresas, en lugar de decidir despedir asalariados –especialmente las que tienen altibajos en la colocación de sus productos o servicios– continúen pagando los salarios de quienes pasarían a ser desocupados, a cambio de una subvención directa por parte de esos estados. Esta aplicación (parcial) de la idea que estamos analizando se apoya en la economía de burocracia, que es extendida –en los teóricos de derecha– hacia otras prestaciones de solidaridad social como asignaciones familiares, etcétera.

La renta básica puede incidir no sólo en atenuar las penurias urgentes y así reducir algo las injusticias sociales, sino en abrir un camino para superar al sistema capitalista.

El 30 de mayo se conoció la ley que acaba de aprobar el Parlamento de España que estableció, en forma permanente y no circunstancial, crear una “renta mínima vital” que no aplica todas las propuestas teóricas que aportó el pensamiento de izquierda, pero que avanza mucho en el sentido transformador del sistema económico que llamamos capitalismo.

Esta ley atribuye a cada persona mayor de 23 años el derecho de solicitar –si se comprueba que sus ingresos son insuficientes– una renta básica vital (RBV) que le proporcionará el Estado y que fue fijada en un mínimo de unos 400 euros. Los mayores de 18 años que tengan un niño a cargo también podrán solicitarla. No pretendo comentar todos los contenidos de esta ley, sino invocarla para documentar que ya existe alguna legislación vigente en un gran Estado europeo.

Quiero invocar los aportes teóricos al tema, en primer lugar, los de Bernard Friot. Este ha escrito al respecto: “La cuestión que plantea el salario es la posibilidad de salir del capitalismo. No de contenerlo, no de mover el cursor del reparto del valor agregado a favor del salario y en detrimento de la rentabilidad, sino de prescindir de los capitalistas, de afectar todo el valor agregado al salario, incluso la parte destinada a la inversión. No necesitamos para trabajar ni empleadores, ni accionistas, ni prestamistas”.

Este fragmento parece utópico porque está formulado en forma extremadamente sintética. El autor, que es economista, sociólogo y dirigente del Partido Comunista de Francia, aborda simultáneamente diversos aspectos de la economía capitalista e inscribe su concepción del “salario universal” eliminando la jubilación, esto es, sustituyéndola por la continuación del salario en el momento del retiro. Desde luego que no postula suprimir de inmediato las diferencias salariales actuales, pero insiste en que las existentes deben estar vinculadas a la calificación, y postula, simultáneamente con la instalación del “salario universal”, otras medidas de contralor de la moneda, de la banca y de las bolsas de valores.

También incorpora, para su aplicación, la exigencia de que el Estado controle el conjunto de ingresos por hogar para aplicar o mantener el salario universal.

Nosotros, desde nuestro subdesarrollo relativo, deberíamos empezar por actualizar nuestros conocimientos, y sobre todo, divulgar con rigor los avances que una izquierda unida logre formular.

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